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Por Publicado el: 25/01/2017Categorías: Noticias y maldades

El cisne herido: ¿Está en forma Kaufmann?

El cisne herido: ¿Está en forma Kaufmann?

Se esperaba con el máximo interés el regreso a los escenarios de Jonas Kaufmann. Las opiniones son más o menos coincidentes en que, como no podía ser de otra forma, el tenor ha andado con pies de plomo. Además de las opiniones de terceros, cada cual puede formarse la propia a través del video siguiente.

https://youtu.be/ha2tVmmSiJU

ABC

Humilde y apocado, vestido con ropas corrientes y encorvado tras una gestualidad elemental, Kaufmann hace suya la idea y asume que la voz tiene hoy el volumen justo (nunca fue un cantante con arrestos), que el timbre es mate y la emisión particularmente coartada. Kaufmann resuelve el papel con gusto, algo tan obvio como que evita arriesgar, incluso en la balada «In fernem Land» cuando apenas un foco ilumina su actuación y Philippe Jordan encoge la orquesta hasta lo mínimo. Todo le es propicio. También el entusiasmo del público al final de la ópera, rubricando un éxito que implica a todos, sin distinción ni matices.

LE MONDE

¿Iba a renovar Jonas Kaufmann , el miércoles 18 de enero, el milagro de Sain-Ambroise,  que le vio triunfar 7 de diciembre de 2012 en la Scala con la misma puesta en escena de Claus Guth? Volvió a cantar, y su talento está intacto. Sin embargo parece que, más allá de la lesión fisiológica, la herida psicológica permanece. Es algo muy leve, menor emisión de la voz, unos graves menos profundos, una línea más retenida y, sobre todo, una gran prudencia en la proyección, más notable en los dos primeros actos.

Mercredi 18 janvier, Jonas Kaufmann allait-il renouveler le miracle de la Saint-Ambroise, qui le vit triompher le 7 décembre 2012 à La Scala de Milan dans cette même mise en scène de Claus Guth ? Il rechante, et son talent est intact. Mais il semble qu’au-delà de la blessure physiologique une blessure psychologique demeure encore. Cela tient à très peu de chose, un moindre rayonnement de la voix, des graves moins profonds, une ligne plus retenue et surtout une prudence dans la projection, notamment durant les deux premiers actes.

FORUMOPERA

Nada de cisnes, pero esta producción podría contar tal vez con un ave Fénix.  Jonas Kaufmann, reaparece después de cuatro meses de una retirada forzosa, finalmente se produce el retorno largamente prometido y tantas veces aplazado.  El timbre, el fraseo, la dicción son inconfundibles: es él sin duda, de una forma más prudente, buscando los agudos con moderación, prudencia dosis de energía, dosificando sagazmente el volumen, renunciando de antemano a los golpes de efecto. Empezamos diciendo que esta noche el tenor buscaba sin duda la tranquilidad, probablemente, él mismo ha entendido que la toma de riesgos puede esperar un poco más. Y luego llego el último acto. En «In fernem land» el más lento nunca escuchado, Kaufmann hizo lo que sólo él puede hacer, desenrollar lentamente el hilo de una línea de canto inefable, desplegar los miles de recursos del fiato, hacer frente a los matices inauditos. Así que vimos un Lohengrin que rechazaba cualquier heroísmo; Kaufmann no es frágil por cobardía, es frágil por necesidad, para hacerse más fuerte que la naturaleza, y ser más conmovedor que nunca, este Lohengrin-Peter Pan, encerrado en su cuerpo de niño perdido. Al final, por supuesto, fue un triunfo, y el cantante, con el puño cerrado, saboreó la victoria.

Pas de cygne, mais peut-être un phénix, où Jonas Kaufmann, après quatre mois d’un retrait forcé, réalise enfin le retour si longtemps promis et tant de fois reporté. Le timbre, le phrasé, la diction ne trompent pas : c’est bien lui, en forme mais prudent, qui sollicite l’aigu avec parcimonie, dose sagement la puissance, renonce par avance aux coups d’éclat. On commence à se dire que ce soir, le ténor cherche sans doute à rassurer, y compris lui-même, et que les prises de risque attendront encore un peu. Et puis, vient le dernier acte. Dans le « In fernem Land » le plus lent jamais osé, Kaufmann fait ce que lui seul sait faire : dérouler lentement le fil d’une ligne de chant ineffable, déployer les mille ressources du souffle, parer le discours de nuances inouïes. Alors on saisit que ce Lohengrin refusant tout héroïsme, ce n’était pas du confort ; Kaufmann n’est pas fragile par pusillanimité, il est fragile par nécessité, pour rendre plus vrai que nature, et plus touchant que jamais, ce Lohengrin-Peter Pan, enfermé dans son corps d’enfant perdu. Au final, bien sûr, c’est un triomphe, et le chanteur, poing fermé, savoure la victoire.

RESMUSICA

Lohengrin aparece entonces en posición fetal, lleno de convulsiones, desconfiado como un cisne que no sabe si los hombres quieren admirarlo o matarlo. Apenas recuperado de una convalecencia que ha tenido al mundo de la lírica en un suspiro, el tenor mantiene la cautela en los dos primeros actos. Su proyección es limitada al principio, pero su enfoque es tan poderoso y refinado! Desde el «bedank sei Nun, mein lieber Schwann» susurrado y magníficamente resuelto  sigue adelante con la fragilidad del artista. Se queda uno impresionado por su manera de aligerar la voz. El elegante legato, colores y fraseo delicado, todavía cincelado, se materializó en lo extraño del carácter. Pero lo mejor aún estaba por venir. Tal vez más seguro de sí mismo, Jonas Kaufmann ofrece en el último acto un «In fernem Land» maravilloso, con pianísimos impalpables e inaudibles. Su historia del Grial, internalizada y dolorosa, finalmente convenció por el carácter antológico de la encarnación.

Lohengrin apparaît donc en position fœtale, animé de convulsions, méfiant comme un cygne qui ne sait si les hommes vont l’admirer ou le tuer. À peine remis d’une convalescence qui aura joué avec les nerfs des spectateurs, le ténor reste prudent durant les deux premiers actes. La projection est d’abord limitée mais son approche est si percutante et raffinée ! Dès le « Nun sei bedank, mein lieber schwann » susurré et magnifiquement conduit, c’est toute la fragilité de l’artiste émancipateur qui est dite. On est impressionné par sa manière d’alléger sa voix, de l’éclaircir. L’élégant legato, les couleurs et la délicatesse du phrasé, toujours ciselé, matérialisent d’emblée l’étrangeté du personnage. Mais le plus beau reste à venir. Peut-être rassuré lui-même, Jonas Kaufmann délivre au dernier acte un « In fernem Land » stupéfiant, aux piani impalpables et inoubliables. Son récit du Graal, intériorisé et douloureux, achève de convaincre du caractère anthologique de l’incarnation.

IN FERNEM LAND

Jonas Kaufmann especuló y medir sus posibilidades vocales, sin forzar y cantante de la manera más hermosa que se puede cantar hoy ese rol. No forzar nunca la voz y repartió las fuerzas en medida para garantizar un tercer acto absolutamente inolvidable. Comenzó con un bellísimo «Nun sei bedankt, mein lieber Schwan!» Casi inmaterial, con una proyección adecuada y sobre todo cantante con una facilidad y naturalidad que desautoriza a todos aquellos que siempre tachan su canto de artificioso y engolado. Pero el tener alemán a pesar de estar plenamente recuperado (así lo parece la firmeza de la voz) no quiso dar todo. En el segundo acto continuó con la proverbial lección de cómo hacer frente a un rol wagneriano cantante con naturalidad, sin hacer tambalear nada, pero tampoco sin golpear, en las escenas de conjunto desaparecía, descansaba o se reservaba y en mí eso no me ‘acaba de convencer aunque entendiendo que todavía se está auto midiendo y teniendo en cuenta que estas representaciones son el retorno después de estos cinco meses de silencio preocupante y de reposo necesario. Todas las dudas se desvanecen cuando se escucha el tercer acto que canta Jonas Kaufmann , creo que será difícil volver a escuchar un Lohengrin de esta calidad, elegancia, intensidad, calidad de matices y graduaciones y todo expresividad. El dúo con Elsa es bellísimo y sin reservas de ningún tipo, con proyección y fuerza, mientras que para el esperado despedida en «In Fern Land, unnahbar Eurener Schritten» y «Mein lieber Schwan!» Se regala uno de los momentos más absolutamente inolvidables que yo haya vivido en un teatro de ópera. El que canta, como lo canta y lo más importante, como lo hace sentir, como lo transmite y cómo lo vive es de escalofrío permanente en el espinazo. Él controla y distribuye las emociones como nadie, por eso el teatro se viene abajo cuando sale en solitario a recibir los aplausos al final. Sólo los cantantes capaces de hacer enmudecer el silencio en una inmensa sala llena a rebosar y demasiado propensa a carraspeo invernales (Aussie en Paris mon Dieu?) Son los que hacen historia.

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