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Por Publicado el: 05/10/2015Categorías: Crítica

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Teatro defondo recupera La ópera del malandro, obra maestra de Chico Buarque

  • Un homenaje a la tradición a través de la música popular
  • En brasileño, con textos en castellano, se presenta en el Teatro Bellas Artes de Madrid

En 1728 subía a las tablas londinenses Beggar’s opera, conocida en castellano como La ópera del mendigo, donde la música de Johann Christoph Pepusch se entrelazaba con textos satíricos del poeta y dramaturgo John Gay. Aquella prueba de fuego, contraofensiva al auge de la ópera italiana en boga, supuso la gran aportación británica al naciente mundo de la opereta y el singspiel, que en España daría como resultado el género de la zarzuela. En 1928, Bertolt Brecht y Kurt Weill quisieron rendir testimonio al doble centenario de aquel acontecimiento, estrenando con gran éxito en Berlín Die Dreigroschenoper (La ópera de tres peniques), que supuso la consagración del binomio libretista-músico,  refrendada dos años más tarde con Ascenso y caída de la Ciudad de Mahagonny.

El cartel del estreno en la capital alemana lo encabezaba la actriz y cantante conocida en el mundo del cabaret Lotte Lenya, esposa de Weill. La misma que, al parecer, valorando en cierta ocasión las cualidades de sus cuerdas vocales las situó «una octava por debajo de la laringitis«. Quiere esto decir que, para defender esa pieza tan especial, cuya finalidad no era sino criticar los excesos y la corrupción de la sociedad que les tocó vivir en el periodo de entreguerras, los autores aspiraban más que a voces formadas, a gente de teatro capaz de transmitir el mensaje. Ni más ni menos que lo que en su momento había perseguido Beggar’s opera.

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También de la premisa de acudir a actores-cantantes parte la idea de Chico Buarque de Hollanda (Rio de Janeiro, 1944) para el tercero de esta serie de tributos en cadena con su Ópera del malandro, que vio la luz en 1978, al cumplirse el medio siglo de la Ópera de tres peniques. La obra arranca con una particular obertura para la que toma prestado un tema de Brecht-Weill y desemboca en un disparatado final en el que, de acuerdo con el espíritu de la precursora Ópera del Mendigo, parodia algunos de los grandes títulos líricos de Verdi, Bizet o Wagner. Por medio, el genio creativo del polifacético Buarque, que se anota música y texto, salpica la acción con temas que fluctúan entre poéticas cadencias de bossa nova y ritmos alegres de samba.

La ópera del malandro, que se llevó a la gran pantalla en 1986, se ha hecho de rogar hasta verse en España. La proeza se la anota la compañía Teatro defondo, que desde su creación en 2002 se caracteriza por la calidad de las producciones, avaladas por numerosos premios. Y también, como signo distintivo de sus montajes, por la presencia de la música en directo, potenciada a primer plano en ocasiones, como la teatralización del Stabat Mater de Pergolesi o la Morgana le Fay centrada en el King Arthur de Purcell, aunque es esta la primera ocasión en que el título está concebido en su integridad de acuerdo con los patrones del musical.

La idea de rescatar la obra de Buarque, que comparte los vértices del triángulo de grandes creadores de Brasil con Vinicius de Moraes y Antonio Carlos Jobim, con quienes ha colaborado, se activó en Teatro defondo en 2014, y desde entonces la continúan rodando. Ahora, con una única representación cada lunes, le ha llegado el turno al Teatro Bellas Artes de Madrid, donde permanecerán inicialmente hasta el 18 de este mes. La solvencia de los intérpretes se traduce en un elenco cuyos componentes han demostrado su preparación en distintos foros: desde la Compañía Nacional de Teatro Clásico a los musicales más taquilleros de la cartelera de nuestro país. En total, nueve actores y cuatro músicos al servicio de los textos en castellano y de las canciones en brasileño y en directo. Todo ello, en un imaginativo entorno creado por Almudena Vello, apoyada en los acertados figurines de Val Barreto. De mención especial la voz y la guitarra del brasileño Pedro Moreno, responsable del apartado musical y, claro está, la de Vanessa Martínez, cofundadora de Teatro defondo, cuya formación musico-teatral le ha servido para dirigir distintos montajes operísticos en teatros españoles, incluyendo el de la Maestranza de Sevilla o el Real, de Madrid, donde en 2013 se enfrentó a El hombre llamado Amadé, repuesta en la última temporada del coliseo. A ella se debe ahora la versión y la traducción de la obra de Chico Buarque además del cometido escénico. Por si fuese poco, es capaz de mostrar su formación canora junto a maestras como Ángeles Chamorro y Ana Luisa Chova, interpretando con pasmosa maestría el doble cometido de Lucia y Doris.

En líneas generales, trabajo de calidad a cargo de un puñado de grandes del repertorio no culto, si se quiere llamar así, poniendo de relieve, entre música y risas, la dignidad que merece el género, afianzado sobre unas bases narrativas de evidente actualidad, como comenta Vanessa Martínez: «El enredo sirve de pretexto para hablar del poder del dinero, la corrupción y la entrada de las multinacionales en el país. Y eso fue, sin duda, lo que más atrajo mi atención sobre esta obra: ya fuera en el Londres del siglo XVIII, en la Alemania pre-nazi o en el Brasil del Estado Novo, la urgencia por denunciar la descomposición del sis­tema es siempre la misma. La rueda gira aquí, allí o a 12.000 kilómetros, pero el eje permanece inmutable en la podredumbre del alma humana«. Juan Antonio Llorente

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