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Tristán no es Bolton
Algunas explicaciones líricas
Por Publicado el: 09/02/2014Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

En recuerdo de Franco Corelli

En recuerdo de Franco Corelli

Gracias a mi amigo Rubén Amón he recordado que hace ya diez años que falleció Franco Corelli (Ancona, 1921- Milán, 2003). La Scala también lo ha hecho y presenta una exposición dentro de su museo.

(http://www.teatroallascala.org/en/season/events/2013-2014/homage-franco-corelli.html).

Corelli fue un tenor de los de verdad, capaz de dar sin problemas todas las notas que corresponden a la cuerda, de abarcar un repertorio amplio, poseedor de un instrumento opulento e incisivo de un color muy viril que a algunos podía parece medio baritonal, como actualmente sucede con un Jonas Kaufmann que le tiene siempre en mente, fraseaba notablemente y sus calderones –gustos actuales aparte- arrasaban y provocaban delirios. Para colmo era envidiado por su prestancia física, su altura y unas piernas de las que se hablaba como si se tratase de un futbolista. Del Monaco, Di Stefano, Bergonzi y él marcaron la época de los cuatro tenores, a cuya sombra cantaron muchos más que hoy serían auténticas estrellas. El regista Giancarlo del Monaco, hijo de Mario, se escapó una vez de niño de la casa de su padre a la de Corelli. Lo que sucedió merece estar en el anecdotario de la ópera.

Tuve la fortuna de escuchar y conocer a Corelli en Verona en 1972 y de comprobar cuán alterado estaba su timbre en los discos. Nada más comenzar su aria inicial en “Ernani” –“Mercè, diletti amici”- me pregunté si aquel señor era realmente Corelli. La voz, sin micrófonos, era mucho más fresca, lírica y aterciopelada, casi sin presencia de los mencionados tintes baritonales y, en cualquier caso, poderosa y preciosa de “spinto”. Las discográficas han cambiado frecuentemente las voces, aunque no tanto como han hecho semanas atrás con Andrea Bocelli en Valencia. Fue una interpretación, junto a Cappuccilli, Raimondi y la injustamente olvidada Ligabue, que permanece en el recuerdo. Como también el primer y parte del segundo acto de “Carmen”. Tras su impactante entrada con calderón final en el agudo “Dragon d’Alcala!” puso de los nervios a una Grace Bumbry que se negó minutos después a seguir cantando y la dirección tuvo que recurrir al truco de “amenaza lluvia” para suspender la representación.

Plácido Domingo saltó a la fama sustituyendo a Corelli en una “Adriana Lecouvreur” en el Met en 1968 y a José Carreras le sucedió lo propio en una “Tosca” en Munich diez años después. Corelli fue un artista concienzudo, perfeccionista y prácticamente autodidacta. Se ponía de los nervios antes de una función. En 1975 le volví a oír en Verona en “Turandot”. Uno de los días que él cantaba, estaba yo con Pedro Lavirgen  en su apartamento. Ambos se alternaban en la parte. Cinco minutos antes de comenzar la ópera sonó el teléfono de Lavirgen y escuché a Pedro cantar al teléfono “Padre, mio padre, oh padre ti ritrovo”. Eran las primeras frases de Calaf y Corelli estaba tan nervioso que necesitó que Lavirgen se las recordara. Así era él, el llamado “Príncipe de los tenores”, un artista que supo resistirse a “Otello” y retirarse a tiempo.

Sus seguidores aún buscamos sin parar la grabación de “Il Pirata” con Callas en la Scala. Hasta ahora todos los esfuerzos han sido inútiles pues, al parecer, aquella función en la que Callas se rebeló contra el intendente Ghiringhelli no fue una de sus mejores y se cuenta que Loretta di Lelio, su esposa, hizo desaparecer las cintas de los archivos de la Scala.

[youtube]http://youtu.be/jfarIbYiBt8[/youtube]

[youtube]http://youtu.be/4EwJXvZJ5pI[/youtube]

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=AlW7Vf9LGaw&feature=share&list=PL84A52E111379648A&index=95[/youtube]

[youtube]http://www.youtube.com/user/laonirica[/youtube]

Un comentario

  1. Jose Fernandez Carbonell 22/04/2015 a las 18:13 - Responder

    Para un servidor, el tenor, analizado en su conjunto, con el que más emociones he sentido. Sería maravilloso poder encontrar esa grabación de Il Pirata con Callas… Una pareja irrepetible. Hay algunas canciones y momentos que se los he escuchado sin poder parar… descubriendo siempre cosas más y más hermosas en una voz de gran resonancia, enorme amplitud de sonidos, llena de maravillosas y únicas vibraciones…. Todo su repertorio es una maravilla y un recital que hizo en Tokio, creo recordar, dejó para siempre en la memoria y en el corazón canciones como Fenesta ce lucive (una gozada) o Core ingrato, canciones que aunque han sido mil veces cantadas y escuchadas, en su voz de spinto puro, con su profundidad llena de lirismo (¡qué curioso!) y su temperamento interpretativo, siempre parecen nuevas, distintas e inmortales.

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