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Por Publicado el: 29/03/2017Categorías: Discos, DVD's y libros

Perianes: camino hacia la grandeza

                                                                                                     

Camino hacia la grandeza

Este disco fue presentado oficialmente el jueves pasado en un acto doble. Primero Javier Perianes se sometió a las preguntas de los críticos y otros invitados en un agradable y cómodo salón del Club Matador. Después tocó un fragmento del mismo en otra sala contigua. Fueron interesantes ambas cosas, pero a la hora de enjuiciar su trabajo en este disco me parece necesario resaltar las ideas que el pianista manejó en al coloquio inicial. Para Perianes –se dedujo allí- hacer un disco con la última sonata de Schubert viene a suponer un reto que sin embargo tiene en sí menos trascendencia que el tránsito que supone en la carrera de un pianista hacer algo semejante. Y además, recordando ciertos hechos objetivos que los comentaristas parece que hemos olvidado. Siempre nosotros dispuestos a recordar al personal qué es un Schubert maduro, qué es un Schubert medio y qué es un Schubert juvenil, hemos olvidado que toda, absolutamente toda, la Obra de Schubert es la de un joven. Sería conveniente que su música se tocara así , como la de un joven, pero no; la gran jurisprudencia interpretativa de los Richter, Lupu, Brendel, Uchida, Fischer, etc. no marca –unos más, otros algo menos- ese camino, y sí una continua sobreactuación emocional que nos entrega a un Schubert amargado y negro, lleno de lecturas ocultas y alejadas del patrón clásico. Claro está, no me estoy refiriendo – y menos reivindicando- a un Schubert ñoño o tontito, pero sí de alguna manera una música más esperanzada dentro de esa línea de resignación vital que define la marca sentimental de Schubert. Quizá el único últimamente que ha intentado –con maravillosos éxito- mirar hacia el piano de Schubert con más calma en busca de una belleza más natural haya sido Barenboim. Y quizá por eso los todavía seguidores-legionarios del austriaco más apretado e introvertido no lo hayan juzgado con justicia y prosigan su particular peregrinación hacia las oscuras tierras de Richter o Lupu.
Bien. Y en estas un joven – otro joven- llamado Perianes irrumpe en el panorama. No se sitúa en ese terreno. Perianes hace –a mi entender- un Schubert clásico en la forma y a la vez romántico en lo expresivo y lo sonoro. Las exposiciones son tranquilas y desmenuzadas, claras, limpias, pero cuando se entra en los desarrollos de las ideas, en los auténticos comentarios a lo que está escrito, se lanza y, gracias a quien haya que dárselas, se vuelve un poco loco en la expresión y se sitúa al borde de la quiebra del sonido. Es extraordinario hacer eso sin que a un se le hunda el barco. Este hombre cada vez toca mejor. Y cada vez nos cuenta más cosas cuando se sienta al piano ante partituras de esta envergadura. Esta vez su versión de la D.960 es absolutamente progresiva; va desde la pura declaración de principios hasta el ataque furibundo. Lo que me parece una opción que no descubre nada nuevo en Schubert pero que pone de manifiesto ideas sabidas pero que pocos saben poner en práctica como es debido. Interpretar esta música, o lo que es lo mismo dar una opinión sobre lo que nos cuenta, es endemoniadamente difícil porque ¿hay acaso otra que hable mejor de contrastes emocionales innegociables; que maneje el alma de las notas de manera tan extrema y compleja en su aparente sencillez melódica? Así de sencillo es el asunto. Y con la misma sencillez se lo plantea Perianes, que en la D.664 aplica exactamente la misma fórmula y obtiene semejante éxito. Aunque no sea una sonata ´de madurez´
Alabar a Perianes es para algunos hacer patria. Vale. Pero eso no me dice nada. A mí lo que me interesa resaltar de este señor es su seriedad haciendo música. O dicho de otra manera: a mí me parece que se sale del todo de la órbita formada por una serie de pianistas jóvenes de mucho nombre que están triunfando usando la fórmula de la heterodoxia, cuando no de una iconoclasia bastante de quiosco o del invento puro y duro. A mí lo que me interesa de Perianes es que es joven y toca como un clásico. Como un clásico al que, de tan joven, me da un poco de corte llamarle grande. Desde luego, corre que se las pela para que dentro de nada deje de darme ese corte para calificarlo como tal. Pedro González Mira

SCHUBERT: Sonatas para piano D.960 y D. 664. Javier Perianes, piano. Harmonia Mundi, HHM902282

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