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Luz y taquígrafos para el Real
Cuento de Violetta y el barón
Por Publicado el: 05/12/2008Categorías: En la prensa

Discurso de presentación de Mortier

DISCURSO DE PRESENTACIÓN DE GÉRARD MORTIER

Señor Director General del INAEM, Señor Consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid, Señor Presidente del Patronato del Teatro Real, Señor Director General del Teatro Real, Señoras, Señores.
Es para mí un honor que me hayan elegido como futuro Director Artístico del Teatro Real de Madrid y estoy conmovido por estas palabras de bienvenida tan calurosas.
Me siento muy feliz de estar hoy entre ustedes para comunicarles las ideas que deben guiar mi proyecto para el Teatro Real.
Estoy convencido de que con la ayuda del Presidente, Señor Marañón, y del Director General, Señor Muñiz, podremos lograrlo con éxito.
Es también el momento de agradecer a Antonio Moral el trabajo realizado y de ofrecerle todo mi apoyo, de colega a colega, a lo largo de su gestión de la temporada 2009-2010. Somos amigos desde hace años y he podido acogerle a menudo en el Festival de Salzburgo. Hemos tenido muchos intercambios de ideas sobre el futuro de la ópera y me ha hecho muy feliz trayendo al Teatro Real varias producciones de la Ópera de París, como Desde la casa de los muertos y El caso Makropulos.
Tras estas palabras de agradecimiento, les pido que me permitan continuar mi introducción en francés y decirles que confío en que mi estudio de la lengua española avanzará rápidamente para que pronto pueda comunicarme con ustedes en español.

1. Si he decidido venir a Madrid en los próximos años, tras un largo recorrido de aprendizaje que me ha llevado desde Alemania a Bruselas, del Festival de Salzburgo en Austria a la Ruhr Triennale en Alemania, y finalmente a París, es porque soy un Europeo convencido, que cree profundamente que un futuro próspero de nuestro continente sólo puede estar garantizado mediante la

integración europea, en la que las diferentes regiones y naciones aportarán su propio colorido y por tanto, su creatividad. Por ello, me gustará mucho aprender su idioma, que es uno de los más importantes del mundo, y que es el único camino para comprender realmente las mentalidades y la diversidad europea.
La ópera es el arte europeo por excelencia y su ejecución en lengua original es justamente precursora de esta integración europea. Al mismo tiempo, este arte exige que según la ciudad, la nación o la región en la que la ópera se represente, se haga adoptando sus diversos acentos.

2. El hecho de haber sido educado por los jesuitas y de haber nacido en la misma ciudad que Carlos V -y sin duda el que todos los flamencos tengan un 25% de sangre española-, ha creado en mí un vínculo natural con vuestro país, que es España. Y sin embargo, no fue hasta los años ochenta cuando por primera vez sobrevolé los Pirineos para asistir a una producción de Don Carlo en el Teatro de la Zarzuela dirigida por Lluis Pasqual, y de la que derivó una larga colaboración. Desde entonces, he tenido el placer de ser artífice del debut de numerosos artistas españoles, tanto en Bruselas como en el Festival de Salzburgo o en la Ópera de París. Allí fue, de hecho, donde tuve la suerte de ver y oír a Teresa Berganza en Carmen, durante mis años de aprendizaje junto a Rolf Liebermann. Sabrán también que organicé el debut de Alfredo Kraus en la Ópera de Hamburgo, que invité a La Fura dels Baus al Festival de Salzburgo para lo que sería su primera ópera fuera de Cataluña, y que he tenido la fortuna de poder invitar a cantar a numerosos cantantes españoles en los diferentes teatros de ópera donde he trabajado.

A lo largo de los últimos veinte años, he recorrido España de Norte a Sur y de Este a Oeste, tanto para conocer al pintor vasco Ibarrola como para descubrir con Eduardo Arroyo el Havana Hotel de la Gran Vía, o para dar conferencias en Valencia, Murcia, o la Coruña; para visitar Bilbao –y no sólo el Guggenheim sino también la bella sala de la Sociedad Filarmónica-, para responder a una invitación de los Amigos del Festival de Salzburgo a Valladolid, donde tuve ocasión de conocer una de las más bellas bibliotecas de Europa.
Y, por supuesto, sé fehacientemente que aún me quedan muchísimas riquezas por descubrir.

3. Muchos de ustedes conocen mis reflexiones sobre la ópera hoy en día y por tanto no debo entrar en detalles. Sin embargo, quisiera poner el acento una vez más en el hecho de que yo considero la Ópera como el arte ideal para reequilibrar, a través de la fuerza del canto y de la música, nuestra sensación existencial del mundo, que ha sido deformada por la avalancha de informaciones que recibimos cada día en esta sociedad nuestra, tan mediatizada.
Gracias al canto podemos percibir la existencia misma del Amor, de la Pasión y de los Celos, de la Muerte, la Esperanza y la Utopía…Los personajes cantan mientras mueren y por eso nos emocionan tanto y porque podemos cantar la Utopía, podemos creer en un mundo mejor.
Para que esta emoción llegue a transmitirse, debemos dar al público las referencias necesarias, tanto desde el punto de vista musical como en lo escénico, y ahí radica el trabajo fundamental del director de un teatro de ópera.

4. En contra de lo que suelo leer en la prensa, mi primera preocupación es la calidad musical. Mi formación, sin ir más lejos, es musical y no escénica, ya que fui durante siete años administrador artístico junto al director de orquesta Christoph von Dohnányi y tres años junto al compositor y magnífico intendente Rolf Liebermann. Mi primera preocupación en Madrid será, por tanto, la de concentrarme en la calidad del Coro y la Orquesta del Teatro Real. Los aplausos recibidos por el maestro Jiří Belohlávek anteayer me han confirmado, de hecho, lo sensible que es el público madrileño en este punto. Seguiré pues adelante con el trabajo comenzado por el maestro Jesús López Cobos, en estrecha colaboración con la Dirección del Coro y Orquesta y con el director general, el Sr. Miguel Muñiz. Es ésta también la razón por la que he decidido no contratar a un Director Musical, sino rodearme de un grupo de excelentes directores de orquesta, cada uno con su especificidad, que se conocen entre ellos, y que juntos podrán dotar de esa excelencia a las formaciones musicales antes citadas. Es este sistema el que ha hecho de la Orquesta de la Ópera de París, en los últimos años, una de las mejores formaciones musicales del mundo de la ópera.

5. En lo que se refiere al gesto teatral -a lo escénico-, se trata también de volver a acercar a los grandes artistas del mundo visual (pintores, escultores, artistas de vídeo) a la ópera, para que el público no se vea enfrentado a un espacio decorativo sino a un “lugar teatral” tal y como Peter Brook nos lo ha descrito en

su libro “El espacio vacío”. Precisamente en Madrid, que dispone de los más bellos museos del mundo, la presencia de artistas visuales en la Ópera es una necesidad.
No se trata de modernizar sino de crear, a través de imágenes y a través de la acción entre los personajes, unas referencias para que el público pueda establecer una unión entre su propia vida personal, la vida de la sociedad que le circunda y la de los héroes que están sobre la escena. Felipe II y Posa no son solamente personajes históricos, sino que deben representar a hombres y mujeres con los que podamos identificarnos. Una de mis más interesantes experiencias fue ver cómo un público formado por jóvenes abucheaban a Germont padre en La Traviata; y sin embargo, el cantante había cantado y actuado magníficamente bien…
6. Las Óperas del siglo XX, con una lista que reúne un número mucho mayor de obras maestras que la del siglo XIX, deben representar al menos el 35% de la programación. Es la única manera de evitar que la Ópera se convierta en un museo y de habituar a nuestros oídos a un lenguaje musical que acepta e incluso disfruta con la escucha de una música contemporánea.

7. Todo esto requiere un trabajo pedagógico acentuado y por eso continuaré con gran alegría los esfuerzos emprendidos por Antonio Moral en este terreno, buscando al mismo tiempo vehículos suplementarios e intentando integrar la técnica audiovisual e Internet, tal y como se ha hecho ya en el Liceu de Barcelona.

8. Por su orientación y su arquitectura, el Teatro Real mira hacia el Palacio Real y da la espalda a la ciudad. Simbólicamente, el edificio deberá abrazar a la comunidad de esta ciudad tan variada y a sus múltiples instituciones artísticas y así, cultivar su apertura al mundo.
Gerard Mortier
Madrid, 4 de diciembre de 2008

Comentario de un forero:
¡¡Pero si viene como un corderito!! aunque la píldora del 35% del siglo XX la ha soltado. No sé si habrá tenido en cuenta que muchas de las óperas de su odiado Puccini son del siglo XX. AL igual que Lehar, Stolz, Millöcker, Sorozábal, Alonso, Vives y Moreno Torroba.¿Veremos Katiuska, EL Conde de Luxemburgo, La Villana o La Picarona en el Real?

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