Marina Rebeka, diva de nuestro tiempo
Marina Rebeka, diva de nuestro tiempo
Tras triunfar en el Teatro Maestranza como Lucrezia Borgia, se presenta el 15 de diciembre en el Teatro de la Zarzuela

Marina Rebeka llega a Madrid después de triunfar en Sevilla
Diva de nuestro tiempo, la soprano Marina Rebeka lo tiene todo. Es inteligente, políglota (habla fluidamente siete idiomas, entre ellos el español casi como usted y como yo), culta, atractiva (por dentro y por fuera), simpática, entrañable y una mirada azul marino que emboba. Y, además, es una de las grandes sopranos de hoy y de siempre, heredera de una generación con nombres tan emblemáticos como Maria Callas, Montserrat Caballé o Victoria de los Ángeles.
La letona Marina Rebeka (Riga, 1980) acaba de consagrarse en Sevilla, en el Teatro Maestranza, como la Lucrezia Borgia del siglo XXI. El próximo lunes, 15 de diciembre, debuta en el XXXII Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), con un recital en el Teatro de la Zarzuela acompañada al piano por Marcos Madrigal. Si tiene ocasión, no se pierda esta ocasión de disfrutar del arte sin tapujos ni fronteras de esta verdadera y cercana diva-antidiva de nuestro tiempo.
Acaso su cualidad más destacable sea precisamente la versatilidad y amplitud de miras. Estéticas y vocales. Su vida cosmopolita y su rica formación musical e intelectual la ubican en una órbita diferente. También los medios vocales, portentosos, moldeados por una sólida escuela de canto, adquirida primero en su Letonia natal, y luego cuajada en Italia (Roma y Pesaro) y Austria (Salzburgo).
Esta confluencia de escuelas, idiomas y culturas es precisamente la que la convierte en una cantante total, capaz de ser la más genuina Madama Butterfly (rol que debutó en el Palau de Les Arts de València, en 2021), la Thaïs más sensual (Scala de Milán, febrero 2022), la Violetta más atormentada, la más dulce Micaela, o personajes de tanto empaque dramático como Médée (Cherubini), o Norma, que restituyó en la Scala de Milán tras más de medio siglos sin ser programados. Por supuesto, Mozart, Verdi y el gran repertorio ruso habitan también en su voz sin fin ni limites, que tampoco hace ascos al universo barroco y al repertorio contemporáneo.

La cantante se convirtió en la Lucrezia Borgia del siglo XXI en su debut andaluz
Obvio es señalar que su carrera surca y se desenvuelve en los máximos templos líricos, junto con las mejores batutas y directores de escena. Se inició ya en 2009, en el Festival de Salzburgo, con Moisés y el Faraón, de Rossini, dirigida por Riccardo Muti. Desde entonces, no hay gran teatro que se precie o aspire a contar en sus programaciones con esta artista absoluta, de intenso aliento dramático y una vocalidad asombrosa que le posibilita triunfar en los más exigentes títulos belcantistas, en Mozart, o en roles puccinianos o verdianos de mayor peso vocal.
Su discografía abundante refleja esta pluralidad quizá solo parangonable a la de divas como Caballé o Netrebko. Basta enumerar algunos registros operísticos para percatarse de ello: La Bohème (Musetta); Norma, Il Pirata, Guillermo Tell, Luisa Miller, Otello, La Traviata, La clemenza di Tito, Simon Boccanegra, La Vestale... A este nutrido conjunto de grabaciones operísticas se añaden numerosos recitales de muy diversa índole, que completan el perfil de esta artista cercana y siempre in crescendo. En Madrid interpretará canciones de Verdi, Tosti, Respighi, Cui, Chaikovski y Rajmáninov. De verdad: no se lo pierda por nada en el mundo. La emoción y el mejor canto están asegurados.

























Bellísima interpretación…
Emotiva interpretación.
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