Asmik Grigorian sacude Salzburgo con un viaje desde Verdi hasta Lady Gaga
La soprano lituana Asmik Grigorian, una de las figuras más impactantes de la ópera actual, regresa estos días al Festival de Salzburgo como Lady Macbeth en la ópera de Verdi. Además, la artista presenta allí su original recital cómico-pop A Diva Is Born, un espectáculo que desafía los límites del género lírico y revela nuevas facetas de su arte. Desde su histórico debut en Salomé, hasta esta nueva incursión en el pop teatralizado, que incluye a Lady Gaga, Grigorian ha sabido construir una carrera basada en la verdad expresiva, huyendo del elitismo y apostando por una ópera viva, diversa y plenamente humana.

Asmik Grigorian acude este verano al Festival de Salzburgo con una doble cita
Asmik Grigorian, la soprano que revolucionó el Festival de Salzburgo con su electrizante Salomé en 2018, vuelve estos días al icónico festival austríaco con una doble propuesta artística: su ya celebrada encarnación de Lady Macbeth en la producción de Krzysztof Warlikowski de Macbeth de Verdi, y el singular espectáculo A Diva Is Born, una suerte de recital-cabaret que mezcla ópera, pop, humor y teatro.
Este último espectáculo, que se presentó por primera vez en la Ópera Estatal de Viena en mayo de 2024, ha sido aclamado por su frescura e innovación. En él, Grigorian comparte escenario con el pianista Hyung-ki Joo, conocido por su trabajo junto al violinista Aleksey Igudesman y su colaboración con Billy Joel. El programa cruza un arco que va desde arias de Bizet y Puccini hasta éxitos de Lady Gaga y Sting, pasando por composiciones originales de Joo. La original propuesta, cuyo título parodia A Star is Born, construye un retrato semi-autobiográfico de la soprano en clave de comedia.
“Llevo 20 años sobre el escenario”, afirma Grigorian en una reciente entrevista para el “New York Times“, “y necesitaba mirar las cosas desde otra perspectiva”. Esta necesidad de explorar más allá de los límites del repertorio operístico tradicional es también una forma de reafirmar su voz artística en un mundo cada vez más estandarizado.
Grigorian se ha ganado un lugar destacado en la ópera internacional por su intensidad emocional, capacidad actoral y poderosa voz lírica, cualidades que despliega tanto en personajes clásicos como en nuevas propuestas escénicas. Pero su actitud rompe con el glamur forzado del estrellato. Tras cantar en Covent Garden, se fue en metro con sus maletas, recuerda Joo con admiración. “Es rigurosa, pero no tiene miedo a mostrarse vulnerable”.

La soprano se ha convertido en una de las esenciales estrellas del certamen musical austriaco
Con una sólida formación musical heredada de sus padres —la soprano Irena Milkeviciute y el tenor Gegham Grigorian—, Asmik ha explorado desde muy joven su inquietud por otros géneros. “Ensayo con pop antes de cada función de ópera”, confiesa. Y aunque el recital “Diva” incluye música ligera, se ha preparado vocalmente para ello con la misma seriedad que si se tratara de Tosca.
El salto de calidad llegó para Grigorian con su debut en La Scala en 2019, el teatro donde sus padres se conocieron: “Fue un momento de plenitud. Pensé: ahora puedo hacer lo que quiera”. Desde entonces, ha ampliado su repertorio con títulos de Puccini, Wagner y Bellini, destacando su reciente debut como Norma en el Theater an der Wien y su participación en la trilogía Il Trittico en la Ópera de París.
Aunque los montajes espectaculares son cada vez más comunes, Grigorian alerta sobre el desequilibrio entre forma y contenido: “Tenemos producciones que parecen películas, pero a veces perdemos la esencia musical. Se trabaja con menos tiempo, y eso se nota”. Por ello, está haciendo ajustes en su calendario para vivir cada actuación “con plenitud”. Alejada ya de las redes sociales, Grigorian reflexiona sobre la importancia de preservar la calidad de vida, incluso en medio de una agenda exigente.
Este verano, su regreso a Lady Macbeth es “distinto”, dice. “En los personajes oscuros busco su humanidad, y en los líricos su sombra. Si no, quedan planos”. Con Krzysztof Warlikowski en la dirección, promete redescubrir el personaje desde una nueva madurez.
Con cada paso, Asmik Grigorian sigue ampliando las fronteras de lo que puede ser una diva contemporánea: una artista sin miedo a experimentar, fiel a sí misma y, sobre todo, comprometida con una ópera que emocione de verdad.


























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