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Por Publicado el: 01/12/2023Categorías: En vivo

Crítica: Primer y segundo reparto de Turandot en el Teatre del Liceu

La exitosa coproducción del Liceo de ‘Turandot’, ahora con final feliz

Primer reparto, 26 de noviembre

‘Turandot’ de Giacomo Puccini. Reparto: Elena Pankratova, Michael Fabiano, Vannina Santoni, Marko Mimica, Manel Esteve, Moisés Marín, Antoni Lliteres, Siegfried Jerusalem, David Lagares. Coro del Gran Teatre del Liceu (Dirección: Pablo Assante). Coro Infantil del Orfeó Català (Dirección: Glòria Coma). Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceo. Dirección musical: Alondra de la Parra. Dirección de escena: Núria Espert (reposición: Bárbara Lluch). 26-XI-2023.

Escena de Turandot en el Teatro Real

Escena de Turandot en el Teatre del Liceu

La reposición de la Turandot presentada en la reinauguración del Gran Teatre del Liceu (1999) tras el fatídico incendio del coliseo barcelonés, supone un rencuentro con esta magnífica producción dirigida escénicamente por Núria Espert, que marcó la recuperación del teatro de La Rambla para la ópera y la cultura de la ciudad. Con la espectacular escenografía de Ezio Frigerio y el maravilloso vestuario de Franca Squarciapino, ha renacido este título tan popular en una aclamada producción bien conocida por el público liceísta, que llenó hasta la bandera esta reposición a cargo de Bárbara Lluch, nieta de Espert, que con su aquiescencia ha realizado diversos cambios en algunos detalles del atrezzo y del vestuario, actualizado con eficacia la dirección de los intérpretes y modificado el final de la propuesta teatral.

La dirección artística ha apostado por la directora mexicana Alondra de la Parra, con un bagaje operístico escaso en su haber, pero con una carrera musical destacada, una profesional que ofreció una lectura cuidada a nivel de detalle y de acompañamiento de los solistas, pero que en los grandes momentos de esta genial partitura optó más por deslumbrar con un sonido potente -que tapaba a los protagonistas- que por transmitir el sentido pucciniano de esta orientalista obra de madurez de uno de los compositores más apreciados y programados del repertorio lírico internacional.

Este título requiere de grandes intérpretes a cargo de la pareja protagonista y en esta ocasión estuvo muy bien defendida por la experimentada soprano Elena Pankratova como una Turandot de perfecta dicción, gran volumen y proyección, capaz de deslumbrar con sus imponentes agudos sobre la masa orquestal. Junto al tenor estadounidense Michael Fabiano, quien ofreció un Calaf que fue a más a lo largo de la amplia y difícil partitura, destacando por su atenta musicalidad y especialmente por su valentía en el registro agudo, ofreciendo un “Nessun dorma” brioso, un punto tremolante y eficaz, completando hasta el final de la partitura con total dominio. Su interpretación actoral vino marcada por unos movimientos algo estáticos, a los que no le ayudó una iluminación por otra parte excelente de Vinicio Cheli, que no le alcanzaba cuando se acercaba a la boca del escenario.

La Liù de la soprano francesa Vannina Santoni, que debutaba en el Liceo, estuvo bastante comedida en el aria del primer acto, «Signore, ascolta!» pero se mostró bastante más solvente y eficaz en “Tu che di gel sei cinta” del tercero. Destacó del resto del reparto el Timur de un Marko Mimica noble y bien proyectado, un trío bien pertrechado y solvente a cargo de Manel Esteve, Antoni Literes y Moisés Marín y un meritorio Mandarín de David Lagares. No así el Emperador del legendario tenor Siegfried Jerusalem, que no estuvo a la altura del personaje.

Muy interesante la labor del Coro del Liceo, especialmente en de las voces femeninas, así como la del Coro Infantil del Orfeò Català, al igual que el desempeño de la Sinfónica liceísta. La producción y el reparto fueron vitoreados con entusiasmo por un público que agradeció que se presentase la ópera tal cual especifica el libreto y con el final feliz que ideó Puccini, con una Turandot que sucumbe al amor del príncipe Calaf. Así lo estableció Lluch en la reposición, contando con el consentimiento de Núria Espert, quien en un principio había planteado el suicidio de la protagonista. Un happy end que se adapta mejor a la realidad post crisis y belicista actual. Fernando Sans Rivière

Segundo reparto, 28 de noviembre

Escena-de-Turandot-en-el-Liceu

Escena de Turandot en el Liceu

Una vez más el Liceu ha programado la producción de Turandot de Nuria Espert, que fue la que inauguró el teatro en 1999, cinco años después de aquel terrible incendio que lo había destruido. Es coproducción con ABAO de Bilbao, donde también se ha representado esta producción en tres distintas temporadas.

Turandot es una ópera que acepta fácilmente la espectacularidad de las puestas en escena y es por este camino por el que optó Nuria Espert, para lo que no dudó en rodearse de un trío de tanta garantía como el formado por Ezio Frigerio (escenografía), Franca Squarciapino (vestuario) y Vinicio Cheli (iluminación), todos ellos auténticas referencias en su especialidad y que aquí lo ponen en evidencia. Los decorados del segundo acto son ciertamente espectaculares y pertenecen a la categoría de los que en muchos teatros arrancan ovaciones, cuando se levanta el telón.

En la labor original de Nuria Espert había elementos positivos y negativos. Entre los primeros estaba el hecho de que la grandiosidad de la producción no impedía el desarrollo del drama interior de los personajes. Por otro lado, Nuria Espert quería decir algo y se le entendía: la androfobia de la Princesa de Hielo, que arrancaba perfectamente de su presentación en In questa reggia. Lo negativo residía en meter ella misma baza en el libreto, haciendo que la protagonista se suicidara, lo cual podía tener su lógica en la visión de la Espert, pero no dejaba de ser una licencia gratuita, que ni encajaba en el libreto ni mucho menos en la explosión de júbilo del final de la ópera escrito por Franco Alfano. En esta ocasión la dirección de escena ha estado encargada a Bárbara Lluch, quien ha decidido eliminar la “originalidad” de Nuria Espert y eliminar el suicidio de la protagonista, lo que me parece mucho más adecuado y salimos ganando los espectadores.

La dirección musical ha estado en manos de la directora mejicana Alondra de la Parra. Su lectura me ha parecido un tanto irregular. En general, ha habido a mi parecer exceso de decibelios a lo largo de la ópera, lo que no tiene mayor importancia en las escenas de masas, que son abundantes en esta ópera, especialmente el segundo acto, pero no me convence su dirección en las escenas de mayor intimidad, como ocurre en momentos claves del primero y del tercer acto. Tengo la impresión de que mi criterio no coincide con el de muchos espectadores, ya que su reacción final fue de estar impresionados por la brillantez ofrecida desde el foso. Hay que mencionar que no paró la orquesta tras el Nessum dorma ni tras la muerte de Liú. Sí lo hizo en cambio tras la primera aria de Liú, Signore escolta, que pasó sin aplausos, por cierto. Fueron buenas las prestaciones de la Orquesta Sinfónica del Liceu, así como del Coro del Liceu, al que en esta ocasión acompañaba el Coro Infantil del Orfeó Catalá.

Turandot fue interpretado por la mezzo soprano rusa Ekaterina Semenchuk, una de las más destacadas en su cuerda. Me llamaba la atención que se anunciara en un personaje claramente de soprano y también que en esta temporada se le anunciara en otros teatros importante en personajes como Abigail o Lady Macbeth. Su actuación ha sido francamente buena y tengo la impresión de que hay un cambio en su voz, ya que no me sonó en ningún momento como mezzosoprano, cubriendo perfectamente las notas altas y sin destacar de manera clara en las más graves. Puede haberle faltado algo más de poderío, en lo que hubo de influir su ubicación en el escenario, ya que canta todo el segundo acto en la parte de atrás.

Calaf era el tenor germano-brasileño Martin Mühle, a quien había visto hace unos meses en este mismo personaje en el Teatro Real y no me había convencido. En esta ocasión su actuación me ha parecido mejor. La voz tiene calidad y destaca claramente su tercio agudo, aunque los sobreagudos pierden un tanto de calidad. Como cantante e intérprete no me parece extraordinario, pero funciona bien y en conjunto es un buen Calaf.

Liú era la soprano Marta Matheu, que cumplió con su cometido sin mayor brillantez. La voz tiene calidad, aunque su volumen no es excesivo. Como cantante lo hace bien sin destacar. Como digo más arriba, pasó su primera aria sin aplausos, caso insólito en mi experiencia, y lo mismo pasó en la segunda, aunque en este caso fue la directora la responsable.

Timur era el bajo Adam Palka, que cumple sin mayor brillantez.

El trío de máscaras, Ping, Pang y Pong, lo cubrieron Manel Esteve, Moisés Marín y Antoni Lliteres. Lo hicieron correctamente.

Como Emperador Altoum tuvimos a una vieja gloria, como es el argentino Raúl Giménez, que a sus 73 años demostró que sigue siendo un buen cantante, aunque la voz no sea evidentemente la de antes.

Finalmente, David Lagares ofreció una voz de calidad como Mandarín. José M. Irurzun

Un comentario

  1. Maria gràcia 02/12/2023 a las 08:53 - Responder

    El meu marit i jo estem totalment d’acord amb els comentaris del opera Turandot, nosaltres les vam veure el segon dia, és la segona vegada que veiem Turandot fa més de 20 anys que estem abonats al Liceu, en conjunt la primera vegada que la vam veure ja fa anys els intèrprets estavan millor.

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