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Por Publicado el: 21/03/2017Categorías: Noticias

Pierre Boulez Saal, envidia de la sana

Pierre Boulez Saal, envidia de la sana

Mientras que en España se cierran con demasiada frecuencia salas de conciertos, o simplemente se dejan sin programación a la espera de su derrumbe dolorosamente real, Alemania parece tener una fuerte convicción de ampliar sus horizontes culturales, y en particular los musicales, dando como prueba la apertura de dos salas que, tanto en el aspecto musical como en el arquitectónico, son absolutamente impecables.

El 11 de enero de este año se abría la Elbphilharmonie en Hamburgo, de estilo deconstructivo y diseñado por Herzog y Meuron. Supuso un dolor de cabeza por sus incrementos de costo en la obra, pero, una vez abierta, el mundo se ha quedado con la boca abierta en la fantástica inauguración que ha dado al muelle del río Elba una referencia cultural inapreciable.

El 4 de marzo Berlín se subió al carro de las sorpresas maravillosas e inauguró la que será la sede de la Academia Barenboim-Said. Pequeña en su concepción ha sido creada para la intimidad y la acústica perfecta.

Frank Gehry, que ha diseñado gratis la sala para su amigo Daniel Barenboim, ha creado un  nuevo concepto de auditorio, en forma de falsa elipse, que permite a cada oyente sentir una conexión directa con los artistas.

Todo ello perfectamente estudiado por Yasuhisa Toyota, que se unió al esfuerzo para crear la acústica impecable de la sala, por cierto también de forma gratuita.

El exterior del edificio se ha mantenido como recuerdo del pasado de Berlín, mientras que el interior suma  21 salas de ensayo, un auditorio, una biblioteca, oficinas y otros espacios auxiliares que ocupan una superficie de 6.500 metros cuadrados.

A la sala se la ha bautizado con el nombre de otro gran amigo de Barenboim, Pierre Boulez, desaparecido el 5 de enero del pasado año. Se conocieron cuando el pianista tenía 21 años y es de honra que Berlín le haga un homenaje al maestro que durante más de medio siglo vivió y llenó de gloria Alemania.

Como la ha calificado Barenboim, «Música para el oído que piensa». En fin, envidia de la sana…

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