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Por Publicado el: 29/07/2025Categorías: Crítica

Festival de Marvão: Traca final con Strauss, Paganini y el Presidente fotógrafo

Festival de Marvão: Traca final con Strauss, Paganini y el Presidente fotógrafo

XI FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA DE MARVÃO. Gala de Clausura. Obras de Mendelssohn-Bartholdy, Kahn, Piazzolla, Lecuona, Poulenc, Rossini, Massenet, Spohr, Fauré, Rajmáninov y Viardot. Intérpretes: Conjunto de artistas del Festival. Lugar: Castillo de Marvão. Fecha: Domingo, 27 de julio.

El Festival de marvao llega a su fin

El festival llegó a su fin en un clima festivo

Una gala multitudinaria, protagonizada por los 24 instrumentistas y cantantes que han participado en esta undécima edición del Festival de Marvão, ha clausurado a bombo y platillo en el marco único del Castillo de la pequeña localidad lusitana una edición cargada de variedad y calidad. Treinta conciertos en diez días en los que el talento arrollador de la mejor juventud ha cohabitado con la maestría de algunas figuras consolidadas, como los propios directores del festival: la soprano Juliane Banse y el violinista Christoph Poppen. 

Como es costumbre, a la gala asistió una vez más el Presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, cuya fidelidad al festival y desprotocolizada cercanía a cualquiera es solo equiparable a la de Angela Merkel en el Festival de Bayreuth. Un ejemplo en un país -España- en el que cada vez que hay una presencia real se monta la marimorena.

La gala fue una miscelánea con principio y fin en el Octeto de Mendelssohn-Bartholdy. En medio, desde Pecados de juventud de Rossini, a un tango de Piazzolla (estupendamente tocado por el clarinetista Horácio Ferreira), la “Meditación” de Thaïs (maravillosamente fraseada por el joven genio del violín Kevin Zhu; programadores: tomen nota de su nombre), o la preciosa canción de Pauline Viardot La Nuit, cantada con efusión y evidente maestría por Juliane Banse.

Otro momento álgido de la variada noche llegó con el “Allegro vivace” del Sexteto de Poulenc, o el cachondeíto rossiniano con que se escuchó y disfrutó el “pecado” La Passeigata, cantado al alimón por la soprano Sunahe Im, la mezzo Catarina Sereno, el tenor Ilya Dovnar y el barítono Nikolái Borchev. La noche, con Rebelo de Sousa sentado en primera fila y haciendo y haciéndose fotos con su teléfono como cualquier hijo de vecina, tuvo un decidido carácter festivo y lúdico, propio de un evento cuya etimología reclama fiesta y recreo.

Pero la enjundia musical de esta traca final estuvo en los otros dos conciertos de la feliz jornada de clausura. Por la mañana, un monográfico Strauss con una nutrida selección de Lieder dichos y expresados por el barítono bielorruso Nokolái Borchev y Juliane Banse (maravilloso Cäcilie final, y más aún el Morgen que llegó de propina, con el concurso del violín de Poppen), y el Sexteto de Capriccio, que tocó el cielo en las cuerdas jóvenes pero bien curtidas del Cuarteto Arod, ampliado con la viola de Adrien La Marca y el violonchelo de Aurélien Pascal.

Otro acontecimiento de esta jornada final -y de todo el festival- ha sido la interpretación integral de las Caprichos de Paganini ofrecida por el coloso del violín Kevin Zhu, que se zampó cada uno de ellos con insultante soltura y suficiencia, haciendo expresión del virtuosismo y viceversa. Nacido en Estados Unidos, en noviembre de 2000, y alumno en la Juilliard School de Itzhak Perlman y Li Lin, ganador con 17 años del Concurso Paganini de Génova, Zhu lo tiene todo para ser lo que ya es: un número uno del violín contemporáneo. 

Al final de la proeza paganiniana, del derroche de musicalidad y dominio técnico, el público que abarrotó la Iglesia de São Tiago -difícil imaginar una localidad  con más templos por metro cuadrado que Marvão- estalló en apoteosis colectiva. ¡No era para menos! Él, un punto sobrado, después de muchas salidas a saludar, agradeció tanto aplauso y braveo, y preguntó al público: “¿Cuál es que más les ha gustado? ¿Cuál quieren que les toque de propina?” Alguien contestó que el sexto, otro que cualquiera… Finalmente un espectador le lanzó un “¿Y a usted?”. La réplica del virtuoso no fue original: “¡Todos!”. Y, claro, tocó el último, el 24, el de las Variaciones de Brahms y la Rapsodia de Rajmáninov. Cosa de genios. Siempre en Marvão y su joven y perspicaz festival. ¡Hasta el año que viene!

Justo Romero

 



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