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Por Publicado el: 18/08/2025Categorías: Crítica

‘La Valquiria’ en el Festival de Bayreuth: Sinsentidos y contrasentidos de un atentado

La Valquiria en el Festival de Bayreuth: Sinsentidos y contrasentidos de un atentado

Festival de  Bayreuth. Wagner: La Valquiria. Tomasz Konieczny (Wotan), Catherine Foster (Brunilda), Michael Spyres (Siegmund), Jennifer Hollway (Sieglinde), Vitalij Kowaljow (Hunding), Christa Mayer (Fricka), etcétera. Dirección escénica: Valentin Schwarz. Escenografía: Andrea Cozzi. Vestuario: Andy Besuch. Iluminación: Reinhard Traub. Dirección musical: Simone Young. Lugar: Festspielhaus de Bayreuth. Fechas: 16 agosto 2025.

La Valquiria en el Festival de Bayreuth: Sinsentidos y contrasentidos de un atentadoFestival de  Bayreuth. Wagner: La Valquiria. Tomasz Konieczny (Wotan), Catherine Foster (Brunilda), Michael Spyres (Siegmund), Jennifer Hollway (Sieglinde), Vitalij Kowaljow (Hunding), Christa Mayer (Fricka), etcétera. Dirección escénica: Valentin Schwarz. Escenografía: Andrea Cozzi. Vestuario: Andy Besuch. Iluminación: Reinhard Traub. Dirección musical: Simone Young. Lugar: Festspielhaus de Bayreuth. Fechas: 16 agosto 2025.

La función de La Valquiria en casa no convenció

Y sigue la estupidez del Ring de Valentin Schwarz. Tras el disparate de El oro del Rin, la tontería se desboca en una Valquiria que es un atentado estético y, sobre todo, conceptual al libreto y la dramaturgia wagneriana. Sinsentidos y contrasentidos de una reinterpretación que, más que atrevida u osada, es de psiquiátrico o de juzgado de guardia. O de Alcatraz, que tan de moda la ha puesto Trump.

Aparte de tonterías como inventarse el funeral y velatorio de Freia -de cuerpo presente en el segundo acto, pero… ¿los dioses no eran inmortales?-, o de convertir a todos en pistoleros -Siegmund muere descerrajado por un tiro de Wotan-, en esta Valquiria hay vulneraciones -violaciones- tan gravísimas como poner a Sieglinde embarazada desde el primer momento de la ópera (antes incluso del encuentro con Siegmund, es decir: el padre de Sigfrido sería así Hunding)

O que en el tercer acto, en la sublime escena en la que Brunilda le dice a Sieglinde “Salva la prenda / que recibiste de él: / ¡un welsungo crece en tu seno!”, ella le entregue al supuesto hijo de (¿Hunding o Siegmund?), con lo que todo el armazón argumental de este fallido Ring hace tantas aguas como cuando -en la apoteosis del despropósito- Wotan arranca a Sieglinde el feto que lleva en sus entrañas.

Que todos estos atropellos, gravísimos pero al mismo tiempo de tan poca monta, se produzcan precisamente en la casa de Wagner, en el Festival y el Festspielhaus que él mismo creo para desarrollar y dar a conocer sus obras, y bajo la dirección de la bisnieta del compositor, Katharina Wagner, hace el asunto aún más chocante y asombroso, aún más disparatado y rayano al ultraje. Cero patatero al Valentin Schwarz y a su equipo, tan banal como él, desde la escenografía absurda hasta la bobería de Andrea Cozzi, al vestuario de función de colegio de monjas de Andy Besuch y a una iluminación párvula -Reinhard Traub- que es cualquier cosa menos sugerente.

Por fortuna, la música de Wagner -como cualquier gran música- soporta lo que le echen. Y no es que interpretativamente la cosa hubiese sido para tirar cohetes en una función en la que la orquesta, dirigida con la misma solvencia, eficiencia y lenguaje que el día anterior por una Simone Young que se mueve como pez en el agua en la órbita wagneriana, estuvo bastante más fallona y despistada que el día anterior. Hubo obvios desajustes en el foso, también algunas y otras pifias instrumentales, mientras que las voces siguieron la misma corrección -pero no más- que el día anterior en El oro del Rin.

El bajo-barítono Tomasz Konieczny defendió con más temperamento que fondo un histérico Wotan desdibujado por el dislate escénico, hasta el punto de quedar masacrado el portentoso final, con un “Leb wohl, du kühnes” el que no pasó nada de nada -ni musical ni escénicamente-, mientras que la rodada pero mal dibujada y apurada Brunilda de Catherine Foster -debutó el papel en Bayreuth en 2013, con Kiril Petrenko- se movió fallidamente a contracorriente de la sinrazón que imponía la escena.

Tampoco la Sieglinde de la destemplada soprano estadounidense Jennifer Hollway se mostró con abolengo dramático y vocal para cantar en un escenario por el que han pasado las más legendarias Sieglinde de la historia, y donde la noruega Lise Davidsen fascinó a todos hace apenas un par de años en este mismo papel y producción. De las parodiadas y ridiculizadas valquirias -las feministas tendrían que ser las primeras en mandar al paredón al Schwarz-, mejor ni hablar.

En esta ocasión los únicos triunfadores sin peros han sido el versátil bajo ucraniano Vitalij Kowaljow, que construyó un Hunding de voz poderosa y genuina raigambre wagneriana, y sobre todo, el tenor estadounidense Michael Spyres, una voz de tintes y colores baritonales (él mismo se califica como “baritenor”, a pesar de haber cantado el Don Ottavio de Don Giovanni en Salzburgo, en 2021), que dio vida y credibilidad a un Siegmund vocal valeroso y entregado, de voz poderosa y convincente que sabe plegarse en el canto matizado y lírico. Sus “Wälse”, largos y bien mantenidos. fueron de cortar el aliento, como la Canción de la primavera, que cantó con efusión, carácter y belleza vocal.

En Bayreuth, con su Siegmund apasionado y lírico, Michael Spyres se ha coronado como uno de los máximos tenores wagnerianos del momento. Quien en España quiera disfrutar de su voz, podrá hacerlo en el recital que tiene programado en el Palau de Les Arts de València el próximo 16 de noviembre.

Una vez más, al final de la función, el público que -como siempre- atestó las muy incómodas 1.974 butacas del Festspielhaus, aplaudió y braveó como si acabara de escuchar a la Flagstad, Melchior o Nilsson dirigidos por Knappertsbuch. Cosas de los tiempos. El crítico, por su parte, dimite ya de esta Tetralogía insufrible y renuncia a la pesadilla venidera de Siegfried y El ocaso de los dioses. Opta por el Parsifal que este mismo lunes dirige el granadino Pablo Heras Casado. Otro cantar, aunque siempre Wagner.

Justo Romero

 

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