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Por Publicado el: 18/01/2017Categorías: En vivo

Werther: Post Festum, Pestum. Los dos repartos

Piotr Beczala triunfa en Werther 
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 15 Enero 2017

Vuelve Werther al Liceu después de una ausencia de 25 años. En aquella ocasión fue Alfredo Kraus su protagonista, que ya lo había cantado en dos ocasiones anteriores en el mismo teatro. La vuelta de la ópera de Massenet se ha saldado con un buen éxito, debido especialmente a la actuación de Piotr Beczala en el rol protagonista.

Escena

Al frente de la dirección musical ha estado el francés Alain Altinoglu, que hacía su debut en el Liceu de Barcelona. Estamos ante uno de los nuevos valores consolidados de la dirección, que a sus 41 años puede presumir de haber dirigido en los principales coliseos operísticos y de ser actualmente el director musical de un teatro de prestigio, como es el de La Monnaie de Bruselas. Su lectura ha sido particularmente convincente en la segunda parte de la ópera, en la que el dramatismo está especialmente presente. Hoy en día es una de las mejores realidades francesas en la dirección musical y así lo ha demostrado. Ha sabido controlar perfectamente el sonido del foso, lo que podría haber sido un problema, ya que las voces del escenario no eran excesivas en cuanto a volumen se refiere. He vuelto a encontrar mejorada a la Orquesta del Liceu, confirmando lo que ha venido ocurriendo en los últimos meses.

En esta ópera, como en pocas otras, la figura del protagonista es fundamental. Por bien que funcione todo, un Werther mediocre lleva a la ópera al fracaso. En cambio un protagonista de excepción puede hacer que una representación sea recordada por mucho tiempo. En el Liceu hemos podido disfrutar de un Werther excepcional en la persona del tenor polaco Piotr Beczala, que vivió el personaje con gran intensidad y dio todo un curso de bien cantar de principio a fin. Hace 9 años tuve la suerte de verle en el personaje en Munich y entonces dije que era el mejor Werther que había visto desde la desaparición de Alfredo Kraus. Ahora puedo decir lo mismo. Para mí se trata del mejor Werther de la actualidad, incluyendo al mismo Jonas Kaufmann. Piotr Beczala ha obtenido un merecido triunfo con su Werther y me sumo a la exclamación de un espectador: ¡Eres el mejor del mundo! Su interpretación de la siempre esperada Pourquoi me reveiller fue magnífica, viéndose obligado a bisarla ante las aclamaciones del público.

Piotr Beczala y Anna Caterina Antonaci

Charlotte era la italiana Anna Caterina Antonacci, que sigue siendo una gran artista, aunque en declive vocal. Su composición del personaje fue plenamente convincente, como no puede ser de otra manera tratándose de ella. Vocalmente, hay claros signo de fatiga en las notas altas y su voz es más reducida que la de hace unos años.

Debutaba en el Liceu la soprano donostiarra Elena Sancho Pereg, que hizo una intachable Sophie. La voz es atractiva y está muy bien manejada, mostrando además buenas cualidades escénicas y una figura muy adecuada. Esperemos volver a verla pronto en cualquier otro teatro del país.

En la parte de Albert el barítono catalán Joan Martín Royo sustituyó al canadiense Etienne Dupuis y su actuación fue convincente en todos los sentidos. El personaje no tiene una gran relevancia, pero Martín Royo lo cubrió a plena satisfacción.

En cuanto a los personajes secundarios, Stefano Palatchi fue un más bien modesto Bailli en términos vocales. Johann y Schmidt tienen aquí una relevancia escénica considerable y fueron bien cubiertos por Marc Canturri y Antoni Comas, respectivamente.

La producción escénica lleva la firma de Willy Decker y aparece anunciada como procedente de la Opera de Frankfurt, habiéndose visto anteriormente en varias capitales europeas, así como en el Teatro Real de Madrid hace 6 años. La escenografía es única y minimalista (Wolfgang Gussmann) y ofrece la contraposición entre el ambiente de interiores, donde los personajes viven su drama, y el mundo exterior al fondo de la escena. El vestuario del mismo Wolfgang Gussmann ofrece el contraste entre el azul oscuro de todos los personajes y el amarillo de Werther, y parece ubicarse en el siglo XIX. La iluminación la ha realizado en esta ocasión Hans Toelstede y funciona muy bien.

Escena

En este tipo de producciones minimalistas la dirección escénica cobra una importancia enorme, especialmente en este caso, ya que el libreto marca perfectamente las ambientaciones de los distintos actos y hace falta una gran dirección para meternos en el drama en una ambientación que poco tiene que ver con la que marca el libreto. En este sentido la producción de Willy Decker hizo agua en Madrid, mientras que en Barcelona las cosas han mejorado, aunque posiblemente la diferencia se haya debido a la mejor habilidad escénica de los protagonistas en esta ocasión. Los personajes de Johann y Schmidt resultan bastante absurdos en la concepción de Willy Decker, especialmente en el arranque del segundo acto.

El teatro ofrecía una ocupación de alrededor del 85 % de su aforo. El público mostró su entusiasmo tras el aria de Werther, con ovaciones muy prolongadas. En los saludos finales el triunfador indiscutible fue Piotr Beczala.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 44 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 9 minutos, incluyendo el bis de Pourquoi me reveiller. Seis minutos de aplausos. José María Irurzun

El precio de la localidad más cara era de 279 euros, habiendo butacas de platea desde 154 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 37 euros.

Segundo reparto

«Post Festum, Pestum»
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 17 Enero 2017.

Hay una expresión latina que me parece muy adecuada para lo que ha ocurrido en el Liceu en esta segunda representación de Werther, tras el gran éxito de la función de estreno. Me refiero a la expresión: Post Festum, Pestum. En traducción literal podríamos convertirla en Tras la fiesta, la peste, aunque me resulta más fina la que hacen los sevillanos, es decir Lunes de resaca, aunque en este caso sea Martes.

Escena

Efectivamente, tras el éxito del estreno y el triunfo de Piotr Beczala, pasamos a un segundo reparto, en el que parece que al circo del Liceu le han crecido los enanos. Como explicaba Christina Scheppelmann en el escenario justo antes de comenzar la representación, José Bros avisó por la mañana que no podía cantar debido a un fuerte resfriado y ahí comenzó la aventura de encontrar un sustitutito, que, finalmente, fue el tenor mejicano Arturo Chacón Cruz, que se encontraba en Valencia en los ensayos de la próxima Traviata. Con la comprensión del Palau de Les Arts se pudo trasladar con toda urgencia al mejicano a Barcelona y evitar una previsible cancelación. Se salvó la función, aunque el resultado global ha quedado muy por debajo del día anterior.

Nada nuevo hay que reseñar de la producción de Willy Decker ni tampoco de la dirección musical de Alain Altinoglu, aunque he de confesar que en esta ocasión me he centrado mucho más en su lectura, ya que lo que pasaba en el escenario no era particularmente interesante. Así que debo decir que he disfrutado con la dirección de Alain Altinoglu, que me ha parecido muy adecuada.

Como digo más arriba, la cancelación de José Bros ha sido saldada con la accidentada presencia de Arturo Chacón Cruz en el personaje de Werther. No me parece que tenga mucho sentido entrar en detalles sobre su actuación, ya que no se le podía pedir mucho más que salvar los muebles, cuando no ha podido tener oportunidad ni de ensayar. Su actuación ha sido digna y ha resuelto una endiablada papeleta al teatro. Entrar en comparaciones sería absurdo, además de injusto.

Arturo Chacón Cruz

La nueva Charlotte era la mezzo-soprano francesa Nora Gubisch, cuya actuación dejó mucho que desear en términos vocales. Confieso que su presencia me resultaba sorprendente de antemano, ya que había tenido ocasión de verla en varias ocasiones en Francia y nunca me había parecido más que una modesta cantante. Hoy su timbre resulta muy poco atractivo, con una falta de frescura notable, quedando muy corta por abajo y muy apretada por arriba. Desde mi punto de vista, es un error de reparto.

Sonia de Munck lo hizo bien en la parte de Sophie, con una voz atractiva, aunque un tanto reducida.

En la parte de Albert tuvimos a Carlos Daza y su actuación fue convincente en escena y muy adecuada en términos vocales. Casi me atrevería a decir que fue lo mejor del reparto, si no fuera por algunos sonidos excesivamente engolados.

Los personajes secundarios repetían actuación todos ellos.

El Liceu ofrecía una entrada de alrededor del 80 % de su aforo. El público se mostró poco entusiasmado a escena abierta, dando una cálida acogida a los artistas en los saludos finales, aunque no hubo muestras de entusiasmo para ninguno de ellos.

La representación comenzó puntualmente con la presencia de la directora artística del teatro explicando los problemas de la cancelación del protagonista y su correspondiente sustitución. La representación tuvo una duración total de 2 horas y 41 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 8 minutos. Cinco minutos de aplausos. José M. Irurzun

El precio de la localidad más cara era de 195 euros, habiendo butacas de platea al precio de 105 euros. La entrada más barata con visibilidad costaba 25 euros.

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