Crítica: Asmik Grigorian en el Teatro Real, monótona expresividad ante todo
Asmik Grigoria en el Teatro Real, monótona expresividad ante todo
Obras de Chaikovski y Rajmaninov. Asmik Grigorian, soprano y Lukas Geniusas, piano. Teatro Real, 30 de septiembre de 2025.

Asmik Grigorian Tr 2025
A Asmik Grigorian la hemos disfrutado ya en el Teatro Real, ahora con “Otello” y en 2020 con “Rusalka”. El teatro la ha ofrecido este recital que, como se hace en otros teatros, ayuda a captar a los más cotizados artistas para las representaciones operísticas de largos ensayos remunerándoles algo más. Hace cinco años ya nos admiraron no sólo sus dotes interpretativas, sino también las actorales, llegando a bailar con puntas.
Por eso sorprendió de entrada su apariencia en el escenario en esta ocasión, con un vestido casi de colegiala, cuyas mangas eran más largas que sus brazos, con lo que no se le veían las manos -alguien se encargó de arremangárselas para la segunda parte-, con una diadema poco elegante y permaneciendo todo el tiempo de brazos caídos.
Ello no ayudó a eliminar la cierta monotonía que para bastantes espectadores pudiera revestir un programa con canciones/romanzas de Chaikovski en la primera parte y de Rajmaninov en la segunda. Programa corto, de apenas una hora de canto, ampliado con tres intervenciones de los mismos compositores en solitario del pianista acompañante Lukas Geniusas, por cierto, bien tocadas y con la misma intensidad que lució la soprano lituana.
Esta mostró la potencia y belleza de una voz lanzada a exprimir todo el dramatismo de unas canciones que, en algunos casos, llegaron casi a parecer arias de ópera. Sucedió así con la segunda de las romanzas de Chaikovski “De nuevo, solo como antaño” o en el poderoso final de la última de las Catorce canciones de Rajmaninov Disonancias.
Tal fue la intensidad, dramatismo con un chorro de voz, que también adelgazó en admirables filados en piano, que el público prorrumpió en aplausos entre pieza y pieza con frecuencia. Alguien se quejó “No se aplaude entre pieza y pieza”. Grigorian no se inmutó con las interrupciones. Recuerdo que Victoria de los Ángeles, ya en su decadencia un día en San Lorenzo de El Escorial dijo ante otra advertencia similar: “Aplaudan, aplaudan, que me viene bien para descansar la voz”. En cambió otro grande y compañero suyo en más de un liederabend, Dietrich Fischer-Dieskau, advirtió en un caso similar “No aplaudan que me desconcentran”. En fin… los nuevos públicos de las ocasiones del Real.


























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