Crítica: Empaque y opulencia de la OEx con Pablo González
ORQUESTA DE EXTREMADURA Y PABLO GONZÁLEZ
Programa: Obras de Berlioz (Obertura El carnaval romano), Mozart (Sinfonía concertante, para violín, viola y orquesta) y Músorgski-Ravel (Cuadros de una exposición). Orquesta de Extremadura. Director: Pablo González. Solistas: Marco Scalvini (violín) y Pietro Scalvini (viola). Lugar: Badajoz, Palacio de Congresos. Entrada: Alrededor de 878 personas (lleno). Fecha: Jueves, 31 de enero de 2019 (repetido el viernes 1 de febrero en Cáceres).
Había expectación en la Orquesta de Extremadura y sus numerosos abonados por volver a ver dirigir a Pablo González. En esta ocasión, el flamante titular de la Sinfónica de la RTVE ha vuelto a Extremadura con un programa de fuerte empaque sinfónico, con dos obras de tanta opulencia orquestal como la obertura El carnaval romano de Berlioz y Cuadros de una exposición de Músorgski, en la orquestación magistral de Ravel. En medio, la Sinfonía concertante para violín y viola de Mozart, con el violinista Marco Scalvini y su hermano, el viola Pietro Scalvini, como solistas bien empastados con la orquesta de la que el propio Marco Scalvini forma parte como primer violín. Ambos contaron y disfrutaron del acompañamiento claro, preciso, fluido y atento de González, que firmó un Mozart infiltrado de brillo, frescura y riqueza melódica.
Rotunda, decidida y plena de impulso romántico se escuchó la radiante obertura de Berlioz, con una orquesta disciplinada y bien entregada al dictado de la batuta energética, natural y segura del maestro invitado. El corno inglés cantó con mesura su importante cometido rodeado de una orquesta bien aumentada en todas sus secciones. Luego, en la segunda parte, González y los músicos extremeños, apoyados en la maestría del curtido concertino Krzysztof Wisniewski, cuajaron una descriptiva y más que notable version de los Cuadros de una exposición.
Fue un recorrido perfectamente calibrado entre sus paseos y recaladas, durante el que, más que las numerosas intervenciones solistas, se impuso el empuje, profesional y entusiasta, de una orquesta empeñada en tocar bien y en dar lo mejor de sí misma. A fe que lo lograron. El público, que abarrotó el estupendo auditorio del Palacio de Congresos de Badajoz, aplaudió con el entusiasmo que siempre genera una buena interpretación de la magistral composición pianística genializada por Ravel al universo sinfónico. Justo Romero
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