Plan de suscripciones

Suscribirse a la Newsletter de Beckmesser

¡No te pierdas ninguna noticia!

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Busca las entradas de cada mes

Últimos tuits de Beckmesser

La temporada 2025/26 de la OSG: Anuntio vobis…
SinatraHistorias musicales: Frank Sinatra, el mejor fraseador de la historia
Por Publicado el: 30/08/2025Categorías: Colaboraciones

Historias musicales: “Yerma”, la ópera de un “caníbal”, por fin se estrenará en España

Historias musicales: Yerma, la ópera de un “caníbal”

Federico García Lorca puede sentirse satisfecho. Una de las deudas todavía pendientes con el gran poeta andaluz, y músico, se saldará muy pronto. Tenerife acogerá, en poco más de un mes, el estreno español de Yerma, la gran ópera del más importante compositor sudamericano, Heitor-Villalobos, al que en París llegaron a promocionar, en su día, como un exótico ejemplar de antropófago, dada su proximidad con las tribus amazónicas.

Historias musicales: Yerma, la ópera de un “caníbal”Federico García Lorca puede sentirse satisfecho. Una de las deudas todavía pendientes con el gran poeta andaluz, y músico, se saldará muy pronto. Tenerife acogerá, en poco más de un mes, el estreno español de Yerma, la gran ópera del más importante compositor sudamericano, Heitor-Villalobos, al que en París llegaron a promocionar, en su día, como un exótico ejemplar de antropófago, dada su proximidad con las tribus amazónicas.

En París, a Villa-Lobos lo promovieron como compositor “caníbal”

Vuelve Villa-Lobos, y por todo lo alto. La Ópera de Tenerife se dispone a estrenar una nueva producción de Yerma, a cargo de Paco Azorín, y con el protagonismo de la soprano Berna Perles y el tenor Alejandro Roy, bajo la dirección musical del brasileño Luiz Fernando Malheiro.

Este último, uno de los más importantes directores y promotores culturales de su país, ya había programado la ópera del gran compositor de Sudamérica, en 2010, en Manaos, sede de unos de los coliseos líricos más hermosos del planeta, como parte del Festival de Ópera de Amazonas. Allí se pudo apreciar, entonces, en las voces de las sopranos Eliane Coelho, la cantante brasileira que triunfó en la Staatsoper vienesa, y Ana Lucrecia García, a la que recordamos en aquel Attila de La Scala junto al gran Leo Nucci.

Yerma se estrenó en Santa Fe, que cuenta ahora mismo con uno de los teatros más pujantes de EE UU, el 12 de agosto de 1971, dieciséis años después de que el compositor concluyera su escritura: Villa-Lobos falleció sin poder verla estrenada y recoger el incontestable éxito. Ya entonces, el público la acogió con largas y estruendosas ovaciones cuyos ecos podrían repetirse ahora, en tierras canarias. La música de Heitor Villa-Lobos suele programarse aquí menos de lo que se debiera.

Hace algo más de un año volvió a sonar, en Madrid, con motivo de “Amazonia”, la celebrada exposición fotográfica de Sebastiao Salgado, que fallecería poco después. Recuerdo que al entrar en la muestra, durante su estreno, recorriendo sus poderosas imágenes, me sorprendió que allí se escuchase de fondo una música como de banda sonora, la que compuso Jean Michel-Jarre para la ocasión.

¿Pero y dónde está el gran compositor brasileño que había encandilado a Rubinstein con la fuerza y el colorido de sus composiciones, en las que, como en A descoberta do Brasil, esa “Pastoral” amazónica, late genuino el sonido de la vida selvática?, me pregunté. Lo tenían arrinconado en una pequeña sala lateral del recinto, como escondido, allí donde una mínima selección de su vasto catálogo servía para ilustrar las imágenes proyectadas sobre una pantalla, casi sin visitantes.

Por suerte, poco después, aquel dislate se compensó con un concierto especial de la Orquesta Nacional de España en el que se interpretó la suite A Floresta do Amazonas (1958), bajo la batuta de Simone Menezes, mientras también se proyectaban algunas instantáneas seleccionadas del reconocido fondo de su compatriota fotógrafo.

El principal reclamo eran seguramente esas imágenes del propio Salgado que, además, estaba previsto que acudiera a presentar el acto en el mismo Auditorio Nacional, pero a buen seguro que ninguno de los allí presentes permaneció indiferente ante una de las últimas, entre las más de mil creaciones de Villa-Lobos, para la que serviría lo mismo que Alejo Carpentier escribió en su día acerca de su Bachiana número 8: “Hay que escucharla para saber de su abundancia y ternura, de su magnífica fuerza y sinceridad”.

Harían bien nuestros programadores en fijarse más en este compositor (como ocurre a menudo en Alemania, y ahora se ocupará de hacer la ópera tinerfeña en su ambiciosa programación), capaz de reconciliar al oyente con las creaciones del convulso siglo XX, cuyo perfil musical, aquel hombre de eterna sonrisa e inseparable “charuto”, contribuyó a delinear como pocos con su esfuerzo y talento a través de un estilo propio, inconfundible, que iluminaba, dotándolas de nueva vida pero sin despreciarlas, las formas clásicas.

Aquí se ha abusado mayormente de su música para guitarra, sobre todo del célebre concierto que compuso para el gran Andrés Segovia, y de algunas de sus “bachianas”, la primera dedicada a Pablo Casals (y sobre todo la muy difundida Cantilena de la número 5, que tan bien interpretaba Victoria de los Ángeles, y antes que ella, Bidù Sayao).

En cambio, se ignoran desde su Yerma, culminada en 1955 (una de las óperas que concibió junto a Izaht, Magdalena y La niña de las Nubes), los ballets Uirapuru y Amazonas, sus once sinfonías y diecisiete cuartetos de cuerda, el oratorio Vida pura y la Misa de San Sebastián; o curiosidades como su Concierto para armónica y orquesta y sus diecinueve versiones del Ave María repartidas entre el centenario largo de sus canciones, reflejo “de su pasmoso poder de creación melódica”, según Carpentier.

Tiene Villa-Lobos, “compositor por imperativo biológico”, según su propia definición, una biografía tan rica y sugestiva como su fondo de armario musical, que el director Eduardo Storni glosó en una interesante monografía para Espasa-Calpe, aquella colección de tapas amarillas, tan útil en su modestia, editada a finales de los 80. Localícenla si quieren conocer más acerca de este feraz creador que supo captar como ningún otro la vastedad, riqueza y contrastes de los paisajes de su inmenso país, desde niño, integrándose tempranamente en formaciones musicales con las que peregrinó por Espírito Santo, Bahía y Pernambuco, cuyos territorios podrían albergar a varios países europeos.

Un aprendizaje de camarada errante, autodidacta que, más tarde, cuando pudo procurarse cierta formación académica, le serviría para integrar a Bach en la magia proveniente de los sonidos africanos e indios, con toda naturalidad, hasta trazar una obra “compleja, llena de fuerza y dinamismo que equilibra, en justísimas proporciones, expresividad, virtuosismo y contenido musical, con momentos de sortilegio, así como claros pasajes de humor”, resume Storni.

Fue Villa-Lobos un nacionalista capaz de hacernos “hallar lo universal en las entrañas de lo local”, según la certera definición de Unamuno, que, partiendo de su profundo conocimiento del folclore de su país, amándolo, supo acercarse a esta música “en espíritu, para hablar luego al mundo con el acento que le corresponde”, como sugiere su gran admirador, el responsable de Ecue-Yamba O.

El sello EMI editó en 2011 una cajita con apenas seis cedés que ofrece un sucinto, pero bien trazado, resumen de algunas de las aportaciones de este autor, entre las que se incluyen unas palabras suyas explicando en qué consisten los célebres Chôros, junto a sus propios registros de obras como el Quinto concierto para piano, en los dedos privilegiados de Magda Tagliaferro, o su Cuarta Sinfonía, “A Vitoria”, con el mismo Villa-Lobos al frente de la Orquesta de la Radiodifusión de Francia.

Alemania, ya digo, lo tiene siempre muy presente, pero no hay que olvidar que París lo acogió primero y difundió su prestigio, incluso valiéndose de las técnicas periodísticas más arteras: un temprano reportaje llegó a sugerir que el brasileño, dada su supuesta cercanía con algunas tribus amazónicas, había practicado en algún momento la antropofagia, lo que no hizo si no cultivar la vertiente misteriosa y salvaje de su estilo, dotando al personaje de un perfil aún más seductor. Nada como asomarse a estas grabaciones para que se abra el apetito… de más música suya.

César Wonenburger

(Publicado en El Debate)

Deja un comentario

banner-calendario-conciertos

calendario operístico