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Por Publicado el: 18/02/2020Categorías: En vivo

Crítica: La Fanciulla del West en Bilbao, una pica en el Artxada

LA FANCIULLA DEL WEST (G. PUCCINI)

Una pica en el Artxada

Fecha: 15-II-2020. Lugar: Palacio Euskalduna, Bilbao. Programa: La fanciulla del West, ópera en tres actos de Giacomo Puccini. Protagonistas: Oksana Dyka (Minnie), Marco Berti (Dick Johnson, alias Ramerrez), Claudio Sgura (Jack Race), Francisco Vas (Nick), Manel Esteve (Sonora), Paolo Battaglia (Ashby), Manuel de Diego (Trin), Isaac Galán (Sid), Carlos Daza (Bello), Jorge Rodríguez-Norton (Harry), Gerardo López (Joe), José Manuel Díaz (Happy), Fernando Latorre (Larkens), Cristian Díaz (Billy Jackrabbit / José Castro), Itxaro Mentxaka (Wowkle), David Lagares (Jake Wallace), Santiago Ibáñez (Postiglione). Coro: Ópera de Bilbao. Orquesta: Sinfónica de Euskadi. Director de escena: Hugo de Ana. Director musical y maestro concertador: Josep Caballé Domenech. Producción: ABAO Bilbao Ópera y Teatro San Carlo di Napoli.

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Escena de lLa Fanciulla del West

La expresión de ‘poner una pica en Flandes’ se utiliza para indicar que se ha realizado algo muy complejo y además constituye todo un éxito. Pues bien, en esta ocasión, con la puesta en escena de la ópera pucciniana La fanciulla del West -raramente representada, salvo en USA- por parte de ABAO Ópera Bilbao se ha puesto una pica en el Artxanda, monte que abraza a la Villa de don Diego de Haro por el noreste. Bien puede ser considerado como un importante evento musical a nivel nacional.

Se nos presenta una composición lírica harto compleja desde el punto de vista de estructura orquestal, en la que Puccini rompe con todos los moldes líricos precedentes y subsiguientes, desbrozando arias, recitativos, concertantes canoros, y dejando un enramado que bien pudiera constituir, en esta época, una ópera muy apta para sensibilidad musical de las jóvenes generaciones. En las construcciones armónicas aparecen colores que recuerdan a su Manon Lescaut, La Bohéme o Madama Butterfly, y nos adelantan otros que florecen en Turandot, pero que es rompedora y abre cauces nuevos de expresividad melódica. Bien podría decirse, sin ánimo de ofender a nadie, que La fanciulla del West es la menos pucciniana de todas las que compuso Giacomo Antonio Domenico Michele Secondo Maria Puccini, a la par que la más rica en orquestación.

El entramado escénico resultó interesante, máxime sabiendo lo detallista que es Hugo de Ana, presente en el saludo final pese a encontrarse en una acentuada situación febril; empero no resultó el lujo que de él siempre se espera, dada una excesiva deambulación de personas en el primer acto y errores ambientales en la proyección de imágenes sobre el ciclorama de fondo, salvo la de la escena final colocando el tramondo rosso sobre las calcáreas tierras desérticas de Arizona. Por lo demás, a nivel genérico, cuidadosa toda de la ambientación, sobresaliendo el carruaje de la Wells Fargo. Una producción escénica digna de verse y de ser viajada.

En el foso y ante semejante complejidad de partitura se estaba la batuta de Caballé Domenech que hizo una labor digna de todo elogio, domeñando a una importante formación orquestal, cual es la Sinfónica de Euskadi, a la que tuvo que embridar constantemente, sobre todo en la primera fase el acto I, para que el volumen que sale de abajo no fuera una muralla sónica de difícil traspaso para las voces. A partir de esos instantes todo discurrió, musicalmente hablando, con la precisión de un reloj suizo, dejando lucir las dinámicas, los buenos colores de las secciones y controlando en todo momento la complejidad que supone concertar tantas voces que interviene de seguido. No ha de olvidarse que en reducido número de compases son diez los solistas que cantan distintos textos. A todo eso – ¡casi nada! –  Caballé Domenech dio la respuesta cabal y exquisita.

En el terreno vocal merece cita especial el buen hacer del coro y el de las voces de todos los comprimarios, destacando la categoría, en el segundo acto, de la lekeitioarra Mentxaka como la india Wowkle. No estuvo a la altura de lo esperado el tenor italiano Berti, con una tesitura aguda un tanto remisa, trabajando el canto legato en modo rudo. El resultado de famosa y esperada aria Ch’ella mi creda libero e lontano, fue de lo más simple, carente de expresión y de sentido, casi plana. Buen perfil vocal tiene el barítono pugliense Sgura con una presencia corpórea importante, administrado bien todo el esfuerzo que le supone desarrollar, durante tres intensos actos su papel de sheriff celoso y bravucón. Descubrir a una soprano di forza, como es la ucraniana Dyka, de estructura impactante, fue la sorpresa de la velada. Un buen fichaje de ABAO Opera Bilbao. Su Minnie, quitando los primeros minutos de indecisión en la emisión que le dieron un vibrato incómodo, fue todo un portento de poder y de conocimiento del personaje, sobre todo en sus dos recitativos, tenso con dúo hermoso el primero, y tierno el segundo, que acomete en los actos II y III, respectivamente. No es de extrañar que, dada la presencia en el evento de algunos agentes artísticos, pronto la veamos triunfando en coliseos españoles, como lo hizo en el Maestranza dando voz a la Princesa Turandot. Manuel Cabrera

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