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Por Publicado el: 03/11/2017Categorías: En vivo

Teatro Real: «La Favorita», volviendo a los orígenes

Teatro Real: «La Favorita», volviendo a los orígenes

Donizetti: “La favorite”. Simone Piazzola, Jamie Barton, Javier Camarena, Simón Orfila, Marina Monzó, Antonio Lozano, Alejandro del Cerro. Conjuntos el Teatro. Director musical: Daniel Oren. Versión concertante. Teatro Real, Madrid, 2 de noviembre de 2017.

Este año el Real está festejando su bicentenario, aunque en puridad el Teatro propiamente dicho no se inauguró para la historia hasta 1850, y lo hizo con “La favorita” de Donizetti. Se han programado una gala y una representación para recordar ese aniversario y para dejar constancia de otro más auténtico: los veinte años de la reapertura del coliseo como sede operística. Y se coloca en el “cartellone” precisamente la obra donizettiana, pero en su versión original francesa, que vio la luz en París el 2 de diciembre de 1840, como resultado de la fusión de antiguos materiales que el compositor había preparado para una proyectada ópera titulada “L’Ange de Nisida”, en donde aparecía música proveniente de otras obras anteriores, como “Pia di Tolomei” o “L’Asedio de Calais”. Se suprimieron los elementos cómicos y se trasladó la acción del Nápoles del XV a la Castilla del XIV, durante el reinado de Alfonso XI.

Desde un punto de vista dramático, “La favorite” se parece a bastantes óperas francesas de la época (de Auber o Meyerbee). Por otro lado, no hay duda de la presencia del estilo italiano, en lo sentimental y en las bellas melodías. Se utiliza una armonía muy limpia y climática y no se siguen siempre las pautas y esquemas del género. Hay notables diferencias con la versión italiana, estrenada en Padua en 1842, con traducción de Franceso Jannetti y que tiene un final  más breve, con el do de Fernando: “Leonora! E spènta!” En la versión hoy escuchada se ha interpretado hasta el vulgarote ballet parisino.

El concierto, que ha tenido una proyección previa con palabras de Domingo, Marañón y Méndez de Vigo alusivas al aniversario, se ha desarrollado, con un patio de butacas abarrotado y muchos claros en los pisos superiores, bajo la eficiente batuta de Oren, un director grandote, gesticulante, movedizo, que danza y salta de continuo en busca del encaje y la emoción. Es un estupendo concertador e hizo sonar mucho y bien, con insólitos y estratégicos pianísimos, a la Orquesta y al Coro. Sabe respirar y acompañar a las voces; y esperarlas en los finales de frase. Pese a su eventual rudeza, hizo que la “representación” discurriera sin problemas.

Tuvo dos magníficos protagonistas. La joven mezzo norteamericana Jamie Barton, de 36 años, está dotada de un importante, bien coloreado, timbrado y esmaltado instrumento, amplio y extenso, homogéneo, manejado con técnica muy solvente, con arrestos y seguridad. Apiana y regula, ataca sin titubeos y se fue, en el cierre  de su gran aria Ô mon Fernand, al do sobreagudo con facilidad. El timbre recuerda vagamente al de la Simionato. A su lado el tan apreciado en el Real Javier Camarena, de agudo bien focalizado y buen arte de canto, que dijo, matizó, expuso con clase y seguridad su espinosa parte. Además de los agudos que ya tiene la partitura regaló otros, como un esplendente y brillantísimo re natural en el cierre de su primera aria. El cuerpo vocal es cierto que resulta en exceso liviano para un  papel que pide la voz de un lírico pleno o un lírico-ligero más enjundioso.

Simone Piazzola, barítono lírico, posee un tinte mate y no pocas zonas engoladas. Al sonido le falta amplitud, recorrido. No obstante, cantó con nobleza y línea, intentando apianar y ligar con honradez. Rotundo, oscuro, resonante y sólido Orfila como el padre Balthasar, aunque el timbre no sea específicamente bello. Sí lo es el de la límpida y grácil soprano Monzó, que cantó Inés. Algo destempladillo, bien que muy audible, Lozano como Don Gaspar. El buen tenor que es Del Cerro no pudo destacar en su brevísimo cometido de Señor.  Arturo Reverter

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