Real Filharmonía en el Bay y Gay, espíritu vienés en la catedral
Real Filharmonía en el Bal y Gay. Schubert: Sinfonía nº 3. Mozart: Requiem. Manon Chauvín, Teresa López, Fran Braojos, Elier Muñoz. Director del Coro: Javier Fajardo. Director: Diego Martín-Etxebarría. Catedral de Mondoñedo, 13 de agosto de 2025.

El festival Bal y Gay lleva la música clásica a los recintos sacros de la Mariña lucense
Hermoso y sustancioso concierto abierto por una Sinfonía de juventud de Schubert. Un adecuado prólogo para escuchar a continuación el maravilloso Requiem del salzburgués, ya sabemos que inacabado pero rematado, entre otros, con base a esbozos del maestro, por el discípulo Süssmayr. Hasta conseguir una obra bien ajustada y equilibrada, de una inspiración extraordinaria.
La interpretación ofrecida por la bien adiestrada y en muy buena forma Real Filharmonía de Galicia -unos cincuenta miembros para la ocasión- y el Coro de la Comunidad de Madrid -en torno a 30- fue, tras un comienzo algo dubitativo, bien planteada, equilibrada y contrastada, amenizada por tempi en general vivos, algo loable pero que tenía en este caso una contrapartida: la enorme reverberación -más de dos segundos- de la acústica del templo.
Algo normal sobre todo cuando el recinto tiene, como en este caso, amplias proporciones. En el ensayo era difícil seguir las líneas y apreciar los planos. Eso se mitigó luego con la presencia del público, que siempre hace que el sonido pierda esa vaporosidad.
El director, Diego Martín-Etxebarría, siempre con una ágil y volátil batuta, de fácil y ajustado recorrido, eligió tempos vivos, ligeros, pero proporcionados y, desde esa perspectiva, bastante lógicos, lo que hizo que se acusara aún en mayor medida el efecto sonoro. Pero, al estar juiciosamente planificada la interpretación, una vez nos acostumbramos pudimos disfrutar de las extraordinarias bellezas de la partitura.
La compleja fuga del Kyrie quedó, es verdad, más bien desdibujada, pero poco a poco los planos fueron encajando. Tras las escaramuzas del poderoso Dies irae y las luces y sombras del Tuba mirum, llegamos al dramático Rex tremendae, donde destacamos la finura de la frase Salvame! Después seguimos un bien asentado y explícito Recordare. Aplaudimos en el Lacrimosa las bien elaboradas matizaciones a partir de una exposición exenta de las a veces exageradas acentuaciones y de pianísimos extemporáneos. No tan afortunado resultó el Domine Jesu, donde faltó en el Coro un mejor empaste.
Acentuación quizá exagerada, casi marcial, del Sanctus, en todo caso muy bien marcado, y aceptable, con la serenidad justa, el Benedictus. A toda pastilla el Hosanna! Con la repetición de la fuga del Kyrie, que salió algo mejor, concluyó una muy aplaudida interpretación en la que los cuatro solistas eran miembros del Coro. La soprano lírico-ligera Manon Chauvín canta siempre con musicalidad y dota de un encanto especial a sus frases. Lo hizo aquí de manera luminosa, solo con ligerísimas y pasajeras inexactitudes tonales. Musical y ceñida la mezzo, de escaso caudal, Teresa López. Algo esforzado y falto de empaque y de brillo el tenor ligero Fran Braojos. El mejor fue sin duda el bajo barítono Elier Muñoz, de atractivo y sonoro timbre, buen apoyo y fraseo variado. Muy bien su Tuba mirum, con graves naturales y redondos.
La sesión fue inaugurada por la temprana Sinfonía nº 3 de Schubert, que tuvo una discreta interpretación, animada y variada, aunque no del todo empastada y falta del deseado equilibrio, aunque hubo frases logradas, como las que conforman el Trío del Menuetto. Ágil y bien diseñado el Presto vivace. La acústica aquí nos jugó nuevas malas pasadas.
Arturo Reverter


























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