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Por Publicado el: 14/05/2017Categorías: En vivo

Le villi, el bautismo de Puccini

Le villi, el bautismo de Puccini

Puccini: “Le villi”. Beethoven: “Sinfonía nº 1”. Carmen Solís, Leonardo Caini, Vladimir Chernov. Orquesta y Coro de la RTVE. Director: Miguel Ángel Gómez Martínez. Teatro Monumental, Madrid. 12 de mayo de 2017.

A comienzos de temporada la Orquesta y Coro de Radiotelevisión Española nos sorprendieron con lo que sin duda fue un acontecimiento: la reposición en Madrid de la segunda ópera de Puccini, “Edgar”. Ahora se ha presentado la que sería la primera obra lírica del músico de Lucca, “Le villi”, compuesta sobre la narración que el novelista francés Alphonse Karr había escrito en 1852 y que recogía una antigua leyenda eslava, servida después también por Catalani en “La Wally” y Dvorák en “Rusalka”.

Encontramos en la partitura influencias hasta cierto punto wagnerianas –aplicación de motivos recurrentes, en busca de la unidad dramática, con técnica todavía parva, invenciones armónicas de altura, con acordes de séptima, de novena y hasta de decimotercera incluidos, coincidencias temáticas-, fórmulas verdianas y sin duda francesas derivadas de Bizet, Gounod, Thomas o Delibes. Al lado de todo ello, por supuesto, aflora la calidez de la fluente melodía pucciniana y la fuerza de algunos de sus planteamientos, más allá de pasajeras ingenuidades y repeticiones. Se ofreció la versión revisada de 1886 en dos actos.

Gómez Matínez se acerca a la obra, como es habitual en él y ya hizo en “Edgar”, con orquesta y coro al completo, gesto amplio cuando no grandilocuente y un exceso de decibelios, lo que provoca momentos muy brillantes, plenos, rotundos, muy lucidos, como el gozoso coro de apertura o el aquelarre final, con resaltables intervenciones de los conjuntos, pero que al tiempo perjudica el buen funcionamiento y distribución de los elementos participantes en la acción dramática. En todo caso, no cabe desconocer el buen pulso general; y la cuidadosa exposición del resumidor Preludio inicial es buen ejemplo.

Esos excesos, más ostensibles cuando, como en este caso, no hay foso, motivaron que en más de una ocasión los tres solistas fueran sepultados bajo la marea orquestal y que las bien diseñadas melodías y efectos vocales quedaran oscurecidos. El peor parado fue el tenor Caini, sustituto del enfermo Marcello Giordani. Mostró buenas maneras, aunque la suya es una voz de relativo volumen, de timbre más bien oscuro, perjudicada por un acusado vibrato y por una emisión esforzada y “cupa”, que fue casi siempre apagada por el más rico y enjundioso instrumento de Carmen Solís, de vibrato justo, radiantes agudos y cuidadosa línea de canto, de la que hizo gala ya en su bella aria de salida “Se come voi vicina”. Chernov, voz de barítono lírico algo ajada, más bien nasal, cumplió, aunque en su parte recitada –otras veces asignada a una fémina- se le escuchó poco.

Asistimos previamente a una interpretación bien planteada en el inicio, rítmicamente precisa, pero demasiado musculada, nada transparente, en busca de un romanticismo quizá fuera de lugar, y más a día de hoy, de la “Sinfonía nº 1” de Beethoven. El público aplaudió mucho la ópera.  Arturo Reverter

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