Rodión Shchedrin, grande de la música contemporánea y viudo de Maya Plisétskaya

Muere el compositor Rodión Shchedrin

“Esta noche, a la edad de 93 años, falleció el mayor genio de nuestro tiempo, el clásico mundial Rodión Konstantinovich Shchedrin”, con estas palabras informaba en el día de hoy el servicio de Prensa del Teatro Bolshói de Moscú la muerte de quien fue y será siempre uno de los máximos compositores soviético y luego ruso.

También nombre fundamental de la creación musical universal del siglo XX. Autor de una ingente obra de muy variados géneros, sin embargo su celebridad universal llegó en 1967, cuando estrenó el ballet Carmen suite, basado en la ópera Carmen de Bizet, y que pensó y fue inspirado por su esposa, la gran bailarina Maya Plisétskaya (1925-2015), con la que contrajo matrimonio en 1958 y para la que también compuso los ballets Ana Karenina, La Gaviota, Almas muertas y La dama del perrito.

Sus restos, según los testamentos dejados por el matrimonio, serán incinerados y mezclados con los de Plisétskaya (fallecida de un ataque al corazón hace ahora diez años), y las cenizas “esparcidas conjuntamente en tierras rusas”.

Nacido en en Moscú, en 1932, Shchedrin fue y es uno de los músicos más representativos y talentos de la enorme órbita soviética, junto con nombres tan cercanos a él como Shostakóvich o Weinberg. Como ellos, bebió de la rica tradición musical rusa, desde Chaikovski a Scriabin, Rajmáninov o Prokófiev, y como ellos, fue también un colosal pianista, autor de una ingente producción para el teclado, que incluye seis brillantes conciertos para piano además de abundante obra para piano a solo con varias referencias a su admirado Isaac Albéniz.

Shchedrin y Maya Plisétskaya

De hecho, el propio Shchedrín contaba con la nacionalidad española, que obtuvo junto con su esposa Plisétskaya cuando ambos establecieron su residencia en Madrid, en los tiempos (de 1987 a 1989) en que ella fue directora la Compañía Nacional de Danza.

Ciudadanos, artistas y genios universales, Shchedrín y Plisétskaya tenían también las nacionalidades alemana y lituana. Shchedrin tuvo innumerables reconocimientos, premios y condecoraciones, tanto en Rusia como en Occidente. Entre otros, fue ganador del Premio Estatal de la URSS en 1972, y fue distinguido en 1984 con el Premio Lenin, la máxima distinción de la Unión Soviética. Fue, además, miembro de la Academia de las Artes de Berlín (1989) y Premio Shostakóvich.

Nacido en el seno de una familia musical -su padre era profesor de teoría musical-, comenzó muy su formación, primero en la Escuela Coral de Moscú, y luego en el prestigioso Conservatorio Chaikovski, donde fue alumno, entre otros , de Yuri Shaporin (composición), y en piano con Yakov Flier. Se graduó en 1955, naturalmente con las máximas calificaciones.

Durante los años posteriores, su carrera se desarrolló tanto en las salas de concierto como en el Teatro Bolshói, donde ese mismo año de 1955 su ballet El caballito jorobado se convirtió en uno de los más emblemáticos del repertorio. Su música, influida por la literatura, el folclore, la liturgia y la innovación técnica, representa la síntesis perfecta entre tradición rusa y modernidad.

A lo largo de su vida, Shchedrin exploró un estilo musical profundamente personal, que transitó desde un modo neoclasicista con tintes folclóricos hasta técnicas aleatorias y seriales, creando un estilo que él mismo describió como “pos-vanguardia”.

Su ingente producción musical abarca ballets, óperas, sinfonías, conciertos y música de cámara, donde el piano ocupa lugar destacado, con obras como 24 preludios y fugas, tan sugestionados por Bach como cercanos a los de su amigo Dmitri Shostakóvich. Fundamentales son sus seis conciertos para piano  y los cinco para orquesta, el primero de ellos, titulado Azafatas juguetonas, lo catapultó a la fama internacional.

El segundo, Las campanadas,  fue estrenado por la Filarmónica de Nueva York dirigida por Leonard Bernstein. En 2018, con 86 años y tres después de enviudar, compuso la Misa Conmemorativa para Maya Plisétskaya. De hecho, mantuvo su actividad creadora hasta cerca de los noventa años.

Como virtuoso del teclado, fue él mismo quien estreno como solista casi todos sus conciertos para piano. En la memoria queda el 5 de mayo de 1974, cuando tocó en Moscú tres de sus conciertos para piano en una misma actuación acompañado por la Orquesta Sinfónica de la URSS bajo la dirección de Yevgueni Svetlánov.

Su trayectoria profesional incluyó la docencia en el Conservatorio de Moscú (donde enseñó entre 1965 y 1969), y la presidencia de la Unión de Compositores de la Federación Rusa, desde 1973 hasta 1989, donde había sucedido en ese cargo a Shostakóvich, quien precisamente fue quien lo propuso. Con su muerte, a los 92, años (se columpió el comunidad del Bolshói: los 93 los hubiera cumplido el próximo 16 de diciembre), se va el último de los máximos representantes de la gran generación de compositores soviéticos.

Justo Romero