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Por Publicado el: 21/07/2025Categorías: En vivo

Crítica: ‘Sylvia’, el American Ballet en la Metropolitan Opera House

Sylvia, el American Ballet en la Metropolitan Opera House

Sylvia, ballet con música de Léo Delibes sobre un libreto de Jules Barbier y Baron de Reinach, adaptación de la pastoral de Torquato Tasso Aminta. Coreografía de Frederick Ashton. Escenografía y vestuario originales de Robin y Christopher Ironside, adaptados por Peter Farmer.  Bailarines principales: Catherine Hurlin como Sylvia, ninfa de Diana, Calvin Royal III como Aminta, un pastor, Cory Stearns como Orion, cazador malvado. Bailarín solista: Carlos González como Eros, dios del amor. American Ballet Theater y American Ballet Theater Orchestra. David LaMarche, director musical.  Metropolitan Opera House, Nueva York, 12 de julio 2025.

Sylvia, el American Ballet en la Metropolitan Opera HouseSylvia, ballet con música de Léo Delibes sobre un libreto de Jules Barbier y Baron de Reinach, adaptación de la pastoral de Torquato Tasso Aminta. Coreografía de Frederick Ashton. Escenografía y vestuario originales de Robin y Christopher Ironside, adaptados por Peter Farmer.  Bailarines principales: Catherine Hurlin como Sylvia, ninfa de Diana, Calvin Royal III como Aminta, un pastor, Cory Stearns como Orion, cazador malvado. Bailarín solista: Carlos González como Eros, dios del amor. American Ballet Theater y American Ballet Theater Orchestra. David LaMarche, director musical.  Metropolitan Opera House, Nueva York, 12 de julio 2025.

Imagen de la producción de Sylvia en el Met

Léo Delibes (1836–1891) fue uno de los grandes melodistas del Romanticismo francés. Además de Sylvia, compuso el célebre Coppélia (1870), considerado una de las obras maestras del ballet cómico, y la ópera Lakmé (1883), famosa por su “Dúo de las flores”. Su música se caracteriza por una orquestación colorida, ritmos vivos y una elegancia melódica que influyó directamente en compositores como Tchaikovsky, quien llegó a decir que si hubiera conocido Sylvia antes, no habría escrito El lago de los cisnes.

Cotilleo sano: sí, Léo Delibes está emparentado con ‘nuestro’ Delibes, ya que un sobrino del primero (Frédéric) vino a trabajar en la construcción del ferrocarril a España a mediados del XIX y aquí conoció a su esposa y aquí fundó familia.

La historia de Sylvia se desarrolla en una Arcadia imaginaria, donde la protagonista, una cazadora devota de la diosa Diana, rechaza el amor hasta que el dios Eros interviene. Tras ser secuestrada por el villano Orion, logra escapar y reencontrarse con Aminta, el pastor que la ama. La trama es sencilla, pero permite mostrar una gran variedad de estilos de danza y emociones. Es un ballet ‘muy femenino’, donde casi todo el peso recae en el personaje de Sylvia.

El pasado 12 de julio a las 14:00 (hubo otra función vespertina), el American Ballet Theatre presentó en el Metropolitan Opera House una reposición de Sylvia con la coreografía de Frederick Ashton que poco a poco se ha ido convirtiendo en canónica, por encima de la original de Louis Mérante. Fue una tarde llena de color, música brillante y momentos de gran danza. Los decorados nos ayudan a situarnos y el vestuario es de una gran riqueza visual y muy acorde para la historia.

En el primer acto vemos el escenario del bosque sagrado, con columnas y tonos verdes, fue el marco perfecto para la entrada de Catherine Hurlin como Sylvia. Su interpretación fue fuerte y segura. Calvin Royal III, como Aminta, aportó elegancia y sensibilidad. Su estilo es limpio y musical, aunque sus saltos podrían tener más fuerza visual. El pas de deux inicial fue un gran momento. El segundo acto se traslada a los dominios de Orión, interpretado con carisma por Cory Stearns, quien supo dar al personaje un aire seductor más que malvado.

El último acto, el templo de Diana, fue el marco para el reencuentro de los protagonistas. El gran pas de deux final con su famoso pizzicato fue técnicamente exigente y muy bien resuelto por Hurlin y Royal. Quisimos ver esta función para encontrar al bailarín español Carlos González, uno de los grandes aciertos de la función. Como Eros, el dios del amor, combinó humor, elegancia y precisión. Su entrada como estatua (pasó una buena parte del primer acto sin moverse) que cobra vida fue divertida y muy bien actuada. Sus solos, llenos de saltos y pasos rápidos, fueron ejecutados con gran musicalidad. Su presencia escénica aportó ligereza y encanto a toda la obra.

El cuerpo de baile también tuvo momentos destacados. Virginia Lensi como Diana mostró autoridad, y Breanne Granlund y Takumi Miyake como los cabritos danzantes ofrecieron un número simpático y ágil. Brilló en muchas escenas, especialmente en las danzas rituales del templo. Sin embargo, en algunos pasajes grupales se notaron ligeras desincronizaciones que rompieron un poco la armonía visual.

La orquesta del Met, dirigida por David LaMarche con una actitud y vestuario informal y divertido, suponemos que por el horario, interpretó la partitura de Delibes con energía y sensibilidad. Los momentos de fanfarria, los solos de viento y las transiciones fueron muy bien llevados y el pizzicato del tercer acto, muy bien recibido. La música de este ballet es muy importante, no es un simple complemento para la acción.

Como anécdota, mencionar dos puntos que nos llamaron la atención: el primero es la caótica entrada al teatro, con grandes colas fuera y dentro, y el segundo, lo efusivo del público estadounidense, deseoso siempre de aplaudir.

Javier Lillo

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