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Por Publicado el: 13/01/2016Categorías: Crítica

Pehlivanian, sinfonismo de altura en la JONDE

SINFONISMO DE ALTURA

Peris: “Variaciones sobre una pavana de Luys de Milán”. Shostakovich: “Sinfonía nº 7, Leningrado”. Joven Orquesta Nacional de España. Director: George Pehlivanian. Auditorio Nacional, Madrid. 12-1-2016. Temporada de Ibermúsica.

Pehlivanian

            Por lo escuchado, ha debido de existir una buena comunicación entre la batuta y el conjunto sinfónico, lo que ha redundado en la consecución de unas interpretaciones de mérito, en las que ha brillado tanto el concepto directorial, firme y definido, como la respuesta de los jóvenes músicos, entre los que se incrustaban cinco invitados foráneos. En la sólida composición del anciano maestro José Peris hemos podido admirar, en palabras de Teresa Cascudo, “la complejidad colorista conseguida mediante la confluencia de instrumentación, armonía y heterofonía”. La bien ordenada interpretación nos permitió seguir los numerosos contrastes, el manejo de los bloques de acordes, el juego de disonancias, los “divisi”, los contratiempos, los poderosos “tutti” y los trazos delicados; y la libertad del autor para fantasear, como lo hubiera hecho su maestro Carl Orff, con los timbres .

            La muy extensa -80 minutos- “Sinfonía Leningrado” de Shostakovich, que con frecuencia resulta plúmbea y repetitiva, tuvo en este caso una recreación animada y vigorosa, no exenta de oasis líricos y meditativos. Los unísonos del comienzo sonaron igualados y seguros, lo mismo que las intervenciones a solo. Y la larga y obsesiva marcha hacia el horrísono clímax del primer movimiento fue organizada sobre un bien controlado “crescendo”, con un cierre quizá en exceso borroso. Escuchamos gráciles violines y advertimos aérea ligereza en la danza del segundo, con protagonismo del clarinete bajo.

            La frase de la cuerda que abre el Adagio sonó en todo su esplendor y los “pizzicati” tuvieron cuerpo y exactitud. Marcha furiosa luego en el movimiento de cierre, que tuvo en los pasajes más exquisitos el refinamiento pedido. El ascenso hacia la triunfal conclusión se realizó de manera impetuosa, impulsada por la certera y móvil batuta del norteamericano Pehlivanian, un director de poca envergadura, pero de brazo amplio, gesto claro y mímica variada y convincente, que entiende como se debe esta música, ora concentrada y lacónica, ora exultante y restallante. Nos faltó una mayor imaginación colorista y una mayor transparencia de planos. Triunfo muy justo. Arturo Reverter

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