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Por Publicado el: 11/06/2017Categorías: Noticias

Cosas que quizás no sepas de J. D. Flórez

Cosas que quizás no sepas de Juan Diego Flórez

Juan Diego Flórez es noticia estos días. Ha llenado los dos teatros españoles donde ha cantado esta semana y recientemente ha recibido el premio «Opera Actual», entregado por la revista inglesa del mismo nombre en el Royal Albert Hall. Tenor de lujo quedará sin duda en los anales de la historia de la ópera, pero ¿hay todavía alguna cosa que no sabemos de él?

Nació en Lima el 13 de enero de 1973. Es hijo del cantante y guitarrista Rubén Flórez y de María Teresa Salom.

A los 16 años cantó algo de zarzuela en el colegio, donde normalmente interpretaba canciones populares a la guitarra y tuvo mucho éxito. Al año siguiente, ingresó al Conservatorio Nacional de Música, donde su maestro fue Andrés Santa María y descubrió el mundo de la música clásica. Se hizo miembro del Coro Nacional del Perú y, viendo que podía tener futuro como cantante lírico, se mudó a Estados Unidos para estudiar en el instituto Curtis de Filadelfia.

En 1994 hizo una audición a Ernesto Palacio, con esa audición ganó a un profesor y a un agente que ha sido fundamental en su carrera.

Su debut profesional fue en el Festival Rossini de Pesaro en 1996, donde Flórez estaba contratado para cantar un pequeño papel en Ricciardo e Zoraide. El norteamericano Bruce Ford era el protagonista de la ópera Matilde di Shabran, y Juan Diego escuchó el rumor de que iba a cancelar. No se lo pensó dos veces y subió a hablar con Luigi Ferrari con una excusa sobre su contrato por si acaso podían estar pensando en él y, efectivamente, el director artístico le dijo «tenemos una tragedia, el tenor ha cancelado, ¿crees que podrías hacerlo? Esta es la entrada de Corradino, si puedes cantar esto puedes cantar toda la obra». Juan Diego quiso hacerse el gran profesional y le contestó que quería ver toda la partitura pero, tras ver sólo la entrada, volvió corriendo para aceptar el papel. Después se dio cuenta del rol tan complicado que acababa de firmar: «No era sólo la entrada», declaró más tarde.

Así, como funciona muchas veces en el mundo de la ópera, Juan Diego Flórez sustituyó a Ford. «Estaba muy nervioso y no esperaba grandes aplausos», pero sí los hubo, la prensa extranjera calificó al artista como “la reencarnación de los tenores míticos del siglo XIX, pero en una versión modernizada”, al señalar su perfección técnica y talento teatral. Ese día comenzó la historia de Juan Diego Flórez como tenor internacional.

Tras el éxito en Pesaro, llegó la Scala, donde fue contratado para el segundo reparto de la Armide de Gluck. Fue abrir la boca y Muti le pasó al primero.

La Scala se rindió a sus pies en febrero de 2007 y le permitió bisar la celebérrima aria de La hija del regimiento de Gaetano Donizetti después de 10 minutos de aplausos, y esto es un grandísimo mérito, ya que eso no ocurría desde 1933, cuando Fiodor Shaliapin había bisado el aria de El barbero de Sevilla.

El realidad, Juan Diego no sabía que Toscanini había prohibido hacer bises en la sala 75 años antes, tenía en la cabeza que su adorado Alfredo Kraus lo había hecho en la Linda de Chamounix porque tenía el disco con esa referencia, pero su agente le aclaró que aquel bis había sido en Génova.

En cualquier caso, el crítico del Corriere della Sera, que normalmente es un poco mustio, lo calificó de «un superclase absoluto», dotado de «timbre pastoso, homogeneidad de emisión y un fraseo perfecto» y, a partir de ese momento, ha tenido un verdadero romance con La Scala donde, en 2015, fue aplaudido durante 50 interminables minutos y ofreció siete bises tras un recital.

Aún así, la primera vez que cantó el Barbero en La Scala no le dejaron cantar el rondó «Cessa di più resistere» porque tradicionalmente se corta. Juan Diego se quejó, porque está en partitura. La segunda vez que fue a La Scala a cantarlo le pidieron que, por favor, lo hiciera. Su contestación fue «me lo voy a pensar».

https://www.youtube.com/watch?v=YsmaiDLENIk

Su relación con el Covent Garden también llegó con una sustitución. Estaba de vacaciones cuando le llamaron para que fuera a cantar el Conde Potoski de la Elisabetta de Donizetti. Si lo de Matilde fue ya un reto, esto era una hazaña. Llegó en avión por la noche y Katona le llevo directamente a un ensayo musical con Carlo Rizzi. Tres días más tarde era la premier. Era la primera vez que daba un re sobreagudo en escena: «La gente cree que el aria de la Hija del regimiento es la más difícil, pero esta obra tiene dos arias más complicadas todavía, pero tenía que aceptar ese reto», dice el tenor. Lo hizo tan bien que es en Londres donde tiene su club de fans más numeroso.

Vive entre Italia y Viena, casado con la ex-modelo Julia Trappe, a quien conoció mientras firmaba autógrafos. Ella no sabía qué decir en castellano y recordó estas palabras: ¡Alianza corazón! y al tenor le hizo tanta gracia que se la llevó a cenar. Se casaron en 2008 y tiene dos hijos. No quiere que sus hijos crezcan sin padre: «eso fue lo que yo tuve. Es más importante estar con ellos que cualquier otra cosa».

Su primer hijo, Leandro, nació en una bañera, de forma muy natural, pero media hora antes de que su padre tuviera que salir a escena en el Metropolitan, un día en el que, además, la ópera se retransmitía en directo a todo el mundo. La noticia de su nacimiento fue dada a su familia de Perú y a todos los espectadores por una emocionada Renee Fleming diez minutos antes de salir a escena.

Últimamente Flórez ha saltado desde los escenarios y las grabaciones de las óperas de Gioacchino Rossini, Vicenzo Bellini y Donizetti, que lo colocaron como el tenor lírico-ligero del siglo, a nuevos repertorios que requieren menos piruetas agudísimas y más poso dramático.

Parece no cansarle lo de dar los nueve dos del Tonio o la dificilísima coloratura del Ramiro de Cenerentola, dice ser muy competitivo con él mismo y que son ejercicios muy útiles para sus cuerdas vocales, pero recientemente ha declarado que a sus 44 años cree llegado el momento de ir dejando a su compositor fetiche (Rossini) para momentos contados. «He interpretado Werther en tres ocasiones, también Romeo y dentro de poco empezaré la preparación de Les contes d’Hoffmann para debutarlo en Montecarlo y después en Londres. Rossini lo dejaré sobre todo para Pesaro, donde debutaré, por ejemplo, Ricciardo e Zoraide en 2018, y para Viena», dice el tenor.

Entre sus próximos compromisos también se encuentran el Gennaro de Lucrecia Borgia en Salzburgo y Munich, donde también cantará Edgardo y el Rigoletto en Viena.

Va acercándose lentamente y con inteligencia hacia un repertorio más lírico a la vez que la voz va oscureciendo un poco su timbre, poco a poco tiene sentido que avance hacia un repertorio más krausiano, cantante por el que demuestra su admiración siempre que puede.

Es un defensor a ultranza de la cultura musical en Perú, donde ha llevado las enseñanzas del Padre Abreu a través de su proyecto «Sinfonía por el Perú», que acoge en 20 escuelas de música a más de 6.000 niños de escasos recursos. “Abreu me dijo que, en Perú, tendríamos incluso más éxito que en Venezuela. El nuestro es un país que rezuma música”, dijo el tenor. El próximo 1 de julio ofrecerá un concierto benéfico en Lima a favor de las víctimas de las recientes inundaciones: «los artistas -dice- tienen a veces más impacto que las instituciones porque llegan directamente a la gente».

La vinculación con su patria le llevó a cerrar los Proms del año pasado en el Royal Albert Hall vestido de rey inca del siglo XIII cantando el Rule Britannia!

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