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Por Publicado el: 30/12/2016Categorías: Recomendación

Recomendación semanal: Ya tocaba

 

                                                                                                                     Ya tocaba  

Era cuestión de tiempo; Dudamel tenía que pasar por el registro. El joven venezolano (todavía se puede hablar así sin que el interesado esboce una sonrisa irónica: 35 añitos y en el absoluto ´top´) ya ha dirigido a la Orquesta Filarmónica de Viena en varias ocasiones (2007, 2010, 2012 y 2014, este último año inaugurando la temporada en el Theater an der Wien y en la Semana de la OFV en Japón), pero el Concierto de Año Nuevo tiene una especial significación para los directores de orquesta, como es bien sabido. La lista de maestros que ha pasado por el podio cada uno de enero es bien conocida, desde los históricos hasta los más clásicos, pasando por finos estilistas y directores de imponente planta sinfónica: desde Clemens Kraus a Karajan,Carlos Kleiber o Barenboim, pasando por Boskovsky y Maazel; o desde Jansons a Mehta con parada en Abbado, Muti o Harnoncourt. Por citar los nombres más relevantes. ¿Quién faltaba ahora? Pues está claro: un talento de primera con una fenomenal casulla social sobre su cuerpo, la de haber sido el favorito de ´El Sistema´ de su país (dirige a la Orquesta Simón Bolívar desde los 15 años, dentro y fuera de Venezuela), cuya filosofía ahora continúa en la YOLA ( Youth Orchestra Los Angeles). Dudamel lleva ya ocho temporadas como director musical de la primera orquesta de esa ciudad, y acaba de ampliar su contrato hasta 2022; el año próximo girará en Europa con la Orquesta Filarmónica de Berlín. Impresionante.

¿Es para tanto este chico (señor)? Pues sí. Y no porque lo haga todo igual de bien, pues ha corrido tanto, ha desarrollado su carrera a tal velocidad, ha tenido tan pocos remilgos a la hora de escoger repertorio, ha sido tan valiente desde el minuto uno (hay que recordar que su debut discográfico fue con la ¡Quinta sinfonía de Beethoven!) que es imposible que no haya metido la pata alguna vez. Pero quizá ese sea también su mérito, el de la intrepidez del joven que se lo juega todo a una carta, a la más alta. Ahora llega a este concierto, cuyo repertorio tengo por uno de los más difíciles y peligrosos (y, sin la menor duda, maravilloso), para demostrar  que también aquí tiene cosas que decir. A mi entender, lo más previsible es que, frente al permanente aburrimiento a que nos tiene acostumbrados el evento, si bien no escucharemos música que sea un modelo de ortodoxia o estilismo, bien podremos pasar un buen rato gracias a la originalidad y el sello distintivo (¿valses a la latinoamericana? Piénsese en los muchos y buenos que se han escrito por lares cubanos, argentinos o incluso venezolanos.

El programa que han escogido los filarmónicos vieneses y Dudamel es muy poco clásico, en el sentido de que, en general, no se han programado los grandes títulos. Una razón de más para defender su originalidad. En todo caso Dudamel no dejará de retratarse a la hora de interpretar la penúltima propina del concierto. Con el Bello Danubio Azul no se puede jugar. En fin, les quiero ver a todos delante del televisor mañana. No estarán solos; les acompañarán 50 millones de personas de 90 países. Y bueno, en ocho días (sí, han leído bien) estará en la tienda el doble cedé con la grabación completa. Claro que si no tienen  prisa y quieren ver el concierto además de escucharlo, el 27 de enero saldrá en formato de DVD y Blu-ray. Pedro González Mira

 

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