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TRISTAN UND ISOLDE (R.WAGNER). Deutsche Oper de Berlín
LOHENGRIN (R. WAGNER). Deutscheoper de Berlín
Por Publicado el: 23/03/2013Categorías: Crítica

DIE MEISTERSINGER VON NÜRNBERG (R. WAGNER). Deutsche Oper de Berlín.

DIE MEISTERSINGER VON NÜRNBERG (R. WAGNER). Deutsche Oper de Berlín. 22 Marzo 2013.

Hubo un tiempo en la Deutsche Oper de Berlín en el que esta especie de mini festival Wagner se habría ofrecido todo él con producciones del desaparecido Götz Friedrich. Poco a poco sus trabajos escénicos van siendo sustituidos  por otros más modernos y hoy no queda  sino la producción de estos Maestros Cantores. Es una pena que esto ocurra,  pero es inevitable. Dentro de poco tiempo apenas quedará de Götz Friedrich en la Deutsche Oper otra cosa que el recuerdo en forma de busto, que puede verse hoy en lugar destacado. Por cierto, hay otros bustos de personajes de máxima importancia para esta compañía de ópera, entre los que destacan figuras como Karl Böhm o Bruno Walter. Son muy pocos los que cuentan con un busto, apenas llegan a la decena, pero entre ellos hay una mujer y además es española. Me refiero a la soprano Pilar Lorengar, toda una leyenda en Berlín y apenas reconocida en nuestro país.

Así que nuevamente he podido disfrutar de la producción de Götz Friedrich, que cumple ya 20 años y es un trabajo escénico realista y muy cuidado en todos sus detalles.  Estamos ante una producción tradicional y con buen gusto, aparte de contar con una buena dirección escénica. La escenografía de Peter Sykora está dominada por un círculo al fondo del escenario, con reproducciones de  monumentos y casas de Nüremberg, que en el primer acto se convierte en un gran rosetón alusivo a la Iglesia de Santa Catalina, donde la acción se desarrolla. En el segundo acto el círculo queda en penumbra y vuelve a aparecer en la escena de la pradera, ya sin el rosetón. La producción esta hecha con buen gusto, sin cambios de época, con un atractivo vestuario (Kirsten Dephoff y Peter Sykora), y destacada iluminación. Es posible que este trabajo no levante grandes entusiasmos hoy en día, pero tiene la ventaja de que no puede producir rechazo en nadie. Los detalles están muy cuidados, especialmente en el segundo acto y en la primera escena del tercer acto. La escena de la pradera está llena de colorido, aunque a veces da la impresión de estar  excesivamente abigarrada, ya que al muy numeroso coro se añade una pléyade de figurantes. Francamente bien resuelta la escena final dela Noche de San Juan y su pelea generalizada. En suma, un espectáculo agradable, muy recomendable especialmente para nostálgicos, aunque en nadie puede producir rechazo.

En la última ocasión que vi esta producción estaba Donald Runnicles al frente de la dirección musical. Ahora el maestro escocés ha cedido la batuta al alemán Christof Prick (Perick en los países de habla inglesa, por razones obvias). El resultado no ha sido el mismo. La verdad es que el inicio de la obertura me hizo temer lo peor para el desarrollo de la ópera, ya que la falta de solemnidad y de vida eran más que notables. Gracias a Dios, las cosas mejoraron, ya incluso en la segunda parte de la propia obertura y hemos podido asistir a una buena interpretación de la ópera, no grandiosa, desde luego, pero bastante mejor que lo que uno temía al principio. Hubo exceso de volumen en bastantes ocasiones, teniendo en cuenta, además, que las voces en el escenario eran de formato un tanto reducido. La Orquesta de la Deutsche Oper Berlín no estuvo a la altura del día anterior en Lohengrin, pero se pudo disfrutar con el sonido que salía del foso.  Una vez más hay que referirse en términos elogiosos al Coro  de la Deutsche Oper.

El personaje de Hans Sachs es,  si no me equivoco, el que más tiene que cantar entre todos los aparecen en lo que podemos llamar óperas del repertorio habitual. No está al alcance cualquiera, ya que además hay que ser un gran intérprete, tanto vocal como escénicamente. Siempre ha sido difícil encontrar un  intérprete que haga justicia al personaje y lo sigue siendo ahora. En los años 80/90 había más para elegir, pero se han ido retirando total o parcialmente. Nuestro Hans Sachs ha sido  Wolfgang Brendel, uno de los grandes intérpretes de referencia en  décadas pasadas. Recuerdo que pudimos disfrutar de su interpretación del zapatero de Nüremberg en el Teatro Real en aquellas visitas de la Staatsoper de Berlín.

El veterano (65) Wolfgang Brendel sustituyó al anunciado Robert Holl y su actuación hay que considerarla como magnífica en lo que respecta a su interpretación, dominando el personaje de arriba abajo. En este sentido hay que considerar como modélica su actuación. Vocalmente, no se pueden pedir peras al olmo y hoy Brendel no tiene la frescura ni la proyección vocal de hace unos 10 años. El centro está bastante reseco y la voz no sale bien, en lo que fue muy poco ayudado por la batuta del maestro. Con los inconvenientes apuntados, no deja de ser un placer poder asistir a una actuación como la suya en tan complicado personaje.

El tenor americano Robert Dean Smith fue Walther von Stolzing y tuvo una buena actuación, aunque prefiero verle en otros personajes. En el que nos ocupa siempre le he encontrado un tanto tirante por arriba y con la voz con más tendencia que lo habitual  en él a quedarse atrás. La voz no corría como otras veces. Eché en falta a Klaus Florian Vogt, de quien guardo un magnífico recuerdo en sus actuaciones en el personaje.

Como hace 3 años, repetía como Sixtus Beckmesser el barítono Markus Brück, cuya actuación fue plenamente convincente, como ocurre siempre con este estupendo barítono en cualquiera que sea el personaje que interprete.  Vocalmente, es muy superior a muchos de los que cantan el personaje y escénicamente se desenvuelve con gran soltura.

La soprano Martina Welschenbach fue una Eva de poca importancia. Se trata de una soprano ligera, insuficiente para el personaje, y con un timbre de soubrette. Puede quedar bien cantando Oscar, Sophie, Zerlina o, incluso, Susanna, pero su voz no es suficiente para Eva.

El tenor belga Thomas Blondelle me produjo una excelente impresión en el personaje de David. Voz agradable, que tiene que funcionar muy bien en el repertorio mozartiano, y un desenvuelto intérprete en escena. Buena también la impresión dejada por la mezzo eslovaca Jana Kurucova en el personaje de Magdalena, muy adecuada y con voz atractiva.

En cuanto a los maestros cantores, hay que señalar que el personaje de Pogner fue cubierto por Michael Eder, en sustitución del anunciado Albert Pesendorfer.  Apenas hizo más que salvar la papeleta, con una voz reseca y es escasa calidad. Stephen Bronk  fue un correcto Fritz Kothner, sin mucho brillo. El resto de los maestros fueron cubiertos por Paul Kaufmann (Vogelsang), Simon Pauly (Nachtigall), Jörg Schörner (Baltasar Zorn), Peter Maus (Eisslinger), Burkhard Ulrich (Augustin Moser), Andrew Harris (Herman Ortel) y Marco Mimica (Hans Foltz). Finalmente, el bajo Tobias Kehrer fu un sonoro y adecuado Vigilante Nocturno.

La Deutsche Oper ofrecía un lleno casi total, con una entrada seguramente superior al 98 % del aforo. Hubo algunas deserciones en el segundo descanso. El público se mostró cálido con los artistas, siendo las mayores ovaciones para el Coro, Brendel y Brück. La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 5 horas y 59 minutos, incluyendo dos intermedios. La duración estrictamente musical fue de  4 horas y 38 minutos. Los aplausos finales se prolongaron durante 7 minutos. El precio de la localidad más cara era de 88 euros, habiendo butacas de platea desde 50 euros. La localidad más barata costaba 30 euros. José M. Irurzun

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