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Por Publicado el: 14/10/2014Categorías: Diálogos de besugos

Las críticas de Carmen de Bizet en la Zarzuela

Las críticas de Carmen de Bizet en la Zarzuela

No ha acabado de convencer esta «Carmen» en lo que respecta fundamentalmente a la puesta en escena.

El Mundo, 13/10/2014

‘Carmen’

Autores: Meilhac y Halevy. Música: Bizet. Traducción al español: Eduardo de Bray. Intérpretes: María José Montiel, Sabina Puértolas, José Ferrerom Rubén Amoretti, Coro Zarzuela, Pequeños Cantores JORCAM, Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección de escena: Ana Zamora: Dirección musical: Yi.Chen Lin. Teatro de la Zarzuela.

Ésta sí es la Carmen de España

Desde su estreno, Carmen triunfó en todo el mundo y lo hizo tanto en francés como, en el XIX, en italiano. No es de extrañar que Gerónimo Giménez tuviere en 1887 la idea de traducirla al español y presentarla como zarzuela. Hoy, las cosas son distintas y ninguna ópera se hace sino en su idioma original. Tanto que el francés de la Carmen lo tenemos tan interiorizado como para que suene raro que los «toreadores» sean toreros o que el tabernero Lilas Pastias, nombre surrelista y extraño donde los haya, se llame Curro Flores.

Ana Zamora apuesta por un montaje conceptual en vez de sensual. Esboza caminos y hasta hace aparecer a Micaela más de las veces que canta como contraponiendo dos sensibilidades y caracteres diferentes: bien y mal, sumisión y libertad, Micaela y Carmen. Al final, eso se diluye con la especie de asunción kitsch con que cierra. El concepto priva sobre la sensualidad, sobre la dirección de actores e incluso sobre la belleza poco auxiliada por el decorado multifuncional pero inexpresivo de Richard Cernier y el vestuario, poco adecuado y, a ratos, no muy bonito, de Deborah Macías.

Musicalmente, la directora china Yi-Chen Lin fue una revelación por su energía, precisión y buena concertación. Lo suyo tampoco es la pasión pero sí la técnica y exactitud. Pocas veces he oído más encajadas cosas como el quinteto del segundo acto. Bravo por ella. Y bravo por María José Montiel, la mejor Carmen de la actualidad con una perfección vocal y una calidez encomiables. Es un verdadero lujo para el teatro y para nuestro panorama lírico. También Sabina Puértolas compone una excelente Micaela. Discretos los hombres, José Ferrero y Rubén Amoretti, y excepcionalmente buenos, pues suele ser siempre algo en lo que se ahorra, algunos secundarios como Javier Galán, Mikeldi Atxalabandaso, Isabel Rodríguez y Marifé Nogales. Gracias a ellos se pudo disfrutar del quinteto o de la escena de las cartas, tantas veces sacrificadas. Y magnífica la Orquesta de la Comunidad de Madrid y muy bien el Coro de la Zarzuela y los Pequeños Cantores de la JORCAM.

Sin duda esta Carmen se va a discutir, pero lo indiscutible es que la Zarzuela se apunta un tanto más en su visión de recuperar su Historia y de desadormecer sus programaciones. Bravo por el Teatro y su dirección.

Carmen Montiel y Ferrero Zarzuela

ABC, 11/10/2014

El Teatro de la Zarzuela inauguró anoche la temporada con una «Carmen» en versión española

La apocada sensualidad del dúo de Carmen y Don José en el segundo acto es un ejemplo de una realización poco refinada José Ferrero tiene una realización más incómoda que fluida

«CARMEN» , DEBIZET Intérpretes: M.J. Montiel, S.Puértolas, J. Ferrero, R. Amoretti. Orq. Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de la Zarzuela. Dirección escena: A. Zamora, Dirección musical: Yi-Chen Lin. Lugar: Teatro de la Zarzuela. Fecha: 10-X.
A estas alturas es evidente que al Teatro de la Zarzuela le gusta el riesgo, declarándose inconformista e inquieto ante lo más original de nuestro patrimonio lírico. Acaba de comenzar la temporada, una vez cancelada la interpretación de «Maruxa» en versión de concierto, y todo se hace tangible. «Carmen», la «opéra-comique» de Ludovic Halévy y Henri Meilhac con música de Georges Bizet, se ve desde ayer en versión de zarzuela en cuatro actos, es decir con texto en castellano preparado por Saúl Agudo y Ana Zamora a partir de la traducción de Eduardo de Bray, publicada en 1890. Las razones históricas de aquella transformación están bien explicadas por Laura Santana en el libro-programa editado por el teatro y justifican que ahora se recupere; la interpretación en la que se basa añade otros matices que tienen origen ideológico en la reunión de la directora teatral Ana Zamora y la directora de orquesta Yi Chen-Lin.
De momento, la joven directora taiwanesa ha venido a descubrir que es posible manejar a la Orquesta de la Comunidad de Madrid y al Coro del Teatro con otra aptitud, procurando la igualdad y evitando la estridencia. «Carmen» se beneficia y el oído lo agradece, mientras el espíritu anhela, un rato sí y otro también, otra acidez, un penetrar en el drama que ayude a que María José Montiel, que tiene triunfos suficientes para ser una protagonista de gran personalidad, no se columpie en una lentitud que deja descafeinadas soluciones vocales muy estimables, habanera y seguidilla incluidas.
Es el gesto intenso que cualquiera querría sentir ante esta obra y que la escena muestra con timidez a pesar de proponerse sobre un «sicologismo» teórico y verosímil según el cual la obra ahonda en el drama de los hombres que no saben cómo actuar frente a una mujer libre. De entrada, el escenario casi único, desnudo de todo adorno, apenas evocador de los espacios acentúa el peligro de una interpretación a veces esquemática. La apocada sensualidad del dúo de Carmen y Don José en el segundo acto es un ejemplo paradigmático para una realización a la que le asoman con demasiada facilidad maneras poco refinadas.
Se explica así las muy distintas impostaciones vocales con las que los intérpretes dicen el texto, desde lo natural a lo tosco. El tenor José Ferrero se luce, en este sentido, en una realización más caracterizada por la incomodidad que por la fluidez. Acabar la obra en un «quasi parlato» con la voz forzada sólo demuestra que lo andado anteriormente no podía tener buen fin. O el Escamillo oscurecido de Rubén Amoretti. En cambio tiene una perspectiva muy distinta el devenir de Sabina Puértolas porque prevalece la intención a la materia y se atisba un esfuerzo por estar a la altura.

El Teatro de la Zarzuela cumplía ayer 158 años de existencia y, por esta razón, dedicó la representación a todos los que han colaborado a construir su historia. En ella ha habido de todo. También otras «Carmen» que fueron referencia y ante las que es heroico competir. El listón estaba alto y la apuesta es ambiciosa. Los aplausos que sonaron tras el estreno de anoche son, en cualquier caso, una rúbrica de felicidad que compensa el esfuerzo. Ya se sabe que el hombre (dicho aquí en un sentido neutro) tan sólo propone. Alberto González Lapuente

carmen Montiel Zarzuela

LA RAZÓN, 12/10/2014

FOSO SALVADOR

Bizet: “Carmen”. María José Montiel, José Ferrero, Sabina Puértolas, Rubén Amoretti, Isabel Rodríguez García, Marifé Nogales, Javier Galán, Mikel Atxalandabaso, Francisco Tójar, Gerardo Bullón, José Vicente Ramos, Juan Pedro Schwartz, Isabel González, Alberto Ríos. Dirección musical: Yi-Chen Lin. Dirección de escena: Ana Zamora. Teatro de la Zarzuela, Madrid. 10-10-2014.

Buena idea la de recuperar esta versión española de la “ópera cómica” “Carmen”, que se estrenó de tal guisa en este mismo coliseo en 1887. Aunque la contemplada es la de Eduardo de Bray, presentada en el Teatro del Circo de Barcelona en 1890. Sobre ella, que hoy nos parece anticuada y forzada en su conexión con las notas, Ana Zamora establece una inteligente conexión con el machista epigrama de Páladas de Alejandría (s. IV d. C.): “Toda mujer es hiel, pero tiene dos momentos buenos: uno en el tálamo, el otro al morir”. En él se inspiró Merimée para la novela de la que nació la ópera. Con tal fin, la regista busca obvios subrayados, con proyecciones semi abstractas, consignación de epigramas y encuentros en los entreactos de Carmen y Micaela, unidas frente a la iniquidad. Lo que conecta, y el florido, onírico y un poco absurdo final, con la gitana coronada por los niños, lo abona, con la lucha contra la violencia de género.

El minimalista decorado de Richard Cenier asemeja el exterior de una plaza de toros, con arcos y escalinatas que cambian de sitio. Sobre él se realiza un movimiento escénico acartonado. No hay colorido ni tensión, no hay bullicio. Inocua dirección de actores, con lo que el fuego, la urgencia dramática necesarios desaparecen. La sosería no se disimula por el hecho de que cada uno de los cuadros se desarrolle en una época distinta: primeras décadas del XIX, finales de ese siglo, años 30 del XX y la actualidad. En esta escena nada abigarrada, los contrabandistas son milicianos de nuestra guerra civil. Los figurines, nada verosímiles, tampoco ayudan.

Afortunadamente, el foso funcionó gracias a la dirección precisa, animada, elástica y vigorosa, atenta también a lo lírico, de la china de Taiwan Yi-Chen Lin, que concertó con soltura. La orquesta sonó bien; como el coro, sobre todo las féminas, con sólo algunos desajustes pasajeros. Carmen fue María José Montiel cálida de timbre, redonda de emisión, con carnosas y hermosas notas. Algún sonido algo destemplado, y una leve desafinación en la repetición de la “Habanera” no son máculas a una labor que construyó personaje, asentado en un fraseo sinuoso y en el sabio empleo de los reguladores.

Ferrero, de centro y graves timbrados de buen tenor lírico, no tuvo su noche. A partir de la zona de pasaje la voz se descoloca, pierde apoyo, lo que impide el fraseo natural y el legato. Prodigó sonoros falsetes. Fresca, bien emitida, extensa, maleable la voz de Sabina Puértolas, que delineó una exquisita Micaela. Amoretti, de emisión “cupa”, timbre no especialmente atractivo, pero oscuro y firme, hizo un Escamillo enormemente seguro. Timbrado, bien cantado el Morales de Bullón y algo rígido y de dudosa vocalización, el contundente Zúñiga de Tójar. Solventaron sin problemas sus partes Isabel Rodríguez García y Marifé Nogales. Lo mismo que Galán y Atxalandabaso que, con Montiel y la batuta, interpretaron un espléndido quinteto. Arturo Reverter

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