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Por Publicado el: 16/02/2021Categorías: En vivo

Crítica: Alegría en tiempos de pandemia. Ismael Jordi y Mariola Cantarero en el Teatro de la Maestranza

MARIOLA CANTARERO E ISMAEL JORDI, 20 AÑOS DE CARRERA

Alegría en tiempos de pandemia

Sevilla. Teatro de la Maestranza, 13 de febrero de 2021. Recital por los 20 años de carrera de Ismael Jordi y Mariola Cantarero. Pianista: Rubén Fernández Aguirre. Obras de Donizetti, Massenet, Sorozábal, Fernández Caballero, Vives y Penella.

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Recital de Mariola Cantarero e Ismael Jordi. Teatro de la Maestranza (c) Guillermo Mendo

Junto al malagueño Carlos Álvarez y el onubense Juan J. Rodríguez, el jerezano Ismael Jordi y la granadina Mariola Cantarero forman el mejor póker de talentos líricos de Andalucía, talentos suficientemente contrastados por sus triunfos a lo largo de las últimas décadas. Para celebrar sus veinte años de carrera sobre los escenarios, Jordi y Cantarero quisieron hacerlo juntos en un escenario que, como el del Maestranza, ha sido testigo de sus grandes triunfos, algunos al alimón, como aquella maravillosa Traviata del año 2010.

Aunque Cantarero no frecuenta las tablas con la misma asiduidad de años atrás, mostró en este recital que sigue en muy buena forma, mejor incluso que la de los últimos años. Se le notó un notable esfuerzo por controlar el acusado vibrato que de siempre caracterizó su emisión. Aún fue evidente en su primera intervención, el dúo de Lucia di LammermoorVerrano a te”, pero en “Oh nube che lieve” de Maria Stuarda lució unos firmes ataques en pianissimo y un fraseo muy lírico, con un legato de enormes quilates. Fraseo que se tornó en sensualidad con la gavota de Manon. Filados de la mejor marca afloraron en el dúo de Saint Sulpice de la misma ópera. En la segunda parte del recital, centrado en la zarzuela, derrochó chispa y gracia en el decir con el famoso vals de Chateau Margaux, jugando a placer con el tempo. Ya en el tiempo de las propinas sacó su lado más desgarrado y dramático con “Adiós Granada” y, sobre todo con un emocionante “Y sin embargo te quiero”.

Ismael Jordi está en el mejor momento de su carrera y de su voz. De no haber sido por la pandemia habría estado estas semanas atrás haciendo su debut en el Metropolitan de Nueva York, mientras que en estas fechas se encuentra a la espera de confirmación de las funciones de Ámsterdam. Se presentó ante su público sevillano (que recibió a ambos cantantes con una larga ovación nada más salir a escena) con lo mejor de su repertorio, abriendo sus intervenciones a solo nada menos que con “Tombe degli avi miei”, una escena que el jerezano canta hoy día como nadie merced al despliegue de recursos expresivos de la mejor escuela belcantista, con acentos, regulaciones, medias voces y una soberbia messa di voce final que puso los pelos de punta al auditorio. Interesado cada vez más por el repertorio francés, cantó un “Pourquoi me réveiller” como un sólo arco melódico, de generoso fiato y voz de seda regulada con morbidez. Lo mismo cabe decir de “Por el humo se sabe”, imposible de ser cantado mejor hoy día. Los acentos más apasionados salieron a la luz en los dúos de La tabernera del puerto y de Doña Francisquita. De las generosas propinas quedará en el recuerdo su intensa interpretación de “Se nos rompió el amor” de su paisano Manuel Alejandro. Esperemos que el Maestranza haya tomado buena nota y cuente con este cantante para próximas temporadas.

Buena parte del resultado final de este recital descansa sobre las manos de Rubén Fernández Aguirre, maestro absoluto en el acompañamiento de cantantes, a los que sabe seguir y arropar, anticipándose incluso a las libertades con el tempo de Cantarero. Es imaginativo en los acompañamientos y posee un innato sentido del color que le permite sacar del piano matices tan variados como los que se pudieron disfrutar en las piezas de Massenet. Andrés Moreno Mengíbar

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