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Por Publicado el: 22/06/2017Categorías: Entrevistas

Rui Massena: «Tengo fe en la vida»

 

© Rita Carmo

 

  • Iniciamos el abordaje a un nuevo espacio sonoro organizado
  • Europa necesita de nuestra identidad
  • La experiencia es la nueva realidad
  • Si tengo ganas de hacer algo, es porque estoy aprendiendo

 

Director de orquesta, gestor cultural, jurado en un concurso televisivo… el último territorio en explorar por Rui Massena (Oporto, 1972) fue la composición. Y como en los anteriores, volvió a dar la campanada hace dos años, convirtiendo en superventa Solo, el primer disco con su música, como anteriormente había hecho con Expensive Soul Symphonic Experience. Coincidiendo con su debut en España hace unas semanas, junto a su primer álbum ha aparecido el segundo trabajo, Ensemble, en el que recupera el placer de la música en compañía, mostrando su interés en compartir experiencias.

 

P. Haber sido titular de la Sinfónica de Roma durante dos temporadas lleva a pensar que su talla internacional se la debe a la dirección

R. Claramente, diría que si

P. Anotándose el tanto de ser la primera batuta portuguesa que se presentó en el Carnegie Hall. ¿Al frente de qué agrupación?

R. De la New England Symphony, cuando estaba como Orquesta Residente del Carnegie Hall. Dirigí un programa con música de Beethoven y Mozart

P .Le queda pendiente una visita con la suya

R. No lo se, porque esta es una fase muy nueva de mi vida, después de haber sido doce años de titular en la Orquesta Clásica de Madeira, antes de responsabilizarme en 2012 de Guimaraes Capital Europea de la Cultura, donde fundé la Orquesta Estudio…

P. Un proyecto ambicioso

R. También a mí me lo pareció, al verme allí con músicos de 22 nacionalidades europeas. Durante ese periodo dirigí en 14 países, principalmente en Italia. Pero a partir de 2013 me faltaba motivación. Estaba seco, cansado, y no podía sacar lo mejor de mí como músico. Como director, o amas el trabajo con otros para sacar lo mejor de cada uno para hacer buena música, o no consigues nada. Fue así como apareció en mi camino la composición, de la que me había mantenido alejado toda la vida, porque todo el tiempo lo absorbía la orquesta. En aquel momento pensando en la necesidad de rescatar mi amor por la música, decidí hacer un parón para encerrarme a componer, y en 2014 lancé Solo, mi primer álbum de temas originales, sin pretensión de llegar a ser un clásico complejo, profundo. En mi vida aspiraba únicamente a la tranquilidad, y creo que las cosas salieron así, porque aquel disco me trajo esa paz a la que aspiraba.

P. ¿Aquello le llevó a romper definitivamente con el podium?

R. Fue un paréntesis de sólo dos años. Después volví a dirigir música, incluída la mía que grabé para el segundo álbum. Si en el primero me centré en solitario en el piano, porque no necesitaba ponerme de acuerdo con nadie para tocar, al proyectar el segundo, recuperé la voluntad de compartir la experiencia con otros en el escenario, y lo conseguí con la sección de cuerda de la Orquesta Nacional Checa. Así que estoy comenzando otra vez. Tengo dos o tres invitaciones para dirigir, aunque hoy por hoy es música de otros.

P. La suya la podríamos encuadrar dentro del minimalismo, que en su país ya profesaron colegas como Rodrigo Leao. ¿Hay algún punto personal en su obra que la identifique con algo así como minimalismo portugués?

R. Por qué no. Por lo pronto, al contar como punto de partida con una formación clásica, un aspecto que no se da en el caso de Rodrigo, me veo en un movimiento que podríamos llamar neoclásico. En lo que a mí respecta, escribo todo: la parte de piano y la de la orquesta. Poco más puedo decir. La primera idea fue hacer cosas sencillas. Mi tendencia cuando me pongo frente al piano es tocar muchas notas y a partir de ahí, tirar adelante. Perfeccionar el trabajo como si se tratase de una escultura. Barenboim dice algo en ese sentido: que el papel del maestro consiste en depurar, haciendo una buena elección a la hora de decidir lo que quieres. Aspirando a que mi música no fuera compleja, apliqué ese criterio de sencillez, recurriendo a pocas notas, a la melodía sin pasarme, a las armonías sencillas… Todo esto, en el intento de que mi música llegue a las personas, algo que muchas veces no se consigue con la clásica.

 

© Rita Carmo

 

P. Al reducir la música a su mínima expresión ¿Tiene algún héroe en su cabeza, desde John Cage a Philip Glass?

R. Está claro que he bebido en todas esas fuentes, recorriendo toda la Historia de la Música. Pero en este momento los creadores que más me gustan serían Ludovico Einaudi, Yann Tiersen, Alexandre Desplat, Michael Nymann

P. Con este último comparte un nombre con el que ambos han trabajado: Ute Lemper.¿Cuál es su relación con las voces? ¿Ha dirigido alguna vez óperas?

R. En tres ocasiones, y aunque no he querido convertir ese aspecto de mi trabajo en una especialidad, porque he hecho mucha más sinfónica, la ópera es algo que quiero potenciar en el futuro, porque me gusta muchísimo.

P. En el primer disco aparece un tema que ha titulado Fe. ¿La tiene en sí mismo?. ¿Es optimista?

R. Como necesito serlo, hago todo lo posible por conseguirlo. Y me gusta pensar que soy una persona de mucha fe. Como tal me definiría.

P. Hasta el punto de creer en ese «camino sin curva alguna» del que se habla en las palabras de presentación de su segundo disco ¿Existe?

R. Son de un poema de Pessoa que me regaló mi madre para serenarme, cuando me veía inquieto. Si quieres ver qué hay detrás de la curva y no puedes, debes llegar tranquilo a ella para, a partir de ese punto, como dice Pessoa, observar qué hay detrás. Tengo fe en la vida, en la posibilidad de renacer, en un ejercicio del espíritu positivo, constructivo. Aspiro a una sociedad mejor, más evolucionada gracias a una mayor espiritualidad. Una sociedad tolerante que respeta, que ama. En todo eso creo.

P. Un DVD suyo se convirtió en 2012 en el más vendido en Portugal; ha participado en un programa televisivo. Apostando tan fuerte por la imagen ¿No ha pensado en escribir música para el cine, como Nymann o Glass?

R. Estoy en ello. Ese será mi siguiente paso. La película se llamará Fátima: el tesoro secreto.

P. Parece un título de humor

R. (ríe). Se trata de un trabajo de dibujos animados, que documenta las apariciones de Fátima.

P. Esa Fátima, que, comentaba Amalia Rodrigues, algunos decían que era una de las tres “F” que habían acabado con Portugal

R …junto con el Fado y el Fútbol (ríe con fuerza). Ese era en sus tiempos un chiste muy popular. La película –pone un corte en su teléfono para mostrar los resultados- está previsto que se estrene en 2018. También aquí aparece un tema de fe asociada a la idea de una sociedad positiva; un tema ecuménico. En cuanto al DVD que menciona, el Expensive Soul que hice con la Orquestra Estúdio que antes cité, obedece a mi experiencia como programador musical. En él planteaba la orquesta como un instrumento que se debe mostrar. No es sólo la música. Sería como la tela para un pintor: admite que le apliquen todo tipo de colores. Así es como se la presenté a millares de personas que no la conocían. Es una fórmula moderna, que en América se conoce desde hace muchos años

P. Lo hizo Bernstein

R. Y los Boston Pop

P…Incluso Rattle en Berlín…

R. Claro. Hay que hacerlo. Para que todo esto continúe funcionando, debemos estar cerca de la gente. Convertirnos en importantes para el público. De no ser así, la música desaparece y con ella la industria musical. Si he apostado siempre por comunicar, recurriendo a medios como la televisión, ha sido con la idea de aproximar la cultura al público. Incluso formando parte del jurado en un concurso de aproximación creativa como Música Maestro. Pensé que mejor era estar yo ahí y poder dar una opinión formada, que otro que no sepa lo que dice. Si acepté, no era por los concursantes, sino por los que estaban al otro lado del televisor, hablándoles de los compositores para que pudieran establecer una relación con ellos.

© Rita Carmo

 

P. ¿Cómo valora lo que se llama música clásica que se está haciendo?

R. Desde mi punto de vista podríamos hablar del movimiento que defienden los creadores citados: Einaudi, Tiersen, Glass…

P. … Al margen de ellos… ¿O apuesta por el minimalismo porque no está contento con lo que se conoce como música clásica contemporánea?

R. A finales del siglo XX, la música vivió un momento muy difícil, que apartó de ella a mucha gente de la experiencia auditiva. No gustaba lo que los compositores hacían, porque resultaba exageradamente conceptual. Escribían cosas porque los amigos les animaban, porque estaba bien pensada, pero no pasaba de ser un simple desafío conceptual que en los últimos 30 o 40 años acabó por alejar a la gente de la música. Es ahora cuando, aportando nuevas ideas sonoras, se está viviendo una nueva revolución. Un ejemplo sería Dusapin. Asistí hace un par de meses en la Ópera Garnier de París al estreno de su Concierto para Violonchelo. Una obra difícil, pero consigue que sientas algo al escucharla. Está más próxima del oyente. Percibes que se vuelve a apostar por el sonido. Podríamos hablar de una revolución positiva.

P. ¿Involución? ¿Regreso a formas del pasado, quiere decir?

R. No es una involución. Hablo simplemente de un resultado más cercano.

P. ¿Más orgánico?

R. Eso es: son obras más orgánicas. Por ahí va la idea que menciono de un regreso, que considero necesario. Todos sentimos que para ser más verdaderos debemos aproximarnos más a los demás. Este es el siglo de la experiencia. La experiencia es la nueva realidad. Tienes que ofrecer una experiencia -sonora, auditiva-, envolvente. Si no lo haces, las personas se van. Porque es esto lo que quieren. Muchas veces no se trata de la música en sí, sino de la experiencia que se les brinda. Alguien diría que el intérprete del estreno de Dusapin se pasó 15 minutos afinando el violonchelo. Pero estoy convencido de que el público lo entendió como una experiencia vital. Hay un nuevo renacimiento en la música contemporánea.

P. ¿Cómo se valora en Portugal hoy la música en general y la suya en particular?

R. La gran sorpresa para mí, a juzgar por la venta de los dos discos, y teniendo en cuenta que se trata de música instrumental, ha sido comprobar cuánta gente se ha interesado por mi música. Eso es un signo de que la sociedad, que estaba plastificada, quiere otras cosas. Y también acepta otras. Como que el espectro auditivo debe ser mayor, porque es necesario. No todo va a ser la Sexta Sinfonía de Mahler. Estamos iniciando el abordaje a un nuevo espacio sonoro organizado. Por ventura más fácil, pero organizado. En cuanto a Portugal, la música, generalizando, se comporta como en el resto del mundo. Hay una generación muy potente de maestros, solistas y compositores, pero carecemos de una institución potente que las potencie. Aunque hay algunas grandes instituciones que funcionan bien, como la Ópera San Carlos y la Fundación Gulbenkian de Lisboa o la Casa de Música de Oporto.

P. No todo el mundo piensa lo mismo respecto al San Carlos, por ejemplo. ¿Usted cree de verdad que está bien cuidado?

R. Sabemos que por mucho que se haga, en la cultura nunca es suficiente. Estoy convencido de que el Teatro San Carlos, podría desempeñar un papel más importante. Pero se empeña en mantener la matriz italiana en lugar de potenciar la portuguesa. Y hoy Europa necesita de nuestra identidad. Porque Europa, como debe ser, es la suma de las identidades de los países que la integran. En ese aspecto, el teatro y la cultura en general deberá reflejar no una imagen global, sino la propia de cada país. En España, el espíritu español, porque Europa necesita de España, así como de Portugal o de Francia. Muchas veces, los países pequeños quieren presentarse como grandes, y yo afirmo que el modo de conseguirlo es ser nosotros mismos, sin atenernos a preconceptos. Con la llegada del nuevo siglo todo ha cambiado muchísimo, y empezamos a ver otra realidad.

P. El triunfo de Salvador Sobral en Eurovisión ¿Le puede beneficiar a la música portuguesa?

R. El triunfo no es una noche. Un país precisa una política cultural continuada. Sólo la estructuración de esa política puede permitir que en muchos años, en muchas generaciones, se llegue a algo.

P. Aunque suene a broma. ¿Dirigiría la gala de Eurovisión en 2018?

R. No he pensado en ello. Lo importante en Portugal para mí ahora, en este momento tan especial en cuanto a la comunicación con la gente, es darme a conocer a los demás. Encontrar esas diferencias culturales, y compartirlas. Cuando dirijo una orquesta, o cuando toco para otros mi música, es Portugal quien está presente. En la misma línea de mi reciente debut en España con un quinteto de cuerda, seguir en otros países. Si tengo ganas de hacer algo; de sentirme motivado, es porque estoy aprendiendo.

 

Juan Antonio Llorente

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