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Por Publicado el: 21/03/2017Categorías: En vivo

La Carmen más andaluza

La Carmen más andaluza

La visión escénica de López muestra una obra sin tópicos.

De cuantas producciones del Teatro Villamarta, firmadas por Francisco López, conozco, es la de ‘Carmen’ la que más me sigue admirando por su profundidad conceptual y por su belleza plástica. La visión escénica de López de este inmortal título es hondamente andaluza, sin alharacas ni tópicos; trágica y visualmente muy atada a la tierra. Ese espacio escénico acotado por muros de ladrillo desconchados, tan netamente sureños, y una iluminación cálida, tan del sol del Mediodía, se unen a ciertos guiños (sombreros cordobeses, el ambiente de la taberna del segundo acto, el vestuario…) a la ciudad de Córdoba que nos refieren a las ambientaciones cordobesas de la novela original de Mérimée. Todo ello al servicio de una concepción dinámica del espacio escénico y a un diseño del movimiento de actores sumamente cuidado, cosido al ritmo musical, realista y con gran resolución de la escenas de masas. La dimensión trágica, marcada musicalmente por ese tema descendente de cinco notas que une al Destino con Carmen, es subrayada por la presencia, a modo de coro trágico, de una bailaora (espléndida Inmaculada Aguilar) de negros ropajes y premonitorios gestos coreográficos. Si a ello se une el impresionante despliegue de colores y texturas del vestuario de Jesús Ruiz, ese genio de las telas capaz de dotar de color a la escena, la dimensión visual del espectáculo es más que sobresaliente.

El teatro cordobés tuvo el inmenso privilegio -que ciudades más cercanas como Sevilla aún siguen esperando- de oír a una de las mejores Cármenes del mundo. Hablamos de una María José Montiel cuya voz parece haber nacido para este personaje. Los tonos cálidos y seductores de su voz, dotada de un increíble terciopelo y manejada con enorme sabiduría técnica a la hora de ofrecer un muestrario homogéneo de colores en todos los registros, sin saltos ni ataques abruptos, le permiten una encarnación vocalmente inmejorable de la gitana de triste fin. Tras una habanera aún fría, con la voz sin terminar de colocar, a partir de la seguidilla comenzó a desplegar su galería de recursos expresivos, especialmente su capacidad para moldear el sonido por medio de reguladores y a través de un fraseo sumamente detallista y cuidado. Frente a otras Cármenes desgarradas y dominadoras, Montiel parece fijarse en el perfil más frágil de un personaje sometido a los deseos y la violencia de los hombres.

También empezó muy por debajo de sus posibilidades Albert Montserrat, a quienes los pasajes líricos del primer acto no acabaron de encajarle y que fueron resueltos a base de golpes de glotis, de estrangulamientos en la zona de paso y de excesivos portamentos. No obstante, el aria de la flor sonó de su boca con pasión y desgarro y de ahí en adelante la voz se liberó y firmó un Don José violentamente pasional y con timbres dramáticos de gran calidad sonora. Javier Franco fue un Escamillo más lírico que dramático, dadas sus debilidades en la franja grave, pero su interpretación estuvo muy cuidada. A pesar de lo agradable de su voz, las limitaciones en volumen, su acusado vibrato y sus inestabilidades tonales hicieron que la Micaela de Toledano resultase plana e inexpresiva. Los secundarios contaron con un plantel de lujo, con unos estupendos Esteve, Galán, Tavira, Pardo, Santiago y Ramos. Sorprendió por su empaste y conjunción la Escolanía, secundada por una muy buena interpretación del coro. Lorenzo Ramos, que optó por la, para mí, menos interesante versión Guiraud, imprimió tiempos muy movidos a toda la partitura, quizá demasiado rápidos en números como la habanera. Consiguió así un ritmo muy teatral a la vez que una interpretación muy respetuosa con los cantantes y muy centrada en los detalles de la instrumentación, todo lo cual fue posible merced a una Orquesta de Córdoba de muy buenas prestaciones y de sonido muy compacto.

LA CRÍTICAÓpera ‘Carmen’

Producción del Teatro Villamarta de Jerez. Reparto: María José Montiel, Albert Montserrat, Javier Franco, Auxiliadora Toledano, Lucía Tavira, Marina Pardo, Francisco Santiago, Javier Galán, Vicenç Esteve, Domingo Ramos. Bailaora: Inmaculada Aguilar. Coro de Ópera Cajasur. Escolanía Cajasur Córdoba. Orquesta de Córdoba. Escenografía y vestuario: Jesús Ruiz. Iluminación y dirección de escena: Francisco López. Dirección musical: Lorenzo Ramos. Lugar: Gran Teatro de Córdoba. Fecha: Viernes, 17 de marzo. Aforo: Lleno. Andrés Moreno Mengíbar

Articulo publicado en el Diario de Jerez el 19 de marzo del 2017

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