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La ABAO presenta la próxima temporada de ópera
En torno a la Iberia de Torres Pardo
Por Publicado el: 01/04/2004Categorías: En la prensa

Textos anteriores al 1 de abril de 2004

LA NOVENA EN LA PUERTA DEL SOL:
UN FLACO SERVICIO A LA MÚSICA
Vuelvo de unos días de viaje y me encuentro con la noticia que me hace escribir estas líneas: La Novena Sinfonía de Beethoven, interpretada por el famoso director Daniel Barenboim en el Teatro Real, ha sido ofrecida, también, en la Puerta del Sol, a través de una pantalla gigante.
La intención era obvia: llevar la música clásica (perdón por utilizar un adjetivo tan inexacto como habitual, pero así nos entendemos) a un número de personas sensiblemente mayor que el que cabe en el Teatro Real. No es la primera vez que se desarrollan iniciativas de esta naturaleza. Incluso, creo haber oído recientemente la sugerencia de que las óperas que ofrece el Teatro Real sean transmitidas de manera similar.
Inicialmente la idea parece buena, pero pensando un poco y sin agotar el tema, ni mucho menos, la Puerta del Sol no es escenario adecuado para escuchar música como la Novena. No se trata de que la música haya que ir a escucharla a un teatro como si fuéramos a cumplir un rito sagrado; no se trata de negar la posibilidad de que mucha gente acceda a este espectáculo cultural y estético; tampoco de que sólo unos pocos puedan disfrutar de este tipo de música. No, se trata simplemente, de que es imposible escuchar música, como es debido, en un lugar como la Puerta del Sol.
La pantalla estaba situada, según leo, en el mismísimo kilómetro cero, es decir frente a las calles de Preciados y del Carmen, unas de las más comerciales de Madrid, de España y de Europa. El ruido ambiental que producen esas calles, a las ocho de la tarde, hora del concierto, es considerable: lo menos adecuado para escuchar música. Se puede comprobar cualquier día.
No sé si se cortó el tráfico. Si así fue, malo, porque los inconvenientes que habrá creado a los no interesados en Beethoven, habrán hecho un flaco servicio a la música. No quiero imaginar protestando a las bocinas de los coches que, ignorantes de la transmisión de tan singular acontecimiento, se vieran inmersos en un gran atasco durante la hora larga que dura la obra. El sonido estridente, estresante, violento y agresivo de estos claxones no parece acompañamiento adecuado para la última de las sinfonías del sordo genial.
Si no se interrumpió el tráfico, y pienso que así sucedió, mucho peor. Ante el kilómetro cero pasan taxis, autobuses, motos y automóviles privados (si no recuerdo mal, además, después de las ocho de la tarde, los automóviles particulares pueden atravesar la Puerta del Sol). Nada digo de las sirenas de ambulancias, policías y bomberos, si es que se dio la coincidencia de que alguno de estos vehículos pasara por allí. Ante el kilómetro cero se fotografían muchos turistas y por sus cercanías, como por toda la Puerta, se dan cita diaria, quedan, centenares de jóvenes que prefieren otras músicas. Un ambiente, parece, poco adecuado para deleitarse con la Novena. O para descubrirla.
Podemos seguir haciéndonos preguntas. ¿Cómo se ofreció la música? ¿Se respetó el equilibrio sonoro que se producía en el Real o se alteraron los controles para subir los “pianos” y hacerlos medianamente audibles entre el ruido ambiental? ¿Se dio mas “profundidad” a la música como se hace con demasiada frecuencia en otras emisiones, conciertos y en algunas grabaciones discográficas? ¿Se mostró el texto del cuarto movimiento en la gran pantalla? ¿Cuál? ¿El de Schiller?
Muchas preguntas. Y más que quedan en el tintero. Y para todas la misma respuesta: un flaco servicio a la música.
Cuando se trata de llevar el arte, en cualquiera de sus manifestaciones, a más cantidad de gente de la que suele ser habitual, conviene tener mucho cuidado. El riesgo de equivocarse es muy alto y cuando nos equivocamos, la víctimas es el arte.
La Puerta del Sol puede convertirse es un escenario magnífico para manifestaciones diversas, incluso musicales. Pero no para escuchar la Novena, como es debido. Casa cosa en su sitio y un sitio para cada cosa. Demasiados ruidos tenemos que soportar en las salas de concierto: toses, móviles, desempaquetado de caramelos, comentarios inoportunos, aplausos a destiempo, etc. etc. Demasiados ruidos, cuando ponemos un disco en nuestra casa (vecinos, televisores, aparatos de radio, máquinas, automóviles…). No, la música hay que oírla exclusivamente. Bien están las intenciones de hacerla llegar a más gente, pero hay que hacerlo en buenas condiciones. Los grandes espectáculos “multimedia” están bien para muchas cosas, para otros tipos de música, incluso para el comercial concierto de “los tres tenores”, pero no para la música clásica.
Bien es verdad que lo digo a toro pasado, pero no sé si me hubiera gustado más escuchar la Novena en el Real o en la Puerta del Sol. Para mi gusto musical, el primer escenario, era el adecuado, pero uno también tiene sus inquietudes, digamos músico-sociológicas. Y para ejercitarlas y aprender, nada mejor que la pantalla gigante de la Puerta del Sol y su entorno. José Prieto Marugán

EL PROBLEMA DE LA ONE SE LLAMA AZNAR
Luis G. Iberni en «La Nueva España»
En los últimos días la Orquesta Nacional ha vuelto a
ser noticia por las declaraciones de su director
emérito, Rafael Frühbeck, y ante la necesidad de
cambiar el programa previsto por el maestro Eliahu
Inbal el pasado fin de semana después de sentirse
incapaz de llevarlo a buen puerto si no se aumentaban
los ensayos, algo a lo que los músicos se negaron.
Paralelamente el responsable artístico, Félix
Palomero, hacía unas interesantes declaraciones en las
que volvía a citar los problemas referentes a las
plantillas, señalaba la crisis general de las
orquestas sinfónicas – aunque no se sabe en qué medida
afecta a la ONE, una formación que aumenta el número
de abonados anualmente – y hablaba de las dificultades
de supervivencia de una institución que depende de
varios ministerios a los que no logra poner de
acuerdo.
En opinión del firmante, el problema de la ONE (en
alguna medida similar al de las demás unidades de
producción del Ministerio de Cultura) es la poca
voluntad de los jerifaltes del Gobierno, Ministra y
Presidente o Presidente y Ministra, el orden da igual,
para encontrar una solución a esta formación. De
entrada estamos ante la Orquesta Nacional de España,
es decir el conjunto oficial que representa
musicalmente a todos los moradores de esta tierra y
que, como tal, depende del Gobierno, cuya cabeza ha
demostrado desde su llegada una sensibilidad mínima
hacia la música (en esto no se diferencia mucho de su
antecesor, Felipe González). Cuando uno ve la batalla,
dirigida por la Moncloa, en relación con el Prado o el
Reina Sofía, y comprueba que el primero en estar en
medio es el propio Aznar y aprecia que nuestro
presidente no está en la de la ONE, quiere decir que
es un problema de voluntad.
No me puedo creer que nadie le haya contado que esa
orquesta que, como se ha demostrado en algunas
ocasiones, puede ser tan buena imagen de este país
como las «Majas», tiene problemas y, me imagino, que
también la Ministra de Cultura sabe que haberlos,
haylos. Y además son graves. Desde la salida de Aldo
Ceccato, no ha tenido un director titular. Porque
decir que Frühbeck lo es, no deja de ser una verdad a
medias. Demasiados años sin hallarle una solución, sin
completar unas plantillas, sin regular de alguna
manera su organización interna.
Una orquesta que cuesta unos doce millones de euros
(dos mil millones de pesetas) a todos los españoles es
una responsabilidad de todo el Estado. Aunque no la
disfrute, el ciudadano de Asturias tiene todo el
derecho a reclamar por la sabia utilización de sus
impuestos. Y a reclamar una programación acorde con lo
que debe ser una formación sostenida por todos. La ONE
debe girar por toda España porque toda España la
mantiene y no sólo los respetables madrileños.
Recuerdo en un congreso de la BACA cuando se señalaba
el problema de las orquestas que se hallaban sometidas
a la comodidad de sus espacios, incapaces (en aquel
momento se hablaba de incompetentes) para adaptarse a
los requerimientos de los públicos modernos. La ONE
debe justificar una programación para su sede, pero
también para lo que no lo es, incluyendo cuando sea
preciso el foso, algo muy útil para su desarrolla y
que puede perfectamente justificar su rentabilidad.
Hace unos días señalábamos el gran problema que afecta
a la ópera como fenómeno cultural. A las orquestas les
pasa exactamente lo mismo, pero corregido y aumentado.
De la misma manera que la Orquesta de Asturias tiene
una proyección hacia todo el territorio asturiano
(otra cosa es buscar el vehículo para llevarlo a
cabo), la ONE tiene una obligación en todo el Estado y
también como imagen externa de lo que es la cultura
española. Si eso debe hacerse a costa de los
conciertos de abono, no pasa nada porque en lugar de
veinte, haya quince o doce.
Una orquesta no puede ser esclava de su
infraestructura, que es lo que les pasa a nuestros
conjuntos, sino que debe estar en el lugar que le
corresponde para adecuarse al servicio que debe dar.
Si no hay un plan de organización cultural, el
proyecto puede acabar rompiéndose y los políticos
preguntándose para qué sirve una institución que sólo
da problemas. Aunque la Administración tiende a no
complicarse la vida cuando afronta problemas de
plantillas y similares, en algún momento alguien puede
tener la tentación de, lo mismo que otras actividades,
privatizar el servicio. Más importante son las aguas y
las basuras de las ciudades y prácticamente en casi
todas ellas está privatizado.
Si las orquestas no desempeñan la labor pública y
cultural que les corresponde, para lo cual necesitan
de personal apropiado y de directrices políticas
claras, sobran. Sencillamente y con todas las letras,
sobran. Es un gasto mal hecho y habrá que plantearse
la necesidad de buscar el modo en que ese dinero
previsto para la música llegue a buen puerto. La
política de estrenos, recuperación del repertorio
desconocido, búsqueda de nuevos públicos y un largo
etcétera debe ser el vehículo que sostenga el proyecto
de cualquier orquesta. De lo contrario, para hacer
Beethoven o Brahms, es más barato traerlas de fuera y,
además, lo más probable es que los toquen mejor. Con
los dos mil millones que cuesta la ONE, no les cuento
la programación que se puede hacer, a la que podía
venir lo mejorcito del mundo
Pero para ello debe haber una directriz clara desde
las más altas instancias. Y, teniendo en cuenta lo que
pasa en España, o se le señala directamente a Aznar o
todo lo que hay debajo se llama andana. Insisto, el
Presidente tiene una responsabilidad ante una
institución que es nacional, que representa
musicalmente a todos los españoles. Si no se lo han
contado, ¿alguien tiene la amabilidad de explicárselo?
Porque a este paso, si él no se preocupa, nos esperan
otros diez años de indefinición. A lo mejor, es lo que
quieren.
DIARIO LEVANTE 12 AGOSTO 2002
El retraso de las obras del Palau de les Arts deja en el aire la tetralogía de Wagner dirigida por Metha
El coliseo tenía previsto estrenar las obras en 2004, en el marco del Festival Mediterráneo. Las óperas son una coproducción con el prestigioso Maggio Fiorentino que conduce el director de orquesta
El retraso en la marcha de los trabajos del Palau de les Arts mantiene en suspenso la coproducción de la tetralogía de Wagner prevista entre el coliseo valenciano y el prestigioso festival italiano Maggio Fiorentino. El proyecto, que contaba con el director de orquesta Zubin Mehta a la batuta, suponía el primer gran proyecto del auditorio valenciano. Las dudas sobre su viabilidad se suman a las de la continuidad de Mehta en Palau y las de otros compromisos verbales que no se han concretado de momento.

DIARIO LEVANTE 26/JULIO 2002
El Palau de les Arts cubrirá el auditorio exterior y ficha al director técnico de la Scala
El Palau de les Arts tendrá cerrará su auditorio exterior, construido en uno de los laterales superiores del edifico. Esta novedad, según ha podido conocer este diario, ha sido introducida por los responsables de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias (Cacsa) junto a otras modificaciones complementarias realizadas dentro del coliseo.
J. R. S., Valencia
De esta forma, el Palau de les Arts tendrá definitivamente tres salas cubiertas cuando se preveía que dos auditorios en su parte superior estuvieran descubierto y sólo protegidos por la propia cubierta del edificio. El arquitecto Santiago Calatrava siempre apostó por tenerlos cerrados aunque el coste del proyecto obligaba a dejar congelada la propuesta.
En total se preve que el aforo total del Palau de les Arts esté en torno a las 4.000 butacas de las que 3.600 se repartirán entre la sala principal de concierto y el auditorio exterior. Las otras cuatrocientas butacas corresponden a la sala experimental que finalmente ocupará uno de los sotanos del edificio. Esta sala no sólo se dedicará para ensayos, debates o cursos de danza sino que la idea es que tenga su propia programación que estará dedicada principalmente a música de cámara o conciertos más vanguardistas.
La idea de cerrar el auditorio previsto al aire libre permitirá al Palau de les Arts ganar un nuevo escenario que en un principio únicamente hubiera podido ser utilizado en períodos estivales o de bonanza climática. Además, este auditorio hubiera tenido múltiples problemas para su programación ya que el Palau de les Arts está rodeado de vías rápidas de tráfico con gran densidad de circulación. De esta forma, se gana no sólo un espacio escénico sino al mismo tiempo se amplía la oferta musical y cultural. El auditorio podrá albergar tanto conciertos de música clásica como de rock, zarzuelas e incluso otro tipo de espectáculos audiovisuales o cinematográficos.
El Palau de les Arts parece que ha sufrido un pequeño empujón en cuanto a lo que es la obra civil pero parece que todavía cierto despiste entre la administración en lo que corresponde a los plazos necesarios para las cuestiones puramente artísticas. No tiene demasiada lógica que todavía no se haya comenzado a seleccionar a los músicos de la orquesta o que no se estén cerrando acuerdos de programación cuando el mundo de la música y más concretamente de la ópera trabaja con agendas a años vista. El caso más llamativo de todo este asunto ha sido, por ejemplo, el de Jesús López Cobos cuyo compromiso verbal con el Palau de les Arts para asumir la dirección musical era total. Finalmente fichó por el Teatro Real de Madrid cansado de esperar un compromiso formal desde la Generalitat.El Palau de les Arts para ser rentable necesitará de una programación de altísimo nivel de acorde con el edificio y eso no se realiza de un día para otro como así parece entender la administración.
Y más aún cuando los plazos que la Generalitat Valenciana baraja para la conclusión de la obra civil se estima en la temporada 2004/2005.
De momento parece ser que lo que sí han entendido es que no se puede disociar la obra civil de la técnica y por ello Cacsa ha fichado como asesor técnico al director técnico del teatro de la Scala de Milán que, junto a un equipo de especialistas en acústica y otros aspectos, se han sumado al proyecto como asesor para comenzar a diseñar un proyecto técnico a fin de intentar

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