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Por Publicado el: 30/10/2019Categorías: En vivo

Crítica: El «Elixir» del ahorro en todos los repartos

L’ELISIR D’AMORE (DONIZETTI)

Primer reparto: El Elixir del ahorro

“Elisir d’amore” de Donizetti. Brenda Rae, Juan Francisco Gatell, Alessandro Luongo, Erwin Schrott, Adriana González. Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real. Director Musical: Gianluca Capuano. Director de Escena: Damiano Michieletto. Teatro Real. Madrid, 29 de octubre de 2019.

Elisir-Teatro-Real-2019

Vuelve Donizetti al Teatro Real con “Elisir d’amore”, una ópera cómica que reúne todas las virtudes y defectos de lo que era el género en la primera mitad del XIX. Escrita en poco tiempo, como solía suceder con el compositor de Bérgamo, pero llena de inspiración y con una de las arias –“Una furtiva lagrima”- más populares en la historia lírica.

He aquí una producción muy rentable. La encargó la nunca suficientemente añorada Helga Schmidt y el Palau de les Arts la estrenó en 2011 para reprogramarla en 2016. Entre otros muchos teatros ya se vio en el Real en 2013 y vuelve de nuevo seis años después. Algo sin duda tiene la producción, que se sale de lo habitual sin caer en historias ininteligibles. Pero ya anteriormente se ha programado este título en el Real, concretamente en 1998 y en 2006, esta vez con el gran Ruggero Raimondi.

Empieza el coro cantando “…reposar bajo un haya al pié de una colina…”, para continuar hablando del sol y los segadores. En la escena hay sol, porque el “Elixir de amor” se sitúa en una playa, pero pueblerinos segadores ni uno…. Quizá en bañador. Dulcamara se convierte en el auténtico protagonista de la obra, no como un viejo charlatán sino como un joven chulo de playa que, además de vender frascos de elixir, vende bolsitas de plástico con un contenido blanco. Adina es la propietaria de un chiringuito de playa, Nemorino sigue siendo el buenazo tontón y Belcore el soldado petulante. Eso sí, convertido en el perdedor de la historia por partida doble: se queda sin Adina y un perro de la policía detecta en su poder la droga que Dulcamara le ha traspasado inadvertidamente para escaparse él del registro playero. Al fondo el mar, tantas tumbonas con sus bañistas como en Benidorm y una enorme tarta que sustituye al antiguo tobogán en la celebración de la despedida de soltera de Adina. Una escena excesivamente abigarrada, donde no cabe un alfiler y se quiere que pasen excesivas cosas, pero todo ello funcionaba originalmente con sentido para hacer pasar un rato agradable y amable al sonriente espectador. Al fin y al cabo eso es lo que pretendió Donizetti y tanto Mortier como Matabosch compraron la idea. ¡Qué pena que Schmidt no pueda verlo! y ver que los cambios efectuados, aunque coherentes, hacer perder gran parte de la gracia inicial de la producción, dejándola bastante anodina.

El papel de Nemorino lo han cantado casi todos los grandes tenores líricos y ligeros – Bergonzi, Carreras o Pavarotti entre otros- y muchas veces en finales de carrera. De hecho, fue el último papel que abordó Caruso. No es el caso de Juan Francisco Gatell, que ha sustituido por enfermedad a Rame Lahaj, ni por edad ni por color vocal. Se trata de un tenor ligero apreciable y que canta con gusto y actúa, si bien el papel requiere una voz más de lírico, más ancha. Brenda Rae es una soprano ligera de notables facultades y desenvoltura. Ha hecho carrera con el papel de Zerbinetta y se entiende. Erwin Schrott se lanza excesivamente a un papel de macarra, con lo que el personaje de Dulcamara –un barítono bajo que él no es– pierde buena parte de su comicidad original, pero se lleva al público de calle con su vozarrón, el parlato y el dominio escénico. El barítono Alessandro Luongo es siempre baza segura y cumple como Belcore. Coro y orquesta algo ruidosos y atropellados. Falta la chispa original y el reparto, aunque correcto y funciona dignamente, es más propio de los teatros de Turín, Genova o Palermo que de los precios del Real. En una palabra, este Elixir sirve para hacer hucha y por ello se entiende su actual programación. En la vida hay que equilibrar y eso trata de hacer el Real en sus cuentas con esta reposición. Por cierto, el viernes cantará Anna Netrebko en el teatro con su nuevo marido y se encontrará con Schrott, su ex. Bien podía reunirlos Adina en su chiringuito playero. Gonzalo Alonso

Segundo reparto: Sin brillo

Teatro Real de Madrid. 3 Noviembre 2019

Estos comentarios se refieren al segundo de los repartos programados, cuyo resultado ha estado en la línea mediocre del primero de los repartos.
Nada hay que añadir a lo escrito el día anterior sobre la producción de Damiano Michieletto.
Tampoco sobre la dirección musical de Gianluca Capuano, que esta vez tampoco levantó el vuelo y siguió alojada en la pura rutina.
El nuevo Nemorino era el tenor kosovar Rame Lahaj, cuya actuación no me resultó convincente. La voz es más adecuada para Nemorino que la de Juan Francisco Gatell, resultando atractiva y bastante homogénea. Sus problemas vienen por un lado del hecho de que su expresividad deja un tanto que desear y por otro que tiene problemas de emisión, quedando su voz atrás, no corriendo bien por la sala.

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Sabina Puértolas

En la parte de Adina tuvimos a la soprano navarra Sabina Puértolas, que ofreció una buena actuación. La voz me resulta algo corta en amplitud para el personaje, aunque canta y se desenvuelve con soltura. Destacó en el aria Prendi, per me sei libero, cantada con gusto indudable.
El nuevo Dulcamara era el bajo rumano Adrian Sampetrean, que estuvo bien en el personaje. Su prestación vocal es inferior a la de su colega Erwin Schrott en el primer reparto, pero su actuación es más comedida que la de éste y funciona razonablemente bien.
El barítono Borja Quizá dio vida al sargento Belcore y tuvo una destacada actuación, con voz adecuada y bien manejada y moviéndose bien en escena. Para mi gusto, mejor que Alessandro Luongo en el primer reparto.

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Borja Quiza y Sabina Puértolas

Repetía Adriana González como Giannetta y lo volvió a hacer bien.
El Teatro Real ofrecía una ocupación de alrededor del 80 % de su aforo. El público se mostró agradecido con los artistas, aunque no hubo entusiasmo ni a escena abierta ni en los saludos finales. Lo aplausos más nutridos fueron para Sabina Puértolas y Adrian Sampetrean.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 25 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 58 minutos. Cinco minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 229 euros, habiendo butacas de platea desde 219 euros. La localidad más barata con visibilidad plena costaba 44 euros. José M. Irurzun
Fotos: J. del Real

Un comentario

  1. Warson 28/11/2019 a las 23:25 - Responder

    Creo que la crítica que han hecho relativa a la puesta en escena de la obra peca de excesivamente amable (?). En mi opinión resultó decepcionante y un fraude en relación con la idea original del libreto, en definitiva, un engaño para el espectador. Se trata ni más ni menos que de un vulgar atentado al buen gusto y una falta de respeto a los autores Romani y Donizetti.

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