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Por Publicado el: 18/06/2019Categorías: En vivo

Crítica: gran Tristán de Barenboim en Berlín

TRISTAN UND ISOLDE (R. WAGNER)

Staatsoper de Berlín. 15 Junio 2019

Es ésta una de esas representaciones de ópera de las que uno sale del teatro plenamente satisfecho y pensando: Ha merecido la pena el viaje. Efectivamente, hemos asistido a una estupenda representación de esta gran obra de Richard Wagner, que ha contado con una magnífica realización musical y un destacado reparto vocal, aparte de una producción escénica con sus atractivos. Se ha vuelto a ofrecer la producción escénica que tuve ocasión de ver en Febrero de 2018, casi entonces coincidiendo con la reapertura del teatro de la Unter den Linden, que había estado cerrado por obras durante 5 años.

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Escena

La dirección de escena se debe a Dmitri Tcherniakov, que parece tener una buena entente con Daniel Barenboim, ya que ha dirigido ya varias óperas para esta compañía. La acción se traslada a tiempos actuales, contando con escenografía del propio Dmitri Tcherniakov, que resulta a ratos brillante. El primer acto se desarrolla en una sala de reuniones del barco que lleva a los héroes a Inglaterra, con una pantalla donde se puede ver la marcha del barco. En el segundo acto estamos en el palacio del Rey Marke, donde se celebra una fiesta como despedida de los invitados para la partida de caza. La sala ofrece al fondo, separada por una puerta, una gran mesa de comedor. En el tercer acto estamos en una habitación en Kareol, un tanto simple con paredes con papeles pintados, un sofá donde está Tristán, un cubículo al fondo y una ventana a la izquierda desde donde se divisa el océano. Resulta una producción moderna y atractiva.

La dirección escénica de Dmitri Tcherniakov no presenta excesivas originalidades en los dos primeros actos. Resulta sorprendente la reacción de nuestros héroes al beber el filtro del amor, ya que les da casi un auténtico ataque de risa. La entrada de Tristán en el segundo acto nos ofrece un personaje un tanto desenfadado, algo parecido a lo que ocurre con Isolde, aunque en el dúo de amor la cosa parece ponerse más seria. Las originalidades parece guardarlas Tcherniakov para el acto de Kareol. Para empezar, hace que el intérprete del Cuerno Inglés salga a escena, situándolo en el cubículo del fondo hasta que aparece Isolde. Por otro lado, y en pleno monólogo de Tristán, el regista hace aparecer en escena a los padres del héroe: ella muy embarazada. Esto no aporta nada sino que distrae la atención sobre la música. La otra originalidad de Tcherniakov es hacer que Kurwenal y Melot no mueran, lo que hace perder todo sentido a la expresión del Rey Marke a su entrada en Kareol: Todos muertos. Salvo aspectos puntuales, la producción funciona bien y cuenta con una buena dirección de escena, como es habitual en las producciones de Tcherniakov.

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Escena

El vestuario es actual y atractivo y se debe a Elena Zaytseva, mientras que la correcta iluminación es obra de Gleb Filshtinsky. Hay unas proyecciones de videos sobre los protagonistas que nada aportan. Como en la ocasión referida más arriba, la dirección musical corrió nuevamente a cargo de Daniel Barenboim y una vez más su lectura ha sido magnífica, de las que uno no se olvida fácilmente. No hubo altibajos, sino que todo fue excelente de principio a fin. Es una de las mejores actuaciones que recuerdo de Barenboim y han sido muchas en los últimos años. Acaba de anunciarse que seguirá como director musical de la Staatskapelle Berlín hasta 2027, cuando Barenboim tendrá 85 años. Es una magnífica noticia para los berlineses y sus visitantes, ya que tendremos nuevamente ocasión de gozar de sus lecturas y el sonido que obtiene de su orquesta.

El tenor austriaco Andreas Schager volvió a encarnar a Tristán, como lo hiciera en la ocasión anterior. Su actuación fue espectacular, no en balde se trata de uno de los mejores intérpretes de Tristán, si es que no es el mejor de todos ellos. Su entrega es espectacular y uno se pregunta si su voz va a aguantar mucho un canto de este tipo. La verdad es que lleva años haciéndolo y no hay signos de que le esté pasando factura, más allá de un aislado accidente en el tercer acto. En cualquier caso, fue un magnífico Tristán.

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Andreas Schager y Anja Kampe

También repetía actuación la soprano Anja Kampe en la parte de Isolde y volvió a resultar plenamente convincente, con una actuación cargada de emoción y una voz muy adecuada en el centro, aunque queda un tanto apretada en la parte de arriba. Lo cierto es que uno se queda con lo mucho de bueno que ofreció.

René Pape fue el Rey Marke y su actuación fue ejemplar. Hoy en día no hay nadie que le pueda igualar en este personaje y en algunos otros. Fue intachable en sus dos monólogos, especialmente en el primero de ellos, ofreciendo una voz bellísima y poderosa y un canto al alcance de muy pocos artistas.

Brangaene fue en esta ocasión Violeta Urmana, quien, tras muchos años de cantar personajes de soprano, ha vuelto a sus orígenes, de los que pienso que no tenía que haber salido. La voz ha perdido calidad y poderío, pero resulta una buena intérprete del personaje.

Kurwenal fue interpretado por Boaz Daniel, que también fue quien lo hiciera hace dos años. Entonces me pareció un buen Kurwenal. Ahora me ha parecido mejor, en una actuación emocionante y poderosa. Una de las mejores actuaciones que le recuerdo.

En los personajes secundarios lo hizo bien el tenor Stephan Rügamer como Melot. Correcto también Adam Kutny como Timonel, así como Linard Vrielik como Pastor. La Staatsoper estaba prácticamente llena. El público se mostró entusiasmado en los saludos finales, braveando a los intérpretes y, por supuesto, a Barenboim y a la Staatskapelle.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 5 horas y 32 minutos, incluyendo dos largos intermedios. Duración musical de 4 horas y 4 minutos. Ocho minutos de aplausos, que no pudieron durar más, porque se retransmitía la función en directo en la plaza y los artistas y los músicos tuvieron que irse para recibir las ovaciones del público que llenaba la plaza. El precio de la localidad más cara era de 162 euros, costando 37 euros la más barata con visibilidad. José M. Irurzun

Fotos: M. Ritterhaus

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