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CRÍTICA: "Recital Piotr Beczala en Perelada"
Por Publicado el: 07/08/2013Categorías: Crítica

CRÍTICA: «Norma»

NORMA (V. BELLINI)
Auditorio del Castillo de Perelada. 6 Agosto 2013.

Ayer me refería al gran triunfo de Piotr Beczala y decía que muy bueno tendría que ser el resultado de esta representación de Norma para no quedar en la sombra.  Pues bien, no lo ha sido y la de antemano gran atracción del Festival de Perelada ha quedado bastante descafeinada.  Una producción escénica casi inexistente, una prestación musical bastante deficiente y un reparto vocal irregular han sido los ingredientes de una mediocre representación de esta obra maestra de Vincenzo Bellini.

La aquí anunciada como producción escénica no es sino la que pudimos ver en la temporada pasada en Oviedo. En aquella ocasión no pude sino alabar el trabajo que se hizo por parte de Susana Gómez, ya que consiguió con imaginación y escasos medios hacer una versión semi escenificada de lo que estaba anunciada como pura versión de concierto. En Perelada, sin embargo, no ha habido ningún anuncio de ser una versión de concierto, sino que se ha vendido como una producción escénica procedente de la Ópera de Oviedo. Tanto en un caso como en el otro estamos hablando del mismo espectáculo escénico, que, si resultaba encomiable en la capital asturiana por ofrecer más de lo anunciado, aquí ocurre todo lo contrario. Al estar anunciado como producción escénica, todo hacía suponer que se había enriquecido lo visto en Oviedo, pero no ha sido así.

Los franceses distinguen entre puesta en escena y puesta en espacio, y a este último concepto responde lo que hemos visto tanto en Oviedo como en Perelada. No hay escenografía propiamente dicha, sino un telón de fondo con una luna en el primer acto y un supuesto gong para la escena final. El autor de esta supuesta escenografía era Antonio López. El vestuario, como en Oviedo, no es sino una recuperación de fondos de armario y lleva la firma de Gabriela Salaverri, que viste a Norma de Tosca y que no hace más cambio sobre los visto en Oviedo que el vestuario de Adalgisa, indudablemente por el hecho de que las figuras de Dolora Zajick en Asturias y de Marina Prudenskaja en Perelada no pueden ser más dispares. La iluminación es eficaz y obra de Alfonso Malanda.

Habrá quien considere que esto no es sino una producción minimalista, tan frecuentes hoy en día en los teatros de ópera, pero esto no sirve, porque estas producciones modernas tienen casi siempre una destacada dirección escénica, mientras que Susana Gómez no pasa de ser un policía de tráfico en el escenario, dejando a los solistas abandonados a su suerte o a sus habilidades. La falta de vida en escena no es digna de una llamada producción escénica. Si el espectáculo es el mismo de Oviedo, no es aceptable que se anuncien como dos cosas distintas.

El otro aspecto por donde la representación hizo agua fue  el musical. Norma necesita más que una importante voz en su protagonista para poder triunfar. Carlo Montanaro fue un director rutinario y aburrido, que no fue más allá de agitar sus brazos. La Orquestra Simfònica de Barcelona fue un grupo anárquico a sus órdenes, ofreciendo una de las peores prestaciones musicales que pueden escucharse hoy en día en un teatro de ópera de categoría. Si escénicamente la representación dejó mucho que desear, en términos musicales las cosas todavía rodaron peor. Lo único aceptable fue la prestación del Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana.

Nunca ha habido una época en que abundaran las intérpretes destacadas de Norma y la actual no es una excepción. No me cabe la menor duda de que Sondra Radvanovsky es una de las más  adecuadas intérpretes de la actualidad para el personaje de la sacerdotisa druida. Más allá de su adecuación vocal faltó emoción a lo largo de su intervención e incluso sobró alguna nota al borde del grito en el primer acto. No recuerdo que haya vuelto a cantar Norma tras la ocasión mencionada anteriormente de Oviedo y tengo que decir que en Perelada las cosas  han rodado por debajo de entonces. Norma es un personaje muy complejo, no solo vocalmente, y mi admirada soprano americana me resultó mucho menos convincente de lo que yo esperaba. Una voz poderosa, algunos piani marca de la casa y poca convicción y emoción en la intérprete. Con un buen maestro y un buen director de escena estoy seguro de que el resultado será muy distinto.

Hubo cambio de última hora en el personaje de Adalgisa, debido a la cancelación de Ekaterina Gubanova, que fue sustituida por la rusa Marina Prudenskaja. Evidentemente, hay diferencia entre una y otra. La Prudenskaja no pasa de ser una modesta Adalgisa, poco convincente en escena y apenas aceptable vocalmente, con unas notas altas claramente destempladas. Los dos preciosos dúos que Bellini dedicó a las dos sacerdotisas pasaron con más pena que gloria.

José Bros debutaba en el personaje de Pollione, lo que no dejaba de ser sorprendente, ya que no es éste un personaje que acostumbramos a relacionar con un tenor lírico-ligero, como es el catalán. El instrumento de Bros no tiene la anchura necesaria para el procónsul romano, a pesar de que su fraseo es siempre destacado. Su cavatina  podría haber quedado mucho mejor, si no hubiera recurrido a un sobreagudo demasiado problemático, fatigado e inestable, que no hizo sino devaluar su actuación. ¿Es que los cantantes no se oyen a sí mismos?  Un auténtico misterio.

Carlo Colombara fue el solvente Oroveso de tantas veces, a punto en el centro y en graves y muy blanquecino y apretado en la parte alta.

Los personajes secundarios fueron francamente bien cubiertos por Jon Plazaola (Flavio) y Mireia Pintó (Clotilde).

El Auditorio de Perelada ofrecía una entrada de alrededor del 90 % del aforo total, con huecos en las localidades altas. El público se mostró un tanto frío, siendo las mayores ovaciones, no muy triunfalistas, para Sondra Radvanovsky.

La representación comenzó con 9 minutos de retraso y tuvo una duración total de 2 horas y 52 minutos, incluyendo un entreacto. Duración musical de 2 horas y 23 minutos. Los aplausos finales no llegaron a 6 minutos.

El precio de la localidad más cara era de 160 euros, habiendo localidades laterales en platea por 130 euros. En la zona alta había localidades entre 50 y 100 euros. José M. Irurzun

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