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Por Publicado el: 30/03/2022Categorías: En vivo

Crítica: Lucia di Lammermoor en Córdoba. Espléndida Lucía con acento español

LUCIA DI LAMMERMOOR (C. DOMÍNGUEZ-NIETO)

Córdoba: Espléndida ‘Lucía’ con acento español

Córdoba. Gran Teatro , 27-03-2022. Reparto: María José Moreno (Lucia), Moisés Marín (Edgardo), Javier Franco (Enrico), Manuel Fuentes (Raimondo), Lucía Tavira (Alisa), José Manuel Montero (Arturo) y Raúl Jiménez (Normanno). Coro de Ópera de Córdoba. Director: José Mª Luque. Orquesta de Córdoba. Dirección de escena: Francisco López. Escenografía y vestuario: Jesús Ruiz. Dirección musical: Carlos Domínguez-Nieto.

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Lucia di Lammermoon. Córdoba (c) Rafael Alcaide

A pesar de que algunos auguraban una producción modesta basándose tan sólo en la categoría “menor” del Gran Teatro de Córdoba y de sus temporadas líricas, esta producción de Lucia di Lammermoor se ha saldado con una de las más agradables y felices sorpresas de esta temporada, mostrando el buen hacer del equipo artístico del teatro cordobés y el buen nivel actual de las voces españolas.

La producción escénica, procedente del Teatro Villamarta de Jerez y firmada por Francisco López, es un dechado de eficacia teatral con limitados pero bien resueltos medios técnicos. La idea motriz es que todo el argumento ocurre en la mente atormentada y doliente de Lucía, el único personaje de esta ópera que de verdad sufre un entorno hostil y violento, incluido un Edgardo que a las primeras de cambio se quita de en medio sin pedir explicaciones a Lucia por su compromiso con Arturo. Este punto de partida se materializa en el uso de proyecciones en el fondo del escenario, con las visiones del antiguo asesinato en la fuente y el fantasma de la asesinada, fondos marinos y de bosques, que combinadas con el tul de boca le dan a la escena una dimensión a la vez espacial y onírica con sus perfiles difuminados y nebulosos. Con la escenografía sobria y el vestuario fastuoso y brillante de Jesús Ruiz (inspirado en los años de entreguerras), el apartado teatral del espectáculo estaba asegurado con alta nota.

Domínguez-Nieto consiguió de la orquesta de Córdoba un sonido muy empastado y homogéneo, de alta calidad en todas las secciones, en una de las mejores prestaciones en el foso que le recordamos a esta orquesta. Eso sí, a Domínguez-Nieto se le notó en exceso su formación germánica en una dirección por momentos pesante y con poca flexibilidad en materia de rubato y de acentos en los pasajes más rítmicamente marcados de la partitura (cabaletas, coros).

María José Moreno lleva ya dos décadas defendiendo el personaje principal de esta ópera y sigue manteniendo una voz ideal para el mismo. Con la evolución propia de los años, su Lucia es ahora más madura y con un mayor peso en la franja central de la voz, si bien no hay ni un ápice de pérdida de brillo en los agudos, que siguen refulgiendo, como tampoco en las coloraturas, como se pudo ver en una “escena de la locura” realmente excepcional y llena de detalles en materia de fraseo, sacando a relucir todos los recursos expresivos con reguladores, filados, medias voces, etc; y atacando siempre las notas superiores de forma limpia, sin notas de apoyo ni portamentos. Su línea de canto es impecable, de una elegancia y una naturalidad inmarchitables.

Una espléndida sorpresa fue el Edgardo de Moisés Marín, cuya voz ha evolucionado hacia territorios más líricos desde su naturaleza ligera de hace poco tiempo. La voz va asemejándose a la de los clásicos baritenores rossinianos (terreno que está empezando a explorar este tenor granadino), con prestancia suficiente en la zona central y un registro superior muy esmaltado y con capacidad de proyección más que notable. Era su debut como Edgardo y, naturalmente, tendrá que ir perfilando cuestiones de fraseo y de expresión, sobre todo en el uso más flexible del sonido mediante smorzature y medias voces, tan necesarias para transmitir emoción en momentos como su escena final, sobre todo en “Fra poco a me ricovero”. Con todo, el recitativo de “Tombe degli avi miei” estuvo muy cuidado en materia de acentos y augura un Edgardo con mucho recorrido en los próximos tiempos.

Javier Franco diseñó con su voz poderosa y de amplios medios un Enrico violento y despiadado, con acentos de furia que, no obstante, nunca rompían la línea de canto, servida con un legato muy canónico en momentos como “Cruda, funesta smania”. La otra gran sorpresa fue Manuel Fuentes, que a sus veinticinco años es ya un bajo de los de verdad, a la antigua, con centro y graves bien apoyados y resonantes, de color oscuro pero de dicción clara; la voz está siempre fuera, no hay rastros de engolamiento ni de bamboleo. Si se le añade un impecable cantabile nos debemos felicitar por la aparición de una voz de estas características en España a la que hay que augurarle un gran futuro. Estupenda Lucía Tavira, de voz siempre presente y de muy bellos perfiles tímbricos. Y muy prometedor también el joven linarense Raúl Jiménez, una voz más cuajada y firme de lo que cabría esperar para su edad. Muy forzado, de emisión apretada, José Manuel Montero. Y bastante bien el coro, sobre todo las secciones masculinas, muy empastadas. Andrés Moreno Mengíbar

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