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Artículos de Beckmesser 2001
Por Publicado el: 31/12/2002Categorías: Artículos de Beckmesser

Artículos de Beckmesser 2002

Época de renovaciones
Por estas fechas siempre se resiente el bolsillo de los amigos de la música. Es época de renovaciones. Este año nuestros bolsillos se han quedado aún más vacíos y ni dándoles la vuelta encontremos en ellos un euro adicional. Y es que nuestras entidades musicales nos han apretado más.
A lo de Ibermúsica ya nos hemos acostumbrado. El promotor del ciclo sinfónico de más campanillas se las tiene que ingeniar año tras año para traer lo mejor y ganar lo más posible sin perder un abonado. Tiene lista de espera y es una organización privada que funciona sin subvenciones oficiales, por lo que está en su derecho a adoptar cualquier política de precios. Siempre ha actuado con inteligencia, sabe que su público quiere figurar además de escuchar música y no le importa sino que agradece el que le liberen de algún concierto, sobre todo si es a las 10 p.m. . La táctica ha venido siendo reducir el número de conciertos y aumentar el precio por concierto hasta el límite en el que el abono total no supere el importe del año anterior. Así todos tan contentos. El condimento es meter en el ciclo recitales instrumentales, de cámara y alguna que otra agrupación menor a fin de rebajar el coste sin tener que reducir los ingresos. Con todo, Madrid es la capital europea en la que se escucha más barato a una Filarmónica de Berlín fuera de su casa.
Pero hay casos y casos. La nueva gerente del Real se ha estrenado, con la presión político-económica y sin la experiencia de Aijón, con la política contraria: más cara cada ópera y además más espectáculos. Como los ballets funcionan de desastre, pues metámoslos en el saco de los abonos. Y los precios del Real están al nivel de los festivales de campanillas y por encima de Bayreuth o Munich. Ahí queda eso. A este paso acabaremos como en el Covent Garden londinense. Así no se crea nueva afición, sino que se subvenciona a los más ricos. Esta política acabará por pasar factura tarde o temprano. Las administraciones públicas deben saber que han de divulgar la cultura y la ampliación de públicos exige mayores subvenciones por localidad y mayor número de funciones para que no vayan los mismos pero por menos dinero. Si no lo de “abrir ventanas” que proclamó el nuevo equipo será sólo para ventilar las casas de los ricos. Hay que abrir las puertas del Real a todos, con precios más asequibles. BECKMESSER.COM
LA ALCALDÍA MADRILEÑA
Hoy lea hablaré de otras músicas: aquellas que no suenan en Madrid, las de su Ayuntamiento. Madrid es una ciudad estupenda, pero como bien dijo el actor de Vito ante tanto socavón, merece que acabemos de encontrar de una vez el tesoro que buscamos. Álvarez del Manzano lleva tres legislaturas y conviene una renovación. Se acaban las ideas y aumentan los chupópteros. Pero el PP tiene un problema. Un altísima personalidad de ese partido dijo una vez con maldad: «con Manzano creíamos tener un mal candidato pero un buen alcalde y hemos acabado teniendo un estupendo candidato pero un mal alcalde». Algo habría de verdad en ello caso de una cuarta revalidación. Las músicas de Manzano, honesto pero impuntual hasta la médula, corren parejas a su gusto urbanístico. Por no gustarle no le gusta ni la zarzuela. ¿Por qué si no deja de participar en la gestión del teatro de tal nombre? Para intentar remediarlo voy a dar al señor Aznar un par de ideas.
Parece obvio que caso de conseguir el PP revalidar la mayoría absoluta, se trataría del fin de un ciclo tras el que aterrizaría el PSOE. ¿Por qué no posponer el suceso? Tengo un candidato con la mayoría absoluta asegurada, que podría permanecer dos legislaturas, a quien la oposición no podría poner reparos. Adolfo Suárez pensaría además sólo en Madrid y los madrileños, pues se halla por encima de los partidos políticos. Era impensable para él una responsabilidad así hasta hace poco, pero lamentablemente han cambiado sus circunstancias familiares. Sería el candidato y alcalde ideal para Madrid.
Y Aznar, para redondear la jugada, tiene una variante ingeniosa. ¿Por qué no proponerle a la Comunidad en vez de la Alcaldía? Ruíz Gallardón no se tendría que desdecir de sus promesas de hace cuatro años, se cumpliría la recomendación del PP de no permanecer más de dos legislaturas y Ruíz Gallardón, que hace socavones más grandes pero más útiles, podría presentarse a la Alcaldía, donde obtendría de gorra la mayoría absoluta. Todo solucionado para el PP y para la música. Porque, para empezar, el nuevo alcalde se ocuparía del Teatro de la Zarzuela hasta hacerlo competir con el Real. Sería como el Chatelet parisino. Y así conservatorios e incluso la banda que toca en el Retiro. Y la CAM seguiría igual, aunque quizá sin tanto Albéniz.¿No les parece que, medio en serio medio en broma, no es mala idea? De nada. BECKMESSER.COM
De Viaje
Semanas atrás Carmen visitó Israel. Fue la segunda producción del Teatro Real que salío de Madrid, tras la «Boheme». Sin duda se trató de una buena noticia. La pena es lo que está pasando, o mejor, no está pasando con el resto. Veamos. ¿Qué pasa con «Aida»? ¿Qué sucede con «Don Carlo? ¿Por qué no se mueve «Divinas palabras»? ¿ Qué hay de «Margarita, la tornera»? ¿Y de «Celos aún del aire”? Todas en el aire o, para ser exactos, cogiendo polvo en los almacenes. Ni siquiera tenemos noticia de la publicación de la grabación del Chapí. Y tampoco se reponen y ello es más grave por cuanto algunos títulos podrían ser base, con repartos jóvenes y a precios populares, para esa renovación del público que el teatro tanto precisa.
Si hay problemas, si el Real fue medio engañado con vestuarios que no eran en propiedad y que hay que realquilar a precios astronómicos, que de una vez se negocie lo que haya que negociar. ¿Cuál es el auténtico trasfondo por el que no acaba de verse clara la gira de sus huestes al Berlín de Barenboim? Se habló de «La señorita Cristina» y de «Don Quijote» pero ahora, de hablarse algo, sólo se habla de la última. Muerto Wernicke sin testamentaría artística, me temo que baste mutilar la producción para que quepa en Berlín. Hace falta la transparencia que anunció el nuevo equipo cuando tomó posesión.
De viaje llegó Dresde. Se anunció como coproducción, pero los propios de Dresde se ocuparon de no anunciarla así en su programación y su realizador, Decker, pasó olímpicamente y mandó un ayudante que ni siquiera salió a saludar. ¿Es que los muchos millones pagados no daban derecho a otro trato? Porque las producciones se compran o alquilan por mucho menos y, en tal caso, ¿se habría recurrido a la de un teatro de segunda y pagado tal cantidad? Y, luego, aquí hay un director técnico responsable de que no se vean las cuerdas de las cortinas, de que no salgan arrugadas, de que no haya ruidos, etc.
Y de viaje vendrán Barenboim y sus huestes berlinesas. Esta, su tercera vez, ante una afición un tanto desinflada. En dos ocasiones se tuvo que posponer la fecha tope para la venta de los abonos del Festival de Verano. y ni con esas se han vendido. Ya saben, por una vez, pueden ir todos al Real. A ver de nuevo Tannhauser y Elektra. A ver si nos lo hacen mejor de lo que nosotros fuimos capaces. BECKMESSER.COM
El avestruz
Para no contarles aún el tema bomba de alguien que no milita en la Triple A, pero sí en la doble, haré lo que los avestruces y meteré mi cabeza en las antípodas. Por ejemplo en Nueva York. Allí está el Metropolitan, por cierto con bastantes problemas para vender sus entradas, y en él está a punto de hacer la última de las suyas la parejita canora de la década. El intendente quiere que canten algo y ellos han respondido que «Francesca de Rimini», ópera de la que el teatro cuenta con una producción soberbia de Piero Faggioni en la que en su día participaron Scotto y Domingo. Pues no, a Alagna y Gheorghiu no les sirve: «ellos sólo cantan nuevas producciones» y el teatro parece dispuesto a cometer la barbaridad de ceder y encargar otra a Moshinky. Y, hablando de Domingo, ¿conseguirá dirigir el Met?
Y vámonos a Europa. En Berlín, en el transcurso del maratón wagneriano, Barenboim intentó romper con la tradición mística de «Parsifal». Cuando el público mandó acallar tras el primer acto los aplausos de los despistados, el director dejó la batuta, se dio la vuelta y le dijo al respetable que respetasen menos la tradición y aplaudiesen. Claro que otro día tuvo que hablar para disculpar los fallos técnicos que interrumpieron un “Don Juan”. ¡Parole, parole…!
Y no muy lejos de allí buena la montaron los chicos de la Royal Philharmonic en el trascurso de su gira con Daniel Gatti. Tocaron una especie de «Séptima» de Bruckner totalmente beodos. ¡Cosas de los músicos ingleses! Gatti les enmendó la plana al día siguiente y un trompa le dio las razones de la orquesta: «Estamos muy estresados y de alguna forma hemos de desahogarnos». «Tómense un tranquilizante», contestó el italiano muy acertadamente.
Mucho más cerca llegó a mis oídos otra discusión. Esta con menos protagonistas. Sólo dos. Una famosa cantante y una no menos famosa mujer empresaria que intentaba darla instrucciones medio regañándola. «En mis responsabilidades mando yo, a ver si te enteras». ¡Y menuda es ella!
Y Motsalvatge fue enterrado como vivió, siendo ignorado por muchos. Entre otros, el Ministerio de Cultura. En Valencia, en el Palau, un último homenaje: su concierto para arpa. Y allí mismo y el mismo día, una comida unió a antiguos contendientes, que no enemigos. Pocos supieron de ella. BECKMESSER.COM
NOTA: El Ministerio de Cultura ha comunicado que en el entierro estuvo presente un director general, lo que es tanto como decir un cuarto nivel (ministra, secretario de Estado, subsecretario y director general). ¿Era Montsalvatge un compositor de cuarta? A la incineración de Carmelo Bernaola acudió la ministra.
LAS MANZANAS DE FREIA ESTÁN VERDES
Llegó la Tetralogía al Real y las críticas en prensa fueron tibias, melifluas, de amagar y no dar. ¿Por qué no se dicen las cosas de forma clara? Al pan, pan y al vino, vino.
Hemos tenido un mal prólogo a causa de la puesta en escena. De la supuesta coproducción no funcionan ni los aspectos escénicos ni los administrativos. De estos últimos no se entiende el término “coproducción”. Si lo es realmente, ¿por qué el teatro de Drede no menciona para nada al Real? ¿por qué no ha venido el director de escena? Es inaudito que no saliese a saludar al término de la primera ningún responsable de la escenografía, como si se tratase de un mero alquiler. Y si se trata de un alquiler o una medio compra, ¿vale todos los millones que se han pagado? ¿era Dresde el teatro más adecuado?
No tiene sentido que para “Madama Butterfly” se use todo el escenario del real y el “El oro del Rin” se resuelva en la práctica en la cuarta parte de éste porque, seamos sinceros, la mole de butacas no aporta nada tras la primera escena. Puede resultar original ver así el Rin, con su movimiento ondulante y los protagonistas moviéndose con tanta dificultad como si nadasen, pero luego no sirve para nada. Tampoco hay una coherencia de enfoque, ¿qué tiene que ver con lo anterior la inmensa flecha -el rayo que no cesa- que sugiere a Loge? Es puro comic. Y luego lo peor: las cortinas. La arrugada que sugiere el Walhalla, la que descorre Erda, etc. De teatro pobre de provincias. No es de recibo.
En el plantel de cantantes un poco de todo, desde una buena Erda a un poco aceptable Loge, pasando por una Freia gritona y un Wotan insuficiente. Bien Alberich. Schneider, que nunca ha sido una lumbrera aunque sí un director pulcro y detallista, hace lo que puede por mantener el orden en la orquesta, pero se le escapan los vientos, realmente flojos.
Queda una pregunta en el aire, ¿qué se puede hacer con las butacas en el resto de la “Tetralogía”? ¿Se intentará una coherencia que ya no existe en el Prólogo o se mandarán al almacén?
El Real ha demostrado estar un poco verde para afrontar la Tetralogía. Las manzanas de Freia se recogieron antes de tiempo. BECKMESSER
BECKBENIZ
Se presentó el último libro sobre Albéniz. Lo firma Justo Romero y le ha supuesto tres años de trabajo intenso a lo largo y ancho de todo el mundo. Desde Bayreuth a Verona, desde Camprodón a Pesaro, desde Nueva York a Kuala Lumpur.
No estuvo la musa habitual de los actos dedicados a Albéniz, Ruíz Gallardón, como tampoco estuvo en la presentación del libro de Jacinto Torres, lo que por cierto oríginó a la postre un sonoro enfrentamiento entre Torres y la Consejera de Cultura. Unos decían que Ruíz Gallardón no estaba para desmarcarse de una identificación excesiva y otros porque sólo presenta los Albéniz de sus íntimos. En fin, había quien comentó que se había pasado al fútbol y estaba en Glasgow -y allí estuvo- y los peor pensados sostenían que no le habían gustado los tiernos poemas de Money Coutts dedicados al compositor. Pero hubo mucho famoso: el presidente del Supremo -«¿por qué no respetáis los abonos de verano? no quiero perderme a Barenboim» le preguntó a Inés Argüelles- Tomás Marco -¡mira que no acordarse Justo de su «Oculto carmen» sobre Albéniz!- el alcalde de Camprodón, Alfredo Aracil – de Granada a Valencia para esa sociedad internacional contemporánea de la que ya se cansó Luis de Pablo- , Emilio Sagi, Josep Colom… y hasta se asomó a la puerta Alfonso Guerra. Digo se asomó porque se equivocó de puerta. Él en verdad iba a un homenaje a Marsillac -¿estaría en él también su ángel crítico de la guarda?- porque Albéniz no es Mahler. Pero se fue con el libro bajo el brazo. Y dedicado.
Empezó el acto Cristóbal Halffter, el de «Halfbéniz», para -¿cómo no?- protestar porque no se escribieran más libros sobre compositores españoles. Le faltó poner el ejemplo que todos esperábamos, pero nos enteramos luego que Romero ya está escribiendo uno sobre él. Y Andrés Amorós se dedicó a reflexionar sobre la literatura «albeniciana». ¿Por qué no reflexionará sobre otras cosas? Como, por ejemplo, la Orquesta Nacional, el Auditorio Nacional, el Ballet Nacional o los dos teatros nacionales que tiene cerrados el INAEM. Basta ya de echar las culpas a Administraciones Públicas, queremos ver proyectos escritos. Claro que su mejor reflexión nos trajo su sorpresa de que un crítico de prensa pudiese saber tanta música como para escribir un libro de quinientas páginas. Y hasta hubo agradecimientos. Se olvidó uno, al también presente José de Eusebio, por sus lacónicos comentarios al material que en su día le envió Romero solicitando su opinión. BECKMESSER.COM
LA NOVENA
No hay cosa mejor en esta vida que saber disfrutar de mil y una cosay quien sea capaz de hacerlo con la música, el fútbol y los toros ha tenido una semana histórica. Mientras Manuel Caballero y Rivera Ordóñez naufragaban en las Ventas, el Rey y Pilar del Castillo, Manzano y Gallardón se sentaban en su palco de Glasgow. Ellos allí y nosotros aquí vivimos una emoción que ya no sentimos ni en la ópera a partir del patadón de Zidane. Del Castillo, embelesada, no sabía donde mirar de tan sorprendida que estaba por ese ambiente inigualable de un campo de fútbol en día grande. Al final tuvo claro donde y a ello bajó a los vestuarios. No pilló de milagro la reserva de balones, pero sí las nueve botellas de champagne de la celebración. También bajó el Rey, que tuvo una lúcida respuesta al comentario de un famoso periodista. «El Madrid nunca ha perdido estando su Majestad». «Yo no he venido a apoyar al Madrid sino a un equipo español», replicó. Y se le saltó una lágrima al ver a Raúl enfundado en la bandera rojigualda. Y lloraron todos, empezando por el encajador Casillas que, tras tanto encajar, fue capaz de no encajar tres en siete minutos terribles. Y lloraron hasta los que, como Figo, prefirieron pasearse y hacer turismo.
Y, ya en Madrid, delante de un Gallardón que no soporta el fútbol, Raúl empezó el mismo «Cumpleaños feliz» que, con total mala uva, les cantaronlos del Deport en el Riazor, puso la bufanda a la Cibeles y dio unas chicuelinas con el capote de Enrique Ponce. Y Gallardón, embelesado por los futuros votos de los madrileños, no acudió a su cita habitual con un nuevo Albéniz, el extenso y documentado libro de Justo Romero. ¿O sería porque Romero insinúa que el banquero Money Coutts, el banquero protector del compositor, estaba enamorado de su tío abuelo?
Y la música celebrando todo, empezando por el añorado Fredy Mercury: «No hay tiempo para perdedores -Cortina, Alierta y Botín negociaban con Latinoamérica a dos manzanas vista- somos ganadores». Plácido Domingo asistió con su voz, ya para siempre más alta que la del hundido Pavarotti: «Hemos venido a luchar, hemos venido a ganar». Y Beethoven volaba sobre todos ellos. Pero, ojo, que el nueve es el número sinfónico maldito. Mientras tanto, déjenme también llorar de emoción. BECKMESSER.COM
Doña Inés
Toda la prensa constata el nuevo clima de la dirección del Teatro Real con la prensa, mucho más amigable y colaboracionista y otro tanto podría decirse de su comportamiento con los patrocinadores. Sin embargo dentro y fuera del teatro corren rumores en los que nadie pareció querer entrar a fondo en ninguna de las últimas conferencias de prensa. Allí todo eran sonrisas, sobre todo por parte de Inés Argüelles, lo que no deja de ser alentador, inspira confianza y da ánimos, pero hay ocasiones en las que la procesión va por dentro. Y no se trata de la del Cristo de Medinaceli y tampoco la del Silencio por mucho que se intente, ¿la Dolorosa, quizá? ¿Cuáles son realmente las amarguras de doña Inés? Pues, en el fondo, las mismas que las que padeció don Juan, Cambreleng claro.
En el Real parece no haber un proyecto claro a futuro y tampoco dinero. Desde el pasado verano se ha ligado al teatro el nombre de López Cobos, primero como rumor, luego como deseo no y más tarde como negociación. Han transcurrido ya los cien días de gracia protocolarios y otros cien más y aún no existe contrato alguno, pero tampoco una ruptura. ¿Qué está sucediendo?
Todos ustedes leyeron las condiciones que planteó el director. La principal, una reforma en la orquesta que garantizase tanto su continuidad como la mejora de su calidad. Es preciso que dependa más del teatro y que haya un mayor control por parte de éste en las prestaciones para terceros. Y así muchos otros detalles. Todo ello cuesta dinero. Se rumorea que doscientos millones. Y el Ministerio de Cultura ha tenido que pasar todo su saldo al de Educación para las reformas educativas. Eso sí, oportunas y necesarias. Y aún le queda el problemón de la ONE. Pero sin caja, ¿cómo puede el Teatro Real alcanzar la madurez y el nivel que todos deseamos?
De otro lado, algo no cuadra. No hay doscientos millones para la reforma de la Sinfónica de Madrid, pero sí cuatrocientos para traernos, año tras año, a la de la Staatsoper berlinesa. Dicen que a ésta la paga la Comunidad de Madrid. Pues no vale el argumento. Si una administración pública no tiene dinero, que acuerde lo que haga falta con la que lo tiene, pero que entre ambas no caigan en absurdos que perjudican al Real y a todos nosotros. Y yo quiero ver sonreir a doña Inés. Y de verdad Beckmesser.com
Desde Salzburgo
Me invitó el jefe a acompañarle a Salzburgo a gastos pagados, cosa sorprendente en él. Pensándolo bien, como no hace cosa sin puntada, tengo claro que buscaba es que escribiera yo del asunto, pues a nada de llegar a Madrid ha desaparecido dejándome solo ante el morlaco.
No estaba en el Festival desde hace años y siempre había ido al primer pase. En el segundo baja el nivel. Mucho esmoquin, trajes largos, espaldas y piernas al aire, pero poca gente realmente guapa, por más que Bianca Jagger pasease sus encantos en blancos angelicales. Eso sí, el refinamiento parece ir sólo en el vestir, ya que luego hay quien se suena y tira el kleenex al suelo en vez de guardárselo en el bolsillo. Al Grossesfestspiel llegarán un día las palomitas.
Ni una tos, ni un movil… salvo en «Parsifal». La gente se inquietó con tan extenso Wagner y comenzó a mover hasta las pulseras, recordando a más de un veterano español las señoras de los abonos en viernes a la ONE. No, no todo es negativo, que me sorprendió ver mucha más gente joven que años atrás. Y había también mucha gente joven en el escenario. Hasta la Filarmónica de Berlín ha cambiado en mucho su plantilla, llenándola de juventud de ambos sexos. La batalla la ganó Sabine Meyer.
Mucho publico de habla española acude al festival, incluso argentinos que mandaron los dineros a Suiza antes del desastre. Los dineros no le debieron dar a Mariss Jansons, el próximo titular de la Filarmónica de Munich, para que le planchasen los pantalones del frac, que eran todo un guiñapo, ni tampoco a Thielemann para la chaqueta, desvencijada aquí y allá. Uno nos aplastó con «Vida de héroe», el otro aplastó a Schumann. El ya no tan joven Welser-Möst luchaba, con aires tristes, por recuperar el podio perdido tras un precipitado salto a la fama. Pero la estrella era naturalmente Abbado, aunque estrellado por la producción de Peter Stein para «Parsifal». Con sólo un cuarto de intestino pero enérgico en su extrema delgadez, quería encarar las ovaciones junto a su Filarmónica, que le adora más que antes pero menos que mañana -Rattle en camino-, pero finalmente hubo de encaramarse al podio. Y Rattle, responsable el año próximo del festival, cometió sus primeros errores: programar la misma «Quinta» mahleriana en sus dos conciertos y traer de nuevo la «Octava» de Bruckner, ya presente esta edición. Beckmesser.com
MORTIER
Gerard Mortier abandonó Salzburgo. Cuando tomó el festival, éste era el más famoso de cuantos se celebraban, ¿lo sigue siendo? No hay duda de que Mortier es una persona inteligente y con ideas, como tampoco la hay de que sus filias y fobias son muchas y también sus ganas de protagonismo. De todo ello ha quedado constancia a lo largo de la década que ha dirigido el festival e incluso lo ha remarcado con una traca final.
Salzburgo precisaba un cambio tras Karajan. Se hacía imposible seguir con la política de lujo del mítico director, capaz de encontrar fondos debajo de las piedras para sus proyectos casi faraónicos. Junto al Adige se citaban los mejores solistas, directores, orquestas y toda la corte, entre otras la discográfica, que estos llevaban consigo. Hoy queda poco de esto en Salzburgo y las casas discográficas han traspasado sus locales a tiendas de recuerdos, joyerías. Incluso la referencial DGG hizo las maletas. Los comerciantes y los restauradores se han quejado siempre de un supuesto bajón comercial y es que el glamour desapareció para quedar de él unos rescoldos en el festival de Pascua.
Mortier basó su reinado en propuestas novedosas, tanto en el repertorio como en los apartados escénico y musicales. Encomendó las realizaciones y escogió colaboradores entre los «amigos» -incluso repartió premios entre la prensa «adicta»- y… acabó peleado con una buena parte de ellos, siendo quizá Harnoncourt y Peter Stein los casos más significativos. Los enfrentamientos con Abbado, Chailly, Muti o Levine eran previsibles, pero no lo era que acabase mal con amigos íntimos. Pero en su balance hay espectáculos memorables, como el “San Francisco de Asís” de Peter Sellars, el “Wozzeck” de Peter Stein, el “Boris” de Wernicke o el mismo “Doctor Faust” de Mussbach. Curiosamente casi ningún título mozartiano y es que con el compositor local no acertó.
Y, como colofón, la venganza contra quienes le criticaron. Mortier resultó un empleado infiel. No es de recibo despedirse programando los clásicos para machacarlos con puestas en escena manifiestamente irreverentes, con directores amaestrados (los Cambreling, Zagrosek, Gielen, Kuhn, etc) y hasta con partituras alteradas. El comité del festival le ha estrechado la mano y ha respirado con alivio. Esperemos que no se cumpla el refrán: «otros vendrán que bueno te harán».Beckmesser
MISS MÚSICA
Saltó el escándalo en los concursos de misses. Lo que no se entiende es ese rasgarse las vestiduras que hemos presenciado. ¡Cómo si los tejemanejes descubiertos no fueran una cosa intuida y, para muchos, más que sabida!
Los concursos se prestan a todo por más que se amparen en la presencia de un notario. Puede ser que el notario vista con un halo de solemnidad y seriedad algo que puede estar podrido por dentro. El notario, en el mejor de los casos, certificará que los votos obtenidos han sido realmente emitidos por los miembros del jurado y que las sumas están bien hechas, pero nada más. Eso por no hablar de los notarios que aparecen en nuestras queridas óperas, de Mozart a Puccini, de «Così fan tutte» a «Gianni Schichi». No puede certificar ni certificará que esos mismos miembros del jurado han votado en conciencia, sin presión alguna.
En la música hay infinidad de concursos, unos aparentemente serios y otros aparentemente poco serios, en los que bien podría saltar el escándalo. De hecho ya ha saltado en más de una ocasión. Hay, eso sí, sus diferencias. Por ejemplo el tema económico. ¿Se imaginan comprando agudos a millón el «do»? No, en la música se mueve mucho menos dinero y por eso la corrupción económica es menor e incluso quizá inexistente. Pero puede haber otras corruptelas.
¿Cuántas veces hay jurados que son profesores de música y que tienen entre sus alumnos algún concursante? ¿Y qué me dicen de los jurados que son agentes artísticos y guardan ya en el cajón un contrato con alguno de los aspirantes? Y, a partir de aquí, lo que ustedes se pueden imaginar. Se invita a unos cuantos personajes más o menos próximos al medio, se les abona el viaje, se les paga unas dietas y en unas comidas opíparas se les instruye sobre las «conveniencias» a través de un jurado culto en el tema a tratar, cuya autoridad o no levanta sospechas o nadie se atreve a discutir.
Así sucede en concursos de canto, de piano o de lo que ustedes quieran, composición incluida. Aún recuerdo un concurso dedicado a nuevas obras, en el que un afamado compositor presentó una obra ya conocida. En el jurado había un compositor amigo que se dio cuenta. ¿Creen que puso abiertamente, delante de todos, las cartas sobre la mesa? En fin, veremos qué pasa con Rosa. ¿Habrá comprado Aznar votos en Barcelona? Beckmesser.com
INTERROGANTES
He tenido ocasión de escuchar en grabación el célebre final que ha escrito Luciano Berio para «Turandot». Después de oírlo aumenta mi desconfianza hacia los críticos. Me sorprende que nadie haya realizado un paralelo entre los dos finales conocidos y, de una forma decidida, haya apostado por uno de ellos. Nadie ha escrito, por ejemplo, que las líneas vocales de ambos son casi idénticas y que las diferencias radican más en la parte orquestal. La cosa demuestra la inteligencia de Berio, ese compositor que ya sólo parece saber añadir notas a antepasados. De esa forma, en principio, los cantantes no pondrán proa contra un final nuevo, puesto que les es prácticamente igual. Sin embargo mucho me temo que las sopranos que abordan el personaje principal no van a dar su visto bueno, ya que el dúo final pierde fuerza canora en favor de la pobre Liú, que ve cobrar mayor protagonismo a su aria postrera, original de Puccini. ¿Qué Turandot, tras todas las inclemencias vocales que ha de afrontar, va a dejar que los aplausos finales pasen a Liú? Ninguna. Pero mi interrogante es otro. ¿Por qué Canarias, los Ángeles y otros sitios donde se ha ofrecido y se ofrecerá el nuevo final van declarando que es un encargo propio? ¿Será porque Berio ha cobrado varios finales, uno para cada sitio? Tal y como está el pato musical, no me chocaría nada. Y supongo que, desde luego, todos los contratos incluirán la limusina habitual.
Muchos se interrogan qué pasó en la Fundación Caja Madrid y, sobre todo, qué pasará. Sobre la continuidad de subvenciones y proyectos se cierne el interrogante. Se habló de una persona de la organización como nuevo director, pero obviamnete los 43 millones de euros que manejará son muchos, como también la remuneración del cargo, como para que no se muevieran todo tipo de intereses. ¿Continuará Rafaél Spottorno la excelente labor de Pérez de Armiñán con parecidas premisas? Y ustedes quizá no, pero yo ya conozco las nuevas actividades de otro alto gestor cultural en paro desde el otoño. Tienen su miga. Ya les contaré.
Como nos tendría que contar alguien qué hay detrás de tanta visita a España de los cuerpos de la Staatsoper berlinesa de Barenboim. Además de proseguir en Madrid y salvar con este dinero sus problemas presupuestarios en la capital alemana, también van a visitar el Liceo. ¿Qué será, será? Beckmesser.com
De paseo
De paseo andaba un conocido director nórdico cuando sus ojos y sus pasos le llevaron al escaparate de una bodega. Tanto fue el impulso que agarró una borrachera como un piano y no pudo dirigir los conciertos programados.
Kleiber no ha vuelto este año a Canarias, pero allí aún se recuerda que quiso desmantelar el enorme fondo de cristal del escenario del auditorio. ¿Sería para escuchar el mar? Su asistenta me cuenta que ya no hay dinero en la bolsa que antes guardaba en la nevera. No les revelo el nuevo escondite por si entre ustedes hay algún caco. Sí les revelo que el mítico director tiene sus oídos abiertos a las ofertas.
De paseo anduvo Pavarotti por el escenario del Covent Garden. Que me despido de Londres con «Tosca», que me despediré más adelante… Claro, con tanto deshojar la margarita se le olvidó estudiarse el texto de la ópera y repartió «morcillas» a diestro y siniestro. Lo raro es que tras cuarenta años de carrera aún no se la sepa y lo raro es también que la crítica no dijera ni pío. Cada día entiendo menos a unos y otros… o los entiendo demasiado.
No fue precísamente un paseo la «Octava» de Shostakovich que dirigió Juanjo Mena en una localidad costera. Su comentario de que la percusión de la orquesta no era de lo mejor le creó un montón de problemas, convenientemente aderezados por la representación sindical.
Ahora que “Turandot” está de moda, no está de más recordar que a destajo, mañana y tarde, ensayaron la ópera en Málaga. Tanto que Lando Bartolini no pudo con el «si» final del «Nessun dorma». Rahbari, el director, dejó la batuta para disculparle ante el público. Lo malo fue cuando le animó a volver a iniciar el aria. «De eso nada» resolvió Bartolini cara al público. ¿Qué oiremos de todo ello en la grabación que próximamente va a editarse?
No de paseo, sino a trabajar, se quiere ir un ex alto cargo lírico en compañía de un aún empleado de apellido francés. Ambos se han ofrecido en comandita a la ópera de Palermo.
Buena la armó en Asturias, en pleno ensayo, una fotogénica soprano. Una vez leída, no le gustó nada una entrevista que había concedido. A punto estuvo de mandar a paseo al personal.
Y yo me voy de paseo con un auto halago. ¿Vieron que los Reyes Magos empezaron a repartir mis regalos? A Chailly ya le trajeron Leipzig. Beckmesser.com

Cultura política
En días pasados tuvo lugar en el Auditorio Nacional de Madrid un concierto con el que se inauguró la presidencia española de la Comunidad europea. A él acudió toda la clase política. En el Auditorio pocas veces se habían visto tantas flores, tantas azafatas y tanta vigilancia. Era, por así decirlo, el Auditorio de los políticos, no el de la población aficionada. Todos invitados por algún servicio de protocolo. Allí acudieron los que nunca acuden.
Y pergeñaron un programa variopinto: un antiguo preludio de Cristóbal Halffter escrito para el Madrid del ’92, la fantasía sobre «Greensleeves» del inglés Vaugham Williams, el tópico «España» del francés Chabriér, un quinteto del italoespañol Boccherini apañado por García Abril, una suite de «El sombrero de tres picos» del español Falla y, para terminar, el alemán pero ya europeo «Himno a la alegría» beethoveniano. Delirante popurrí para un festejo y popurrí que dio pena escuchar en varios momentos a causa de la más que deficiente interpretación. Uno entiende que a esa clase que acudió al Auditorio había que -en términos populares- «echarla de comer aparte» y de ahí el programa, pero no había necesidad de mostrar por TVE el espectáculo de escenario y sala. Al final el aficionado piensa: esos, los que aplauden cosas fuera de recibo, son los mismos que nos programan la cultura en tantos y tantos sitios, desde el Real hasta la deprimida manifestación de Salamanca 2002, al menos en su apartado musical, pasando por una supuesta escuela de perfeccionamiento encomendada a Rostropovich en Valencia. Ni ellos ni sus asesores aciertan.
Y la enfermedad se extiende por el Estado central, por comunidades y ayuntamientos, con favoritismos hacia los amigos artistas de cada cuál, con cachés irreales y desproporcionados en el mercado internacional, con programaciones sin coherencia alguna. En definitiva: no existen proyectos. El editorial de Luis Suñén en el «Scherzo» de este mes es perfectamente generalizable. Yo, antes que políticos y asesores pendientes de su propio beneficio jugando a programar cultura con nuestro dinero, prefiero que se ayude a subvencionar a los empresarios privados con experiencia y planteamientos contrastados que demuestren arriesgar su propio dinero en los proyectos. Cada día somos más los deprimidos por tanta nulidad y tanto cara. BECKMESSER.COM

REYES 2002
Los Reyes del primer capicúa del tercer milenio podrían venir cargaditos de regalos.
Para la Filarmónica de Munich: una batuta con el nombre de Thielemann o Nagano para sustituir a Levine.
Para Chailly: un podio en el Gewandhaus, que aúne a la ópera y la orquesta.
Para Thielemann: un podio en el Concertgebouw.
Para Antonio Moral: que las cosas de la Caja no cambien o que cambien para no cambiar.
Para Javier Casal: un talonario con cien cupones de tren Madrid-Valencia, ida y vuelta.
Para Alfonso Leoz: un ramillete de «covers» para cubrir alguna que otra sustitución y un abogado.
Para los chicos de la OSM: un antídoto contra la envidia a los congéneres del Liceo.
Para los chicos de la orquesta del Liceo: un Búfalo Billy.
Para Bertran de Billy: ovaciones en Salzburgo.
Para Helga Schmidt: un tampón con firma.
Para López Cobos: un manual sobre cómo ser estable una orquesta en situación inestable.
Para Juan Cambreleng: las acciones de Musiespaña que vendió hace cinco años.
Para Eduardo Casanueva: un empleo en Madrid a tiempo completo.
Para Inés Argüelles: una embajada en la Ópera de Córdoba para que se vaya formando.
Para Pilar del Castillo: un caballo, un libro de urbanidad, un catecismo y el disco de Los Pecos.
Para Ruiz Gallardón: el vídeo de «Encuentros en la tercera fase», que en Moncloa denominan «en la tercera legislatura».
Para Cristóbal Halffter: un monedero del Euro y un billetero adaptado a la misma moneda.
Para Tomás Marco: una relación completa de los amigos que no lo eran tanto.
Para Juan Ángel Vela del Campo: un programa en Vía Digital en horas diurnas.
Para SinfoRadio: un solo locutor-presentador.
Para Radio Clásica: el libro «El último mohicano».
Para Canal 7, Telemadrid, Vía Digital, Telecinco etc: lucidez para llevar a Beckmesser a «Tómbola», «Mamma mía» y «Crónicas marcianas» a hablar de malos tratos en música.
Estoy seguro que Melchor, Gaspar y Baltasar han tomado nota y traerán en la mochila de Millán Salcedo estos regalos y otras muchas más sorpresas… Y carbón. BECKMESSER.COM

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