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Por Publicado el: 06/09/2025Categorías: Colaboraciones

Batutas españolas al frente de orquestas internacionales

‘La hora española’ de la dirección de orquesta

Batutas españolas se imponen en el panorama internacional

‘La hora española’ de la dirección de orquestaBatutas españolas se imponen en el panorama internacional

Pablo González al frente de la JONDE

Pasaron los tiempos en que se contaban con los dedos de una mano las batutas españolas al frente de orquestas internacionales. El anuncio el jueves del nombramiento del ovetense Pablo González (1975) como nuevo director musical de la Orchestre National D’Île de France es, (por ahora), el último eslabón de una cadena creciente en las que los maestros españoles se han impuesto en numerosas orquestas internacionales.

Basta una somera relación para cerciorarse de ello: Gustavo Gimeno en la Sinfónica de Toronto (y antes, en la Filarmónica de Luxemburgo); Roberto González Monjas en las del Mozarteum de Salzburgo y la Musikkollegium de Winterthur (Suiza); Jaime Martín en la Sinfónica de Melbourne; José Miguel Pérez Sierra, director artístico del Royal Opera Festival de Cracovia (Polonia); Josep Pons en la Deutsche Radio Philharmonie de Saarbrücken…

También Roberto Forés (principal director invitado de la English Chamber Orchestra); Jaume Santonja (principal director invitado de la Sinfónica Verdi de Milán), o, ya en tono menor, Andrés Salado en la Sinfónica Nacional de Costa Rica, el valenciano Ramon Tebar en la Ópera de Naples (Florida), y el alicantino Josep Vicent en la Argovia Philharmonic, Suiza. A estos nombres, aún hay que añadir una nutrida relación de maestros españoles que, a pesar de no ostentar ninguna titularidad en la actualidad, mantienen presencia permanente en podios extranjeros como directores invitados.

A la cabeza está el granadino Pablo Heras- Casado, con una brillante carrera internacional como director invitado en los mejores podios y festivales, desde la Filarmónica de Berlín o la Radio de Baviera a la Ópera de Viena o el Festival wagneriano de Bayreuth, donde su ha consagrado como una de sus más apreciadas estrellas. Es precisamente Heras Casado, junto con el valenciano Gustavo Gimeno, el maestro español más cotizado en los podios internacionales. De hecho, sus agendas, son las únicas comparables a las que en su día atendían los otros dos grandes directores españoles de la generación precedente: Rafael Frühbeck de Burgos y Jesús López Cobos.

Si antes, eran estos dos -junto con García Navarro y Gómez Martínez- los únicos maestros que desarrollaban una carrera de permanente e importante presencia internacional, en la actualidad, la nueva generación de directores de orquesta españoles se mueve con normalidad en el panorama internacional, fruto de la formidable eclosión que la música clásica experimentó en España a partir de los años ochenta del siglo pasado, cuando proliferaron auditorios y orquestas en una geografía que hasta entonces, y desde el final de la Guerra Civil (1939), era una páramo musical.

‘La hora española’ de la dirección de orquestaBatutas españolas se imponen en el panorama internacional

Gustavo Gimeno al frente de la Filarmónica de Luxemburgo

La relación es felizmente cuantiosa, y en ella, con el alavés Juanjo Mena a la cabeza, no faltan directores de tanta actividad internacional como Sergio Alapont, Jordi Bernácer, Max Bragado, Salvador Brotons, François López Ferrer, Lucas Macías, Pablo Rus Broseta, Francisco Valero Terribas o el madrileño Guillermo García Calvo, quien hasta el pasado año fue director General de Música de la Ópera de Chemnitz (Alemania) y titular de su orquesta, la Robert-Schumann-Philharmonie.

A estos nombres aún hay que añadir el de Josep Caballé Doménech (1973), director titular de la Orquesta del Festival de Moritzburg (Alemania), y anteriormente titular de la Filarmónica de Bogotá, el hispano-venezolano Manuel Hernández Silva, y por supuesto, y dentro de su particular repertorio, el catalán Jordi Savall.

Una relación somera y distinguida en la que aún caben muchos nombres más, conformada por artistas y músicos que han aportado normalidad a lo que no hace tanto se veía como una rareza en un país empeñado en toros, panderetas y flamenqueos de tablao. Una presencia que, como la excepcional incorporación de instrumentistas españoles en las mejores orquestas del mundo (que será motivo de otro próximo artículo en BECKMESSER. COM), es el mejor certificado de que la música clásica en España, ha dejado definitivamente der ser algo de “muy pocos” para convertirse en patrimonio común del buen gusto. Aquí allí y allá. Fernández Arbós y Argenta estarían bien orgullosos de sus jóvenes y no tan jóvenes herederos. Justo Romero

2 Comments

  1. Daniel 07/09/2025 a las 08:20 - Responder

    El festival Wagneriano es en Bayreuth, no Salzburg. Un saludo

    • SpR 07/09/2025 a las 08:41 - Responder

      Gracias por la observación. Un lapsus de Justo, que conoce perfectamente el tema.

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