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Por Publicado el: 19/06/2017Categorías: En vivo

Entre wertheres y tancredis

Entre wertheres y tancredis

 

PIRAMO E TISBE. “Intermezzo trágico” en dos actos, de Johann Adolf Hasse, con libreto en italiano de Marco Coltellini, basado en Las metamorfosis de Ovidio. Solistas: Vivica Genaux (mezzosoprano, Piramo); Valentina Farcas (Tisbe, soprano); Emanuele D’Aguanno (tenor). Orquestra de la Comunitat Valenciana. Director: Fabio Biondi. ­Lu­gar: Palau de les Arts (Auditori). Entrada: Alrededor de 1000 personas. Fecha: Jueves, 15 de junio de 2017.

Acierto casi pleno del Palau de les Arts al programar el “intermezzo” en dos actos Piramo e Tisbe, estrenado en 1768 por el alemán Johann Adolf Hasse (1699-1783), segundón ilustre que acertó cuando con 72 años, exclamó deslumbrado, tras escuchar la ópera Ascanio in Alba de un mozalbete de catorce años llamado Wolfgang Amadeus Mozart: “Este chico hará que nos olviden a todos”. Efectivamente el genio arrollador mozartiano arrasó con casi todos los compositores de su tiempo, y hasta el propio Hasse pasó pronto a ser un perfecto desconocido para la inmensa mayoría de los mortales. Hasta la música excepcional de Haydn –el otro gran nombre de la época- ha visto siempre mermada su reputación ante el inmisericorde poder de seducción del salzburgués.

            Piramo e Tisbe en absoluto es una obra maestra. Es una grata operita con algunos momentos de interés -curiosamente más en la orquesta que en las voces- y, sobre todo, con un conciso y bien estructurado libreto, escrito por Marco Coltellini a partir del conocido texto del Libro IV de Las metamorfosis de Ovidio. Entre tantos wertheres y tancredis, puccinis y verdis, sienta de maravilla conocer o reencontrarse con obras infrecuentes o totalmente desconocidas. Más cuando son objeto de un trato tan pertinente como el otorgado en esta ocasión por el Palau de les Arts. Ni siquiera el error de bulto de encargar el rol exigente de Tisbe a una soprano tan inadecuada y alejada del papel como la rumana Valentina Farcas pudo enturbiar el buen resultado global.

Las deficiencias de la Farcas -que ni por empaque vocal ni calado dramático podía asumir su cometido- quedaron aún más en evidencia al tener al lado, como enamorado Piramo, la voz poderosa, expresiva y solvente de la célebre mezzo estadounidense Vivica Genaux, quien –como era previsible- compuso un Piramo ideal, que sorprendería al mismísimo Hasse y hasta al arrollador Mozart. Fue ella la única dueña y señora del escenario, por dónde también deambuló –y poco más- el tenor romano Emanuele D’Aguanno, que encarnó el papel discreto del Padre de Tisbe, un personaje que perfectamente podría haber sido defendido por un miembro del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo o alguno de los muchos buenos tenores lírico-ligeros que habitan la geografía valenciana y española. Conviene la reflexión –también en el caso de la soprano- en estos tiempos en los que con irresponsable ligereza se prima tanto tanto la cosa local. No sería éste el caso, sino todo lo contrario.

            Fabio Biondi, que en estos repertorios sí parece el buen músico que es, concertó con soltura y hondura, calibrando bien tempi y dinámicas, y articulando con pericia y buen instinto dramático el hilvanado desarrollo escénico. La muy reducida Orquestra de la Comunitat Valenciana sonó a gloria, con esa ductilidad única y evidente que es atributo exclusivo de los mejores instrumentistas. La redondez de la noche –si se olvida lo de la muy olvidable soprano- se completó con el claro y sencillo marco escénico concebido por Emilio López, que eludió vericuetos y alardes para centrarse con sensibilidad y oficio en la narración. Algo que chirriaba y mucho con lo que decía el más que escueto programa de mano, que calificaba este bien resuelto Piramo e Tisbe con el equívoco y grandilocuente nombre de “Concierto-espectáculo”. ¡Cómo si fuese el Teatro Chino de la gran Manolita Chen!. Justo Romero

Publicado en Levante el 17 de Junio del 2017

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