Critica: OCNE, contrastadas y cambiantes luces
CONTRASTADAS Y CAMBIANTES LUCES
Beethoven: “Novena Sinfonía”. Lucy Crowe, soprano, Cristina Faus, mezzo, Christian Elsner, tenor, Audn Iversen, barítono. Orquesta y Coro Nacionales. Director: Juanjo Mena. Madrid, Auditorio Nacional, 19 de diciembre de 2020.
Se daba remate en esta sesión a la interpretación de las nueve “Sinfonías” de Beethoven. Faltaba la “Novena”, que hemos tenido ocasión de escuchar de la mano de Juanjo Mena. En este concierto se ha movido con un vigor y un apasionamiento singular tratando de descubrir, y de hacernos ver, aspectos nuevos de una obra tan trillada. Ha intentando, no siempre con la misma fortuna, penetrar en las estructuras, ampliar las dinámicas, dotar de mayor intensidad a las peroraciones. El primer movimiento, el más complejo con ese misterioso comienzo, de tonalidad tan difusa, ha sido el más perjudicado por la dificultad de conseguir el casi imposible balance entre las líneas concurrentes. Es muy difícil que un conjunto de unas 28 cuerdas mantenga diálogos de igual a igual con un número casi idéntico de vientos. El director resaltó mímicamente la circunstancia durante las ovaciones finales.
Aún así, aplaudimos el bien perfilado inicio del desarrollo y del excelente diseño del pasaje imitativo que conduce al monumental estallido; pero fue inevitable que los violines quedaran sepultados. Muy bien acentuado el 3/4 del “Scherzo”, seca y concisamente, y airoso el trío, aquí sí con líneas bien perfiladas. Muy bien, por trazado, atmósfera, equilibrio general y delineación el “Adagio”, con una magnífica exposición del segundo tema, “Andante”, esa excelsa melodía bien cantada, sobre todo en su segunda exposición. Y adecuadamente desarrolladas las distintas secciones que conducen al excelso cierre. Aplausos para el solo de trompa de Javier Bonet.
Nos gustó la casi impecable peroración de los cinco chelos en el inicio del “Finale”; y la cautela con la que la móvil batuta fue levantando el gran tema, “del arte más elevado y simple, esa melodía inocente que asemeja la voz de un niño”, en palabras de Wagner, una derivación de la que coronaba las variaciones de la “Fantasía para coro, piano y orquesta” del propio Beethoven. Muy bien esculpido el pasaje fugado que sigue al canto guerrero del tenor. Luego el Coro, como se sabe preparado por García Cañamero (unos 50 componentes en total bien separados y distribuidos), dio lo mejor de sí mismo. Impulsado por le enfervorizada batuta cantó sin llegar al grito, lo que no es fácil teniendo en cuenta lo inclemente de la tesitura.
En todo momento Mena dio alas a las baquetas finas de Juanjo Guillem, que estuvo certero, como es su costumbre. En ocasiones los zurriagazos descompensaron el difícil equilibrio de los acordes, contribuyendo a las numerosas descarnaduras. Irregulares y algo descompensados los solistas, que cantaron, como el Coro, con mascarilla. Todo sale así lógicamente amortiguado. Bien Lucy Crowe, que astutamente, se levantó la prenda en sus intervenciones. Oscurecida, es normal casi siempre, la musical Cristina Faus; sonoro y nasal, fatigoso, Christian Elsner, y difuso y calante, con apuros y falta de empaque, Iversen. Arturo Reverter
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