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Por Publicado el: 22/05/2013Categorías: Crítica

LA DONNA DEL LAGO (G. ROSSINI). Covent Garden de Londres

LA DONNA DEL LAGO (G. ROSSINI). Covent Garden de Londres. 20 Mayo 2013.

Uno de  los acontecimientos de mayor interés en la programación del Covent Garden lo constituía la programación La Donna del Lago, que no se había representado aquí desde 1985. En los últimos años apenas ha habido otras representaciones escénicas en teatros importantes  que las de las producciones de Lluis Pascual (Milán y París) y Christof Loy (Viena y Ginebra).  No cabe duda de que esta ópera no tiene justificación si no se cuenta con grandes especialistas en Rossini, ya que el libreto es bastante débil y el interés dramático deja mucho que desear. Uno se  pregunta incluso si merece la pena el esfuerzo de ofrecerla en representación escénica. La respuesta es positiva siempre que la parte escénica no haga sacrificar la calidad de los cantantes. En estas representaciones londinenses hemos podido disfrutar de un reparto difícilmente igualable.

 

                                                                                            Escena

El Covent Garden ha ofrecido una nueva producción, que lleva la firma del británico John Fulljames, cuyo resultado ofrece ideas interesantes, pero acaba resultando un tanto monótono y confuso. Esta ópera, cuyo libreto está basado en el poema de Walter Scott, no es sino la visión que en la Inglaterra del siglo XIX se tenía de la casi desconocida Escocia, brumosa y romántica. De aquí arranca John Fulljames con una primera escena, que se desarrolla en un Museo en el siglo XIX, en el que podemos ver una serie de vitrinas, entre las que se ve la figura romántica de la Donna del Lago. Entre los visitantes del museo se encuentran  Walter Scott y Rossini, que durante la ópera asumirán los personajes de Serano y Albina. Son ellos los que abren el telón del fondo para que la acción propiamente dicha comience, en un escenario gitatorio, que ofrece un muro por un lado y una gran escalera en espiral en el otro. Esta escenografía (Dick Bird) toma otras formas parecidas en la segunda parte de la ópera, convirtiéndose en una sala del parlamento para la escena final. El vestuario de Yannis Thavoris combina bien el vestuario del XIX con los típicos escoceses del XVI. El ambiente general de la producción es nocturno, haciendo Bruno Poet una buena labor en la iluminación.

La dirección escénica está bien hecha, con aspectos bastante gratuitos, como el hecho de convertir a los escoceses en auténticos bárbaros, cuyo deporte favorito parece ser el de violar a cuantas mujeres se les pongan en el camino.  No creo que los actuales escoceses hayan quedado muy satisfechos con la visión de Fulljames. A pesar de las buenas intenciones del director de escena  resulta muy difícil dar vida a la trama de esta ópera, resultando además en algunos momentos confusa la propia producción.

La dirección musical estuvo encomendada a Michele Mariotti, que hacía su debut en el Covent Garden. Su lectura me ha resultado adecuada en cuanto a control y soporte de los cantantes, demostrando en este sentido su adecuación al belcanto. Aparte de estos aspectos positivos, eché en falta más inspiración por su parte, resultándome su lectura más plana de lo que esperaba. Desde luego se quedó por debajo de la versión que pude escuchar Alberto Zedda en La Coruña hace ahora 9 años e incluso de la que unos meses más tarde ofreció Riccardo Frizza en San Sebastián. Eché en falta a Antonio Pappano, quien ya ha dirigido con mucho éxito otras óperas serias de Rossini. La Orchestra de la Royal Opera House estuvo a su estupendo nivel habitual. Muy bien también el Royal Opera Chorus.

 

                                                                                         Escena

El reparto vocal ofrecía en los personajes de Elena, Giacomo y Malcolm a los tres mejores cantantes actuales en cada uno de los roles. Además, colmaron todas las altísimas expectativas de los espectadores.

Elena, La Donna del Lago, era la americana Joyce DiDonato. Su actuación ha sido espléndida. No se me ocurre quién pueda hacer esto mejor que ella hoy en día. Cantó con un gusto y una delicadeza ejemplares. En la escena final ofreció lo mejor de sí misma en una interpretación espectacular.

Juan Diego Flórez fue un Rey de Escocia ejemplar. No se puede cantar mejor. Su interpretación de “fiamma soave” fue de una exquisitez de cortar la respiración. Era impresionante en el terceto del primer acto ver la facilidad con la que Flórez lanzaba al viento sus DOs, mientras que su colega en la parte de Rodrigo pasaba apuros. Aquí es donde Juan Diego Flórez no tiene rival.

                                                                      Joyce DiDonato y Juan Diego Flórez

Daniela Barcellona fue una estupenda intérprete de Malcolm. Poderosa vocalmente y con la facilidad en agilidades que siempre le ha caracterizado. No le falta para ser una intérprete realmente histórica sino contar con una voz más atractiva, como lo eran las de Lucia Valentín Terrani o Marilyn Horne.

 

                                                                                      Daniela Barcellona

El personaje de Rodrigo es uno de esos que se puede calificar de imposibles. Nadie ha podido enfrentarse con éxito a su endiablada tesitura desde que Chris Merritt entró en decadencia. Hoy el único capaz de salir bien parado de la prueba sería Gregory Kunde, aunque tampoco lo fue así hace 9 años en la ocasión arriba mencionada de  San Sebastián.  Colin Lee tenía que haber sido el intérprete del personaje, pero canceló por enfermedad, siendo sustituido por Michael Spyres, cuya actuación es digna de alabanza, aunque pasó bastantes apuros e incluso tuvo algún accidente vocal.  Este joven tenor ha decidido en los últimos años abordar un repertorio poco aconsejable, que le está pasando factura. Poco tiene que ver su voz con la de aquel Aprendiz que cantara en Bilbao en la ópera Billy Budd y no han pasado todavía 4 años. Hoy sus graves son anchos y sonoros,  de auténtico barítono, mientras que el centro resulta más reducido y se estrecha mucho su voz en el camino hacia arriba. Es como si cantaran dos o incluso tres tenores distintos. Tiene arrojo y valentía, pero me temo que su futuro está muy negro.

                                                                                             El rey

Simón Orfila fue un adecuado Douglas, cantando con buena línea su aria en el primer acto. Este cantante no destaca por la calidad de su voz, pero es siempre un intérprete de toda garantía.

En los personajes secundarios me llamó la atención positivamente la voz de Justina Gringyte en la parte de Albina. Cumplió el veterano (67) Robin Leggate como Serano.

El Covent Garden puso otra vez el cartel de No Hay Billetes. El público mostró su entusiasmo con los cantantes durante la representación, dedicando ovaciones a Juan Diego Flórez bastantes segundos antes de que terminara la música del aria fiamma soave. En los saludos finales hubo muy sonoras muestras de entusiasmo para los tres grandes protagonistas. Se escuchó algún abucheo aislado para Mariotti. La representación comenzó con 5 minutos de retraso, al haber aviso de sustitución en el personaje de Rodrigo. La duración total fue de 3 horas y 5 minutos, incluyendo un intermedio. La duración estrictamente musical fue de 2 horas y 34 minutos. Los entusiastas aplausos finales finalizaron a los 6 minutos, como de costumbre. Las palmas echaban humo, pero el telón se bajó. El precio de la localidad más cara era de 207 euros. En los pisos superiores las entradas oscilaban entre 162 y 195 euros. En el piso más alto las localidades con visibilidad plena costaban 43 euros. Con visibilidad reducida se podía asistir a la representación por 9 euros. José M.  Irurzun

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