Il mondo alla rovescia (El mundo al revés): Mozart/Salieri triunfa en Salzburgo

Il mondo alla rovescia, música de Antonio Salieri y libreto de Caterino Mazzolà. Reparto: Daniele Macciantelli, Hazel McBain, Luke Sinclair, George Humphreys, Katie Coventry, Nicole Lubinger, Michael Schober, Yevheniv Kapitula, Alexander Hüttner. Chor und Extrachor des Salzburger Landestheater. Mozarteumorchester Salzburg. Mert E. Akyüz, mandolina;  Eleonora Siciliano, clavicémbalo. Alexandra Liedtke, directora de escena. Carlo Benedetto Cimento, director musical. Salzburger Landestheaters, Salzburgo, 27 de mayo 2025.

Imagen de la producción

Antonio Salieri (1750–1825) es uno de los músicos más conocidos por todo el mundo, aunque desgraciadamente no por sus composiciones (dudo que un no experto conozca algo suyo) sino por el personaje mediocre y envidioso creado para el teatro por Peter Shaffer y llevado al cine en la magnífica Amadeus por Miloš Forman.

Sabemos que no fue verdad: fue uno de los compositores más influyentes de su tiempo, maestro de Beethoven, Schubert y Liszt, y figura central en la vida musical vienesa del siglo XVIII. Su legado musical es amplio y variado, abarcando óperas, música sacra y sinfónica.

El Teatro de Salzburgo, ciudad natal de Mozart, rescata en el año del bicentenario de la muerte de Salieri un dramma giocoso u ópera bufa, no muy conocida pero deliciosamente provocadora y muy actual: Il mondo alla rovescia (El mundo al revés). Se estrenó en 1795, y está compuesta sobre un libreto de Caterino Mazzolà, conocido sobre todo por haber adaptado La clemenza di Tito (¡de nuevo Mozart!).

La obra plantea una sátira social en una isla gobernada por mujeres, donde los roles de género están invertidos: los hombres cocinan, cosen y cotillean y las mujeres dirigen el ejército y dictan las leyes.

Pero lo que podría haber sido una simple comedia de enredo al uso se convierte, gracias a la directora alemana Alexandra Liedtke, en una sátira elegante y sin chistes fáciles.

Se incluyen además divertidos guiños cinematográficos (como una vídeo-presentación previa a cada acto con textos explicativos al estilo de La guerra de las galaxias o el vestuario masculino rosa a lo Barbie -sólo que ellos, los ‘Ken’ son las barbies rosas-), los hay también al arte pop (bocadillos que bajan para mostrar los pensamientos de los personajes) o renacentista (muy divertido el Conde posando sobre una concha para ser pintado como El nacimiento de Venus) y estupendas ‘apariciones’ de Mozart, como personajes de La flauta mágica o un cartel de Le nozze di Figaro de Mozart con tachones que lo convierten en ‘Le nozze di Generale de Salieri’, jugando así con la supuesta rivalidad entre ambos compositores.

Imagen de la producción

El diseño escénico de Philip Rubner y el vestuario de Johanna Lakner refuerzan esta estética de “mundo al revés” con una paleta rosada y elementos visuales que oscilan entre lo kitsch y lo conceptual. El resultado es una producción que, sin renunciar al humor, plantea preguntas sobre el poder, el deseo, la identidad y la desigualdad (mi alemán no da para tanto, pero en uno de los textos se podía leer sobre la brecha salarial entre músicos hombres y mujeres).

El bajo italiano Daniele Macciantelli da vida a la Generala. Es un personaje travestido que probablemente en su estreno tenía una intención de burla pero que se ha integrado muy bien en esta versión. Se notó que disfrutaba con el personaje, domina el escenario con una mezcla de autoridad y vulnerabilidad. El barítono inglés George Humphreys en el papel del Conde, se movió con soltura en el escenario, mostrando astucia, determinación y coquetería, y también estuvo muy acertado en la parte vocal.

La soprano de coloratura escocesa Hazel McBain convenció como una Coronela de fuerte personalidad ‘masculina’ y pudo lucirse en sus arias especialmente el en primer acto. El tenor londinense Luke Sinclair dando vida a Amaranto derrochó humor con su personaje y estuvo bien situado vocalmente. Y el resto de personajes en la misma línea, bien dirigidos en la parte actoral y cumpliendo en la lírica.

Una obra interesante redescubierta, con una puesta en escena muy ingeniosa y seguramente barata (a ver si aprenden los grandes teatros). Aunque seguramente no sea la mejor de sus óperas, Salzburgo ha hecho justicia a Salieri, no como sombra de Mozart, sino como un creador con voz propia.

Javier Lillo