Crítica: Año nuevo en la Fundación Excelentia
AÑO NUEVO EN LA FUNDACIÓN EXCELENTIA
Obras de Dvorák, Waldteufel, J. Strauss I y II, E. Strauss, Nicolai, Lumbye y Offenbach. Orquesta Clásica Santa Cecilia. Director: Kynan Johns. Concierto de Año Nuevo. Auditorio Nacional. Madrid, 29 de diciembre de 2025.

Kynan Johns
La Fundación Excelentia, de tan prolífica y frecuente actividad, refuerza su programación en las fechas navideñas e incluso se instala en escenarios periféricos. Hablamos hoy de este concierto llamado de Año Nuevo, una réplica, como otras que habrá en el ancho mundo, del más célebre y tradicional: el que tiene lugar en Viena el día 1 de enero, ese que escuchan y ven millones de personas.
En el podio directorial un antiguo y permanente colaborador de la Fundación: el australiano Kynan Johns, que ya ha dirigido este concierto en años precedentes. Es maestro curtido, profesional, disciplinado, de oficio seguro y de técnica probada. Movimientos ordenados, dibujos elegantes de batuta, de gestualidad práctica un tanto monocorde. Para la música de signo vienés, esa de los valses, las polkas, los galops y todo tipo de danzas, que es la que ocupaba en esta ocasión los atriles, le falta un poco de vuelo, de manejo de contrastes, de saber aplicar en mayor y mejor medida eso que se llama rubato, de jugar con el compás, de retener a voluntad el fluido sonoro y expandirlo a continuación.
También en su sin duda estupendo oficio a veces no acaba de diferenciar suficientemente los planos para que el fraseo resulte más claro e inteligible. La Orquesta, muy profesional y cumplidora en toda la sesión, poblada de jóvenes entusiastas, siguió fielmente los movimientos e indicaciones de la ágil batuta. Pero su espectro sonoro es un tano opaco. Y Johns no pareció tratar de corregirlo a fin de otorgar más brillo al conjunto. Lo apreciamos desde el mismo comienzo, con la Danza Eslava nº 1 de Dvorák en donde las líneas no quedaron claras y el colorido pareció mortecino.
Destaquemos algún particular de la versión de algunas de las piezas programadas (diecisiete en total). Algo monótona y un tanto cuadriculada la exposición de Estudiantina de Wakdteufel, de quien más tarde se escuchó un bien perfilado Vals de los patinadores.
De las muchas piezas de Johann Strauss hijo nos quedamos con la animada recreación del galop Banditen a pesar de la entrada a destiempo del látigo; con la animación de la polka Bajo truenos y relámpagos, no siempre clara, que se repitió como regalo al final; con la buena exposición de los distintos temas de la obertura de Las alegres comadres de Windsor de Nicolai, aunque faltara a veces algo de gracia; con el buen trazado de la obertura Barba azul de Offenbach; o la, en este caso apreciable, elasticidad y control del tempo en el conocidísimo vals El Danubio azul.
La obertura de El murciélago empezó muy bien, con un tempo ligero y bien asentado, aunque luego apareciera alguna que otra desigualdad, especialmente en la coda. Bien el galop Champagne de Lumbye y adecuadamente medida la polka Tik-Tak de Strauss II. Por supuesto el concierto acabó, según lo previsto, con las palmas, muy bien reguladas por Johns, de la Marcha Radetzky de Johann Strauss I.
El público, que abarrotaba absolutamente la sala, se lo pasó la mar de bien y aplaudió a rabiar. Después de todo, la actitud del maestro -que se dirigió con campechanía más de una vez al respetable- y la entrega y labor de la orquesta, más allá de las consideraciones apuntadas, se lo merecían.


























Últimos comentarios