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Adiós al 2017
El caso Livermore y otros muchos
Por Publicado el: 17/12/2017Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Acosos y abusos en música

Acosos y abusos en música

Hace pocas semanas saltaba a los medios de comunicación un caso de acoso sexual en Hollywood, al que inmediatamente siguieron otros a través de múltiples denuncias. Y del cine, a la música. En nuestro mundo clásico el más difundido ha sido el de James Levine. Creo que este tema bien merece una reflexión, aunque estoy convencido que cualquier opinión generará polémica.

De la presunta actitud de Levine con los jovencitos se ha especulado siempre en los medios musicales. Incluso algún espectador le acusó a gritos cuando salió al foso del Met para dirigir. Nadie hizo caso. Años después, los mismos que entonces miraron a otro lado se echan las manos a la cabeza y Levine es expulsado como un apestado, mediando sólo acusaciones de sucesos de hace treinta años sin un juicio que los confirme. ¿No es extraño que uno de los acusadores afirme que los abusos empezaron cuando tenía 15 años, en 1985, y continuasen hasta 1980, cuando ya tenía 23? No defiendo a Levine, defiendo la ley.

El tema no es nada nuevo. El pianista James Rhodes ha narrado en el libro «Instrumental: Memorias de medicación, música y locura», en 2015, las violaciones a las que fue sometido de niño y repite el relato allá por donde va. Peter Martins, director del ballet de NY, ha tenido que solicitar una licencia laboral temporal para defenderse de acusaciones enviadas anónimamente, tras las que una bailarina declaró que una vez la sacudió con violencia. De un estudio en Reino Unido difundido por la BBC-3 se desprende que existe un “alto nivel” de acoso sexual en la música clásica, fundamentalmente en orquestas, pero también en escuelas y conservatorios. Una encuesta de “Arts Professsional” desvela que de 800 encuestados, 500 habían sufrido acoso. Un profesor de música en actividades extraescolares en Valdemoro fue arrestado por supuestos abusos a una niña de tres años. Otros profesores de música fueron detenidos en Murcia y Córdoba por supuestos hechos similares. Todo ello muy lamentable.

Ahora bien, el mundo artístico es muy propicio a estos casos por sus peculiaridades y también a otros de los que estamos en él conocemos bastantes ejemplos. Jóvenes que se acercan a personas con peso, artistas o gestores, buscando apoyos para sus carreras. ¿Quién de ambos empieza una relación? Con frecuencia no está tan claro. Es muy fácil acusar posteriormente si los objetivos no se cumplen. Imaginemos un ejemplo, el de un joven aspirante al atril de una orquesta, cuyo director titular no le admite y busca refugio en el gerente de la misma, entrando indebidamente en un mundo de almuerzos con artistas, viajes, etc. prestando servicios como “aumento” mientras confía en una nómina. ¡Qué fácil sería una acusación de acoso si el gerente acaba por eliminar prebendas o no influir en su contratación por oposición del titular o por el escándalo que ocasionaría entre los miembros de la propia orquesta! O el caso de la soprano que para hacerse un nombre acusa al tenor de querer sobrepasarse con ella en las escenas amorosas.

En medio de este mundo aborrecible, hay también anécdotas más frívolas. La de aquella célebre mezzo que, cuando cantaba la “Habanera” de “Carmen”, iba toqueteando los pechos a las coristas. O aquella otra, no menos célebre, que se prendó de un bombero del teatro y exigió que le proporcionasen una cita con él o no cantaba y el teatro pagó al bombero la cita en cuestión.

Totalmente en contra de acosos y abusos, pero no se puede destrozar un nombre sin una sentencia previa. Dejemos a “Peter Grimes” o “Billy Budd” como libretos de ópera y no hechos reales. Gonzalo Alonso

Un comentario

  1. Oscar I. Hierro Yagüe 17/12/2017 a las 20:02 - Responder

    Completamente de acuerdo. Creo que se trata de una realidad muy compleja y que no puede medirse por un mismo rasero. Habría que analizar cada uno de los casos y no encontraríamos dos iguales. Habrá denuncias justas, no lo dudo, pero otras serán, seguramente, meros chantajes o simples «vendettas» fruto del resentimiento. No me convence que alguien con cuarenta y tantos años denuncie ahora, a rebufo de la moda, algo que sucedió hace treinta y que, al parecer, no le había impedido llevar una vida normal. Creo que hay mucha hipocresía detrás de todo esto y pueden producirse situaciones muy injustas.

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