Incoherencias y otros comentarios
Hay que tener poco tacto para dejar el teatro sin acomodadores, para “obligar” al público que paga un porrón por las entradas a soportar largúisimas colas para dejar y recoger los abrigos de los gurdarropas y sin embargo tener un coche parado todo el día a la puerta con el chofer sentado esperando que el director general quiera ir a algún sitio.
Es obligado a hacer mención a la supresión de los programas de mano de pago. Fue una apuesta personal de Mortier que, como muchas otras, se ha demostrado improcedente en Madrid. Con las escasas ventas no se recuperaba el coste. Tampoco es que pudiese meter en ellos más publicidad, porque las empresas ya están suficientemente esquilmadas como para volver a ellas para la publicidad. Curiosa la forma de ordenar las páginas en los nuevos programas: las primeras son patronato y patrocinadores y la última los empleados del teatro. En medio los datos de la representación. En cualquier parte del mundo son estos los que abren y los órganos de gestión y patrocinadores van siempre después, pero a Marañón le gusta figurar.
¿Será posible que el Real vete a determinado medio de comunicación al modo de Lissner en la Scala? Les contaremos si sucede así y se puede armar la marimorena.
Y ya que estamos con el Real, buena la que montó Haneke porque no se veían las burbujas del champagne desde el patio de butacas. Ensayo tras ensayo para convertir en robots a los intérpretes, sin dejarles iniciativa personal alguna. ¡Qué distinto en esto Cherniakov! ¿Se sabe ya cuánto ha costado Haneke? No, porque ahora hay que añadir el dvd, con un señor que va y viene en avión cada dos por tres para comprobar que todo está como lo quiere el director. Una ruina.
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