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Por Publicado el: 19/01/2017Categorías: En vivo

Tras la borrasca, pianismo exquisito

Tras la borrasca, pianismo exquisito

Obras de Aragón, Grieg y Schubert. Javier Perianes, piano. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: Víctor Pablo Pérez. Auditorio Nacional, Madrid. 17 de Nero de 2017.

Abría la sesión la obra de Emilio Aragón “La flor más grande del mundo”, escrita para el proyecto Mosaico de sonidos apadrinado por el BBVA, Plena Inclusión y la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas, que pretende, y consigue, atraer al mundo de la orquesta a personas discapacitadas. En su versión madrileña diez jóvenes, bien adiestrados, en algún caso orientados por los músicos profesionales, se sumaron a las huestes de la Orquesta madrileña; y lo hicieron con puntualidad y general eficacia. La partitura de Aragón, sencilla, de rítmica muy fácil, cumple con tan noble función. Música grata y variada que ilustra el texto de Saramago –leído por Óscar Concha- y que fue dirigida en este caso por el mismo autor. Los intríngulis del proyecto se nos mostraron previamente en un bien cocinado documental.

El pianista Javier Perianes

Durante la interpretación de la obra y en varias ocasiones se escucharon las exclamaciones de un energúmeno: “¡Esto es una mierda, fuera!”, bramaba como un poseso mientras sonaba la música. Tras los saludos correspondientes al acabar la interpretación, el individuo en cuestión, desde su atalaya de la galería impar, siguió pronunciando improperios, lo que motivó la presencia de los responsables del Auditorio, su director al frente, que, en unión de dos miembros de seguridad, trataron de convencer al fanático para que abandonara la sala. Lejos de obedecer, se pertrechó, y en un descuido lanzó al escenario, en el que los profesores se disponían a ocupar sus plazas, el teléfono móvil de la jefa de sala. En el tira y afloja el majara aún tuvo tiempo de arrojar al vacío la porra de un “segurata”.

Durante la refriega, que duró lo suyo –por lo menos 30 minutos-, gran parte del público amenizó la sesión con exclamaciones de “¡Fuera, fuera!”. Todos estábamos extrañados de que la policía no hiciera acto de presencia. Finalmente, el rebelde pudo ser capturado y arrastrado a la fuerza y, al parecer, entregado a las autoridades. Lamentable. De ahí que La segunda obra programada, el “Concierto para piano” de Grieg, se hiciera esperar. Valió la pena la demora, pues pudimos degustar una interpretación de altos vuelos en la que Perianes, tras un arranque poderoso, nos deleitó con un variado juego de matices, de acentos y colores en un discurso poblado de contrastes en el que mostró sus habilidades para la frase “cantabile”, el trino exquisito, la suave inflexión. El segundo tema del Allegro inicial fue dicho con delicuescencia y repetido, en la misma línea poética, por los chelos.

El canto evanescente del “Adagio” puso en evidencia la capacidad de concentración lírica del pianista, que arrancó de manera fulgurante el tercer movimiento. Piano confidencial, claro y rotundo, bien cortejado por el “tutti” y por el mando de Pérez, que no pudo evitar algunas sonoridades desabridas, más abundantes en la muy loable versión de la “Sinfonía nº 9”, “La Grande”, de Schubert. La difícil transición del “Andante” al “Allegro” estuvo bien resuelta gracias a un paulatino e inteligente “accelerando”. Luego, el director supo mantener el norte rítmico sin desfallecer. Frente a algunos desajustes, como el del comienzo de la repetición del primer movimiento, y a ocasionales borrosidades y destemplanzas, la sinfonía discurrió ágilmente y tuvo algunos instantes de espléndida ejecución, como el del clímax del segundo movimiento. Arturo Reverter

Posdata: El diario La Razón publicó la siguiente noticia:

«La tarde se preveía tranquila en el Auditorio Nacional y nada hacía presagiar que tuviera que ser necesaria la actuación de la Policía Nacional. La primera parte del concierto del pianista Javier Perianes estaba dirigida por Emilio Aragón, que subió al podio para conducir una pieza suya con una orquesta formada por jóvenes discapacitados. En medio de la interpretación un hombre se levantó de su asiento al grito de “Vaya una mierda. Fuera” Hubo bastantes protestas y al término de la interpretación la jefa de sala subió a hablar con el responsable de la algarabía, quien le arrancó el teléfono y lo arrojó a los miembros de la orquesta.

Fue necesaria una interrupción de 25 minutos para que se calmaran los ánimos. No obstante, no fue tarea sencilla calmar al alborotador y los responsables del Auditorio Nacional tuvieron que pedir auxilio a la Policía Nacional para poder reducirlo. A pesar de todo, Perianes y Victor Pablo Pérez pudieron concluir su interpretación.»

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