Anna Pirozzi: “Haber empezado tarde fue una bendición”
En apenas trece años de carrera, la italiana Anna Pirozzi se ha consolidado como una de las sopranos dramáticas de referencia, heredera de una tradición vocal que exige potencia, musicalidad y presencia escénica. Su nombre figura en los carteles de los teatros más prestigiosos del mundo, desde la Scala de Milán hasta la Royal Opera House londinense. Protagonista de títulos como Turandot, Aida, Norma o La Gioconda, la napolitana alcanzó su consagración con Abigaille de Nabucco, un papel que ha interpretado más de 140 veces y que marcó el inicio tardío, pero destacado, de su trayectoria.

Anna Pirozzi
A los 50 años, Anna Pirozzi encarna un fenómeno poco común en el panorama lírico: una carrera iniciada tarde, con hijos ya en casa y tras una vida que parecía ajena al estrellato operístico, y que sin embargo la ha llevado a ser considerada la principal soprano dramática italiana de la actualidad.
El personaje de Abigaille en Nabucco, célebre por su dificultad, fue el punto de partida de su trayectoria. “Podría decir que nací con este rol”, reconoce la soprano en una reciente entrevista en OperaWire. Su debut precoz con este papel, gracias a una voz adaptable y una madurez personal poco común, marcó el rumbo de una carrera que la ha llevado a encarnarlo más de 140 veces en escenarios de todo el mundo. Además, en poco más de una década, Pirozzi ha recorrido el gran repertorio dramático, interpretando los roles de Turandot, Leonora, Norma o Maddalena. A ello suma incursiones en títulos menos frecuentes como Il Pirata en Montecarlo o Roberto Devereux en Berlín.
La soprano reconoce que haber empezado tarde fue “una bendición” para la resistencia vocal. “Ahora llegan los primeros cambios físicos, pero me siento en plena forma y quiero seguir mientras tenga voz y salud”, asegura. También subraya el papel de la maternidad: lejos de afectar negativamente, tras sus dos embarazos la voz “maduró, se oscureció y ganó en sustancia”.

Anna Pirozzi como Turandot en el Teatro Real (c) Javier del Real
Entre sus recuerdos más valiosos destaca su Turandot con Antonio Pappano en Covent Garden, que la crítica elogió como una de las mejores versiones interpretadas en la actualidad. “Trabajamos mucho en los colores, en buscar la dulzura y no solo el grito”, explica la cantante, haciendo de equilibrio entre fuerza y lirismo se ha convertido en una de sus señas de identidad.
Con gran parte del repertorio ya conquistado, Pirozzi sueña con debutar en obras como Fedora y revisitar títulos que ama especialmente: Médée, Norma, Adriana Lecouvreur o La Gioconda. También desea volver a abordar la partitura de La fanciulla del West, donde se siente cómoda, desarrollando, según indica, una interpretación en plenitud personal.
Pirozzi cita entre sus inspiraciones a Renata Tebaldi, Aprile Millo, Ghena Dimitrova, Renata Scotto y Mirella Freni, pero confiesa que es en Maria Callas donde encuentra la gran lección: “No tanto en la técnica, sino en su musicalidad, en su capacidad de fraseo. Con ella, no piensas en nada más que en la música”.


























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