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Por Publicado el: 28/10/2012Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Lissner y Mortier (versión ampliada)

Lissner y Mortier

Stéphane Lissner ha vuelto a ser noticia por su nombramiento como futuro director de la Ópera de París a partir de 2015. Era algo más que sabido su deseo de llegar a la capital de Francia. Allí ya estuvo, pero dirigiendo la Orquesta de París y el Chatelet, equivalente a nuestro Teatro de la Zarzuela. Lo dejó para incorporarse al Teatro Real (1995-97), contratado por Elena Salgado, aunque no llegó a ver su inauguración. Antes tiró la toalla y partió para Aix-on-Provence, de donde saltó a la Scala en 2006 de forma bastante incomprensible. Ha ejercido también las máximas responsabilidades en el Teatro de la Madeleine, el de Bouffes du Nord y las Wiener Festwochen. Empezó su labor en la Scala sin director musical, al igual que Mortier en Madrid, para luego decantarse por Barenboim. Su periodo scagliero deja un balance discutible, no ya por el déficit financiero, sino por la total pérdida de personalidad que ha experimentado la meca de la ópera, convertida hoy casi en un sucedáneo germanófilo. Baste apuntar que la próxima edición se abrirá con un “Lohengrin” a cargo de Barenboim y que quizá su mejor producción fuese el “Tristán” de 2007” con Chéreau y el citado Barenboim. Se pensó, dadas las generalizadas críticas cosechadas, que no renovaría contrato tras los cuatro primeros años, pero los políticos prefirieron hacerlo antes que reconocer el error del nombramiento, aún a costa de una remuneración que supera el millón de euros.

Nicolás Joel dirige la Ópera de París tras la jubilación forzosa de Mortier en 2009. Nada más tomar posesión padeció un derrame cerebral que le paralizó parte del cuerpo durante algunos meses ofreciéndose Mortier, entonces en paro tras el fiasco de su contrato en la New York City Opera, a reincorporarse. El Ministro de Cultura desechó la oferta y Joel se recuperó en gran parte. Sin embargo los mínimos recortes que se han anunciado para el teatro en los próximos años –tan sólo un 2,5% anual frente al 30% o 50% de los españoles- le han llevado a renunciar a prorrogar mandato. Lissner pisará mucho mejor en París que en Milán.

Él fue la gran apuesta de Gregorio Marañón tras la finalización del contrato de Antonio Moral pero Lissner, que es persona muy astuta, jugó la baza para asegurarse la Scala por más tiempo y más dinero, además de separarse de su esposa para unirse a una mujer que deseaba quedarse en Italia. Y así llegó Mortier al Real, desde el paro y por carambola. Todo esto está en las hemerotecas no que, cuando aún se pensaba en el regreso de Lissner a Madrid, el ministro Cesar Antonio Molina quiso que el Liceo despidiese a Joan Matabosch y contratase a Mortier con un amigo crítico musical como su mano derecha. “Así España tendrá a los dos más grandes” en ejemplo típico del derroche que nos ha llevado donde nos ha llevado.

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