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Por Publicado el: 16/11/2019Categorías: En vivo

Crítica: El ISIS llega a Sevilla

SAMSON ET DALILA (CAMILLE SAINT-SAËNS)

El ISIS llega a Sevilla

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Gregory Kunde en Samson et Dalila del Maestranza. Foto: Antonio Pizarro

“Sansón y Dalila” de Saint-Saëns. Gregory Kunde, Nancy Fabiola Herrera, Damián del Castillo, Alejandro López, Francisco Crespo,etc. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y Coro de la A.A. Del Teatro de la Maestranza. Jacques Lacombe, dirección musical. Paco Azorín, dirección escénica. Teatro de la Maestranza. Sevilla, 14 de noviembre de 2019.

De Mérida llega a Sevilla, en coproducción, este multitudinario “Sansón y Dalila” de Saint-Saëns recreado por Paco Azorín, aficionado últimamente a trasladar la acción a tiempos más modernos. En el teatro romano de Mérida viene ya resuelto el decorado para una obra como ésta y la Maestranza es otra cosa, por lo que las modificaciones han sido numerosas. Paco Azorín concibe el enfrentamiento entre filisteos y hebreos en el marco de los conflictos que hoy alteran la paz en Oriente Medio, con la población como principal afectada por la represión, las torturas y la carencia de solidaridad. Los enfrentamientos son retransmitidos en directo por una periodista que también acaba siendo inmolada durante la popular bacanal, convertida en una ejecución pública de los prisioneros hebreos que recuerda desapaciblemente a las tan difundidas hace un par de años del ISIS. El inicio y el final, aún con un fallo escénico en éste, son espectaculares, con el enorme escenario de la Maestranza vacío de decorados pero lleno de más de doscientos figurantes y el apoyo de una buena iluminación. Entre ellos, con la solidaridad como reto de la convivencia, algunos grupos sociales con carencias físicas o mentales. En el resto de la obra apenas unas gigantescas letras con la palabra Israel y proyecciones fílmicas. Todo muy lejos del lujo de la última producción de la pieza en el Met, más adecuado para el lugar y muy del gusto de un público que la vitoreó y hasta llegó a emocionarse.

Dirigió con solvencia -palabra que describe globalmente la apuesta – pero con cierta morosidad Jacques Lacombe, batuta titular en Bonn y frecuente en Berlín, a una orquesta a la que hemos escuchado prestaciones superiores. Muy bien, en cambio, el coro en esta partitura eminentemente coral. El reparto lo encabezó Gregory Kunde, quien lo debutó en Valencia en 2016 y más recientemente lo abordó en el Met. Convertido en tenor spinto y dominador del belcanto, respondió a todas las exigencias de la obra. La voz se conserva bien, firme y sin apenas vibrato, proyectándose siempre con suficiencia. Pasó algo difuminado en su escena en la prisión, pero brilló en el dúo con Dalila junto a Nancy Fabiola Herrera, quien cantó con línea la célebre aria aunque un punto falta de voluptuosidad. Correcta, a falta de una mayor gravedad, en el dúo con el Sumo Sacerdote. Con frecuencia nos quejamos los críticos de la poca presencia de cantantes españoles en los repartos de nuestros teatros. La Maestranza parece haber recogido nuestras quejas y todo el resto de artistas son de habla hispana – Damián del Castillo, Alejandro López, Francisco Crespo, etc.- y cumplieron sus cometidos con plena solvencia. Éste es el camino a seguir.

La temporada lírica se completa, amén de conciertos y recitales, con “Agripina”, “El barberillo de Lavapiés” y “Traviata”. Gonzalo Alonso

Un comentario

  1. Juan 17/11/2019 a las 12:54 - Responder

    Como oyente de pie y no experto musical, coincido en el excelente papel del tenor Gregory Kunde. Me pareció que la actuación de Nancy Fabiola Herrera fue convincente y vale algo más que un mero aprobado, como parece sugerir el crítico. Coincido en que a la orquesta le faltó algo de brillo pero fue de menos a más durante la representación. Los coros, excelentes.
    La escenografía, un tanto espartana, resultó sosa y restó el «glamour» que uno espera del espectáculo operístico. El esfuerzo por encajar el argumento en el conflicto árabe-israelí actual implica introducir situaciones que unas veces aciertan, y otras parecen desconectadas del libreto y de la música. La aparición de una especie de policía antidisturbios y un pueblo hebreo «independentista» al comienzo del acto primero es altamente inoportuna, al igual que las letras ISRAEL manchadas de sangre que parecían una especie de toma de posición política anti-israelita (no creo que fuese la intención de la producción). La cosa se vuelve muy inquietante con la alusión al ISIS durante la escena de la bacanal, mientras se da un chocante contraste con la música original de la obra, que parece extrañamente fuera de lugar ante una alusión tan grave. Riesgos de la identificación de los temas que pese a su superficial semejanza que no tienen por qué coincidir plenamente con los problemas de la actualidad.

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