Crítica: Sosez bien pautada y serena, Núria Rial y Café Zimmermann en el CNDM
SOSEZ BIEN PAUTADA Y SERENA
Obras de Telemann y Bach. Núria Rial, soprano. Café Zimmermann. Director y concertino: Pablo Valetti. Universo Barroco del CNDM. Auditorio Nacional, Sala Sinfónica, 18 de diciembre de 2025.

La soprano Núria Rial
Prometedor concierto el que se nos anunciaba: Café Zimmermann, un conjunto de postín especializado y riguroso, uno de los más destacados en el campo de la música barroca, y, una soprano especializada en este repertorio. La agrupación demostró desde el mismo comienzo su rigor expositivo, su afinación, su espectro sonoro bien trabajado, de tonalidades penumbrosas y, en ocasiones, calurosas. La cantante Núria Rial volvió a demostrar su gorjeo, su atractivo timbre de ligera, su fraseo bien modelado.
Y, sin embargo, no nos divertimos demasiado. Pese a las virtudes señaladas la agrupación mantuvo una línea de acentuación poco contrastada, una cierta sosería, una planitud nada animosa, un fraseo nada chispeante. Y la soprano nos pareció en esta ocasión más bien monótona, falta de vigor, un tanto blanda en su por otra parte excelente línea de canto. Lo apreciamos ya en el aria Neugeborenes Menschenkind, con flauta obbligato, de la cantata Jesu Christ dein Kripplein de Telemann. Demasiado contenida e íntima. Modosita, de trazo aniñado. Sabemos que es soprano capaz de colorear, de contrastar, de acentuar con más personalidad.
Quizás se contagió de la sosería reinante, que se mantuvo en la obra de Bach que cerraba la primera parte de la sesión: el aria Süsser Trost, mein Jesus kömmt, BWV 151, precedida del Preludio y fuga en Sol mayor BWV 884. Pastueña y algo monótona nos pareció la interpretación. Bach también para abrir la segunda parte: primero la Sinfonía de la Cantata BWV 169, luego la Sonata en trío BWV 1038 y después el aria Wie lieblich klingt es in den Ohren de la Cantata BWV 133. Pese a la buena letra, a la afinación, permanentemente revisada entre obra y obra, la tónica se mantuvo.
Volvía Telemann al final. Primero con el Cuarteto en Sol mayor TWV 43:G5, tocado aquí por toda la orquesta (catorce miembros, más de la mitad con nombres hispanos), que mostró sus calidades pictóricas dentro de su aire de extrema prudencia expositiva, y después por la Cantata para el segundo día de Adviento, Der jungste Tag wird bald sein erreichen, TWV 1: 301. En el aria Lacht immerhim encontramos la mejor versión de Rial, que, además de su acostumbrada pulcritud y diáfana pronunciación, pareció aportar más calor, una expresividad más cercana y variada.
El concierto, que había comenzado con la Obertura-suite “à la pastorelle” TWV 55.F7 de Telemann, fue seguido por un público atento que ocupaba dos terceras partes de la sala y que aplaudió comedida y educadamente y obtuvo la recompensa de un bis.


























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