Critica: Amena excursión veneciana con la UAM
AMENA EXCURSIÓN VENECIANA CON LA UAM
Vivaldi y la Venecia de su época. Obras de Vivaldi, Platti y Albinoni. Orquesta Barroca de Sevilla. Director y fagot solista: Sergio Azzolini. XLVIII Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música de la Universidad Autónoma.
El Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música de la Autónoma nos ha abierto una puerta a la Venecia vivaldiana. Como es lógico Vivaldi era el eje en torno al que giraba la propuesta que tuvo como figura central al fagotista Sergio Azzolini, un virtuoso de primera, que maneja un instrumento de época, se sedosa sonoridad, quizá en exceso acolchada, opaca y de escasa potencia, lo que privó en ocasiones que se pudiera oír con claridad su voz, como en el “Concierto para dos violines concertados” (que en la versión original son dos oboes) “RV 564ª.
En este caso el fagot quedó casi siempre sepultado por el “ripieno”. Quizá había demasiados instrumentistas -21- y por eso no siempre pudo alcanzarse el balance adecuado y el exigido equilibrio entre voces. Por otro lado, y esto fue algo común a casi toda la sesión, los ataques, normalmente justos, los acentos, la tímbrica general, nos parecieron excesivamente prudentes, faltos de una mayor agresividad, de un impulso más reconocible. Partiendo, eso sí, de una pulcritud ejecutora, de una afinación y de una ”maniera” muy de recibo.
Una tónica que se estableció en todo el concierto, que se siguió con interés y comodidad, extensible a la segunda obra vivaldiana, “Concierto para violín, chelo, cuerdas y continuo RV 812”, en el que el segundo instrumento es sustituido por el fagot. Y que abrazó asimismo a dos composiciones firmadas por otros dos autores, como Benedetto Platti y Tomaso Albinoni. En ellas el violinista Andoni Mercero mostró sus credenciales a solo y en compañía de Azzolini: sonido delgado, fino, repujado, fraseo natural y afinación intachable. Nos captó la bella línea melódica del segundo movimiento del “Concierto para fagot” del primero, de un clasicismo temprano muy atractivo. El fagot fue auténtico protagonista de la “Sonata a cinque op. 2 nº 11” del segundo, en donde, como comenta en sus magníficas notas al programa Juan Pablo Fernández-Cortés, lo contrapuntístico de los movimientos rápidos contrasta con lo homofónico de los lentos.
En la segunda mitad de la sesión otras dos obras del Prete Rosso. El “Concierto para fagot, cuerdas y continuo RV 481” (uno de los más de 30 de la colección) se pone de manifiesto la prevalencia del solista y su peso en la elaboración de un hermosísimo “Larghetto”, poblado de amplias frases y elocuentes silencios. Como colofón, la obra más significativa, amena y contrastada: el “Concierto para violín, fagot, cuerdas y continuo en Sol menor ‘La Notte’ RV 104a”, con esos dos magistrales movimientos, “Largo Fantasmi” y “Presto Il sonno”.
Fernández-Cortés describe admirablemente su contenido: “Los fantasmas de la noche (‘Fantasmi’) irrumpen súbitamente en un interludio frenético y estremecedor que enlaza con una sección lenta, sosegada, interrumpida por un momento de agitación. Poco después, la inquietud y el desasosiego noctámbulo dan paso al sueño (‘Il sonno’). Un sueño pesaroso y perturbador. Amanece con el Allegro final y el fagot asume de nuevo un papel protagonista junto al violín”. Aquí Azzolini, situado en el centro, amigo de ciertos aspavientos, y Mercero, junto con los demás músicos, dieron lo mejor de sí mismo en un tourbillon final que levantó oleadas de aplausos y bravos. Hubo un regalo final –un Lento de otro Concierto vivaldiano-, en el que fagot y chelo (Mercedes Ruiz) dialogaron a sus anchas. Arturo Reverter
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