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Por Publicado el: 07/04/2016Categorías: Entrevistas

María Pagés: «Todas somos Carmen»

 

©-David-Ruano

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La bailarina sevillana estrena hoy Yo, Carmen en los Teatros del Canal madrileños

 

  • Me interesa llegar a lo esencial
  • El público es mi aliado: el que me acompaña en todo
  • Me considero libre como artista para poderme expresar
  • Mi admiración por Antonio Gades es infinita
  • La palabra tiene su propia musicalidad

 

Vestida de negro. En reposo: con los brazos apuntando al cielo o a la plataforma sobre la que ensaya… Durante la corta pausa para que los fotógrafos capten su plano más nítido, la figura de María Pagés evoca la apolínea sobriedad de Isadora Duncan. Pasado ese instante, cuando despierta el genio que habita en sus adentros, la bailarina sevillana se transmuta en fuego para mostrar al público su visión de Carmen: ese personaje tan sevillano y tan universal como ella. El resultado se traduce en Yo, Carmen: una disección del mito hasta las últimas consecuencias: hasta dar con esa Carmen con la que se identifica, a pesar de haberla bautizado María Jesús. La suya es otra Carmen, alejada de los tópicos. Pasea con ella desde hace año y medio por grandes escenarios del círculo internacional que tan familiares le resultan, y hoy llega a los Teatros del Canal de Madrid, para instalar su campamento hasta el próximo día 24.

P. ¿Ha corrido mucho Yo, Carmen?

R. Después del estreno nacional en el Teatro Calderón de Valladolid y el internacional en el Explanade de Singapur, hemos girado bastante, esperando el momento bueno para dedicarle a Madrid una temporada larguita,

P. Tres semanas es un periodo muy ambicioso

R. Y sobre todo, de mucho riesgo, que asume la compañía. Pero valía la pena empujar y hacerlo, en este teatro que es nuestra casa, donde ensayamos y donde contamos con muy buenos cómplices.

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P. Desde aquella première ¿Ha variado en algo el montaje?. ¿Era definitivo o lo concibe como work in progress?.

R. Hay dos tipos de obras. La que se quedan como ya hechas, porque son así: estructuralmente son iguales, y si se modifican es mínimamente, a medida que se puedan ir incorporando nuevos intérpretes, que aporten cosas distintas. Yo, Carmen pertenece al otro tipo. Desde el punto de vista estructural, prácticamente es lo mismo, pero van cambiando cosas del mismo modo que yo voy cambiando. Porque es el resultado de mi propia vida; de mi transformación como mujer. Esta obra la he podido hacer ahora y no antes. Porque necesitaba la experiencia y la madurez debidas. Por eso, aunque soy bastante pragmática cuando concibo un espectáculo, en casos como este requieren ir transformándose cuando noto que me lo va pidiendo la propia obra.

P. ¿Más por su sentimientos que por la recepción de la audiencia?

R. Ante todo por las vivencias propias que me interesa contar. Cuando se abre el telón, lo que intentas es compartirlas con el público, que es mi aliado: el que me acompaña en todo. Que se produzca esa ceremonia común que parte desde el escenario hacia el espectador.

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P. En el caso de la Carmen operística, las mejores intérpretes han querido abordarla desde su madurez. Desde Antonacci, que lo comentaba en estas páginas hace unos días, a la Carmen por antonomasia, Teresa Berganza

R. …que es muy amiga mía. Pero esta no es la Carmen al uso. No se trata de ese personaje al que siempre he mostrado una gran resistencia a la hora de hacer, porque en muchos aspectos no estaba de acuerdo con el. Las veces que me lo han ofrecido son incontables. Incluso Carlos Saura, cuando le pidieron montar la ópera Carmen en La Scala de Milán me preguntó si me interesaba responsabilizarme de la coreografía.

P. ¿Cuál fue sur respuesta?

R. En aquel momento, aparte de que estaba enredada con mil cosas, no me apetecía. Ni me interesaba ni me interesa el personaje de Carmen. Si lo trasladamos a nuestros días, para contar la historia, Carmen sería una víctima más de la violencia de género. Realmente es así, aunque luego se ha vestido, se ha imaginado …

P. ¿Está hablando de la de Merimée-Bizet?

R. Especialmente la de la novela de Merimée, que he estudiado en mayor y menor profundidad, porque es de donde sale todo. Desde el epígrafe del griego Pallamas que la antecede: “La mujer, como la hiel, tiene dos momentos buenos en la vida: uno en el tálamo (cuando hace el amor) y otro cuando muere”. En esas palabras está toda la intención de lo que la obra querrá transmitir. ¿Y cómo termina?. Termina con la frase : …pobre niña. La culpa la tienen los calé por haberla educado así. Ella no habla: la callan siempre. Hasta que la matan. Hay un mensaje profundo que no favorece a la mujer. O por lo menos yo siempre lo he visto así.

©-David-Ruano

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P. ¿Cómo se ha planteado Yo, Carmen?

R. A partir de esas reflexiones he intentado dar voz a la mujer. Que sea la mujer real la que habla; la que cuenta. Con todas sus seguridades e inseguridades, con su fuerza y su fragilidad, para que reivindique sus propios deseos. En la obra no está eso. Sé que lo que digo chocará a muchos amantes da la ópera, porque los grandes aficionados vamos siempre más allá.

P. Algo salvará de la quema

R. La ópera es una maravilla, y también la interpretación de algunos artistas, como Teresa Berganza. Con un nivel de tal altura, que acabas olvidando todo para centrarte en ellos, que se sobreponen al personaje. Aparte de que la música de Bizet, que siempre he admirado y está presente en Yo, Carmen, es tan sublime que trasciende al personaje y a la obra.

P. Fuera de España ¿Se entiende su espectáculo del mismo modo que aquí?

R. Como decía, Yo, Carmen no cuenta la historia conocida. No refleja ni plasma el mito, sino el contrapunto del mito en un intento de deshacerlo. Y necesitaba experiencia vital para poder explicar el porqué con fundamento y criterio personal coherentes. Al no proponer la Carmen tal cual, sino mi reflexión sobre ella, me considero libre como artista para poderme expresar. Cuando digo Yo, Carmen, es porque ese nombre es el más común en España. Carmen es tu madre, tu vecina, tu tía, tu mejor amiga. En los años que pasé en el colegio con las mismas compañeras, seis o siete eran Carmen, Mari Carmen, Carmela… Incluso una monja era Sor Carmen. Todas somos Carmen. Carmen es lo cotidiano. El Yo no se refiere a una en concreto. En ese Yo nos metemos todas. Es el yo colectivo: todas a una. Por esa razón, el público lo acepta como una visión más, y nunca he sentido ninguna reacción adversa, porque no estoy haciendo la Carmen tópica, estereotipada. Intento deshacer el arquetipo porque me interesa llegar a lo esencial.

P. Como el Picasso academicista que pone el arte patas abajo con el cubismo, antes de llegar a esta, usted conocía de primera mano la Carmen de Antonio Gades.

R. Estoy muy unida a esa Carmen por dos razones. En primer lugar, por haber participado en la película, casi recién llegada a Madrid. Fue una experiencia enormemente enriquecedora, de la que asimilé mucho porque la viví a fondo. Además, me dio la oportunidad de conocer a Antonio Gades, en cuya compañía entré unos años más tarde. La admiración que tengo por él es infinita. Para mi ha sido un maestro en todos los sentidos. Desde lo que respecta a la danza y al flamenco hasta su estética creadora. Y naturalmente, su ética respecto a la profesión, que es lo más importante que aprendí de él. He visto muchas veces aquella Carmen, y estoy convencida de que es una obra maestra, por la visión de Gades y su modo de contarla.

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P. ¿Que le resulta más fácil de trasladar a la danza: la literatura o la música?

R. Ambas cosas. Si tomamos cualquier cante flamenco, vemos que hay palabra y música. Palabra y ritmo; palabra y melodía…Decir Flamenco y poesía es casi una redundancia, el flamenco es pura poesía. Una poesía popular, anónima, transmitida de generación en generación, interpretada por tantas y tan diferentes gargantas, aportando cada una algo sobre la misma letra. He vivido siempre en la poesía. Toda la vida introducida en el flamenco y en el cante ha supuesto que la poesía esté en mi. Más allá: me encanta la poesía y disfruto leyéndola porque ¡en tan poco se dice tanto! ¡Tan pocas palabras te abren a un mundo tan inmenso!. La palabra tiene su propia musicalidad y bailar la poesía es prácticamente bailar esa palabra que en Yo, Carmen está reivindicada de un modo casi natural. Por eso en Yo, Carmen recurrimos a los idiomas originales en los textos incluídos porque, aparte de las letras flamencas y de la presencia de Belén Reyes, que es una gran poetisa de nuestros días y la perfecta aliada para la coordinación literaria, contamos con la palabra de María Zambrano y, junto a ella, con la de Akiko Yosano, Marguerite Yourcenar, Margaret Atwood, Widdad Benmoussa… En todos los casos, tocando el flamenco, que está siempre presente.

P. En el espectáculo ¿predomina más la música o la poesía?

R. Están juntas. El trabajo musical es un capítulo muy importante, que hemos trabajado muy a fondo. En lo que respecta a la música de Bizet debo decir que siempre me ha gustado hasta llenarme los oídos y el alma. Aquí hemos trasladado la música de la ópera, acercándola a nuestro mundo. Haciendo por ejemplo, que el tema de la taberna de Lillas Pastia le corresponda a la cantaora. Y es maravilloso ver cómo lo hace en francés. Creo que es la versión que hubiera querido Bizet. Hay melodías suyas que no van a chocar, aunque están en un contexto muy femenino muy distinto.

P. Respetando la esencia

R. La esencia está ahí, y los músicos hacen un trabajo maravilloso sobre la partitura de Bizet. Además hay otras originales que han escrito para el espectáculo los compositores Rubén Levaniegos, Sergio Ménem y David Muñiz. Por último, la parte flamenca, como un pilar en el que afianzarnos.

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P. Se ha centrado en Yo, Carmen en exclusividad o la comparte con otros espectáculos?

R. La nuestra es una compañía de repertorio; no nos movemos por obras aisladas. Utopía, uno de los montajes, lo llevamos a Sao Paulo; después de Madrid vamos a Japón y al Arriaga de Bilbao con Autorretrato. Con Óyeme estaremos en el Mercat de les flors de Barcelona en Octubre… Lo bueno es que estamos siempre en contínua actividad. No nos estancamos en una obra, y eso nos mantiene permanentemente atareados.

P. ¿Se entrecruzan a veces los resultados? ¿Puede su Carmen invadir otros espectáculos y viceversa?

R. En cada obra aprendes de ti mismo: te hace enriquecerte. Y por supuesto que eso influye en cualquier cosa que hagas. En Yo, Carmen he aprendido muchísimo. Aunque sólo fuera por los preparativos: con toda la poesía que he leído, con todas las mujeres con que he hablado. Investigando en todas las cármenes que se han hecho.

P. ¿Alguna le ha impresionado en especial?

R. La que me tocó más es la de Burlesque on Carmen, de Chaplin. Siendo la más antigua, defiende mucho a la mujer por el modo en que trata todo esto que hemos hablado. Me sentí muy solidarizada con él y reforzada en mi mensaje, por lo que hace irónicamente en su película, que tiene un final muy interesante y totalmente revelador en cuanto a la defensa femenina.

Juan Antonio Llorente

 

Un comentario

  1. Bzcenci 17/04/2016 a las 20:49 - Responder

    Carmen víctima de la violencia de género? Técnicamente quizá sí. No quiero incurrir en la incorrección política de decir que se lo buscó, pero hay que tener en cuenta de que con sus manejos lo instó a Don José a desertar, unirse a los bandidos y arruinar su vida. No se puede decir que fuera una sometida cuyo marido le pegaba y la mató una vez que ella quiso levantar cabeza.

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